Capítulo 1

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Año 2017. Al fin hemos descubierto otros planetas habitados. Suponemos que ellos aún no saben que estamos aquí, observándolos. Creemos que son personas estúpidas, incapaz de aceptar seres más poderosos o incluso más pérfidos que ellos mismos. Nuestro planeta es llamado Keplon 44b, no sé exactamente en qué estarían pensando esos científicos pero supongamos que tenían una buena razón para hacerlo, nos ubicamos en la constelación del cisne y nuestra estrella se llama Keplon 44, cada vez más originales ¿cierto? Todo el mundo se considera gente normal, pero respecto a mí, me considero algo extraña. Desde que era muy pequeña todo este tema me ha resultado muy curioso, hasta el punto de obsesionarme, he estado durante 11 años de mi vida leyendo cada día el periódico para ver si esta vez algún científico había hecho mi sueño real. Y a mis 17 años se cumplió. Estábamos siendo gobernados por unos políticos ineptos, los cuales nos obligaban a pasar 10 años metidos en un tipo de orfanato obligatorio para estudiar algo que NO nos gustaba. Exacto, habéis oído bien. La mayoría de los protegebat querían estudiar el fuego, pero nuestros profesores los convencían para elegir otras carreras de las que podían sacar "más provecho". Y con "más provecho" no se referían a la diversión y a las ganas de levantarte de la cama cada día sonriendo, no, se referían a las ganas de morir por un dinero que te iban a obligar a ahorrar. Nosotros, el pueblo, no tenemos permitido gastar más de 500 myntis al mes. Y si por alguna razón se te ocurre la magnífica idea de comprarte un coche flotante, aunque sea de una plaza, tienes que informar al gobierno y explicar el por qué lo necesitas. Y si no lo aceptaban, te jodías. Así de simple.

-¡Vamos Aurora, llegaremos tarde!- solté un gemido de dolor lo suficientemente alto como para que mi compañero de habitación pudiese escucharlo. Ese era Johan, mi protetgat. La única cosa que nos diferenciaba entre nosotros, además de los rasgos físicos, era el dinero. Mi madre había intentando ahorrar lo suficiente como para pagarme una beca, pero no fue posible. Si tus padres eran beskermers y quería que tú fueses un protetgat, tenían que ahorrar una vida entera. Aunque al no ser hijo de unos protetgats estarías en desventaja, ya que no tendrías poderes. Hace unos años habían decidido que los alumnos los cuales no podían permitirse una beca tenían el deber de proteger a aquellos niños de papá. Pero mi protetgat era diferente. Desde que entré aquí no han estado haciendo nada más que repetirnos a los beskermers que debemos dar la vida por ellos si hay algún momento de riesgo. Pero no sé qué momentos de riesgo, si ni siquiera nos preparan para ello físicamente, y aún más inútil si añadimos que llevamos más de 20 años sin delitos. Un logro, ¿no?

-Mejor, así perderemos clase de ese poder que no entiende nadie- repliqué acurrucándome aún más en mi cama.

-¡Oye! Se llama Sprouk y es muy útil. Además, sabes de sobra que las faltas y retrasos van directamente al gobierno, y que si faltas más de 5 veces, esas faltas irán directamente a tus padres, y tú no quieres tener LA CHARLA con tu madre ¿cierto?

-Me inventaré que estoy con alguna enfermedad. Ya miraré por Internet- dije cada vez bajando más el tono de voz. De un momento a otro noté como me agarraban de mis pies y me tiraban al suelo- Serás idio...- desvié la mirada para insultarlo a la cara, pero en vez de encontrarme con la belleza natural de mi amigo me encontré con una arrugada, vieja e insoportable.

-¿Sabe que faltar a clase sin un justificante es una sanción muy grave, señorita? Además de faltarle el respeto a un protegebat, algo más grave aún- me levanté lo más rápido del suelo e intenté arreglar mi pelo con los dedos.

-Son bromas de compañeros de habitación, directora.

-Vístase y diríganse al aula inmediatamente- en cuanto se giró rodé los ojos y mi amigo, que estaba implecable, intentó contener la risa.

-Sí, señora- cerró la puerta tras ella en cuanto salió, y yo, con mi pijama traté de ahorcar a mi amigo- Eres idiota o qué ¿para qué le abres?- le di un último golpe en la cabeza, me fui a mi armario y recogí las partes del tan utilizado aparato.

OblivionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora