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Lo subo a una roca, aislada de cualquier mirada curiosa, sorprendiéndolo una vez más al tenerlo arrinconado. Bajo mis besos a su blanquecino cuello, succionándolo pasando la lengua lentamente de una forma agonizante. Presiono mis dedos en sus caderas, atrayéndolo más a mi.

Jong... in... — habla después de cada suspiro que sale de sus labios rojos e hinchados, mostrándome unos ojos brillantes muestra de deseo — no creo que sea el momento...

Este es el momento y el lugar... — levanto mi mano de su cadera, tocando su suave mejilla — si no deseas hacer, lo comprenderé...

Tales orbes reflejan duda, deseo, lujuria pero lejos de ellos arrepentimiento, concediéndome quizás una oportunidad de estar con él. Volviéndolo a tomar vuelvo a la orilla de la laguna recostándolo ahí dándome una vista de su torso desnudo. Me recuesto en cima de él; sin recostar mi cuerpo en plenitud apoyado me en mi antebrazo derecho, sin opacar la luz del sol ocultándose entre las nubes blancas del cielo.

Detenme o aleja me de ti... — suavemente le digo mis advertencias — aunque es lo que menos quiero hacer... pero por ti hago todo...

Nunca alejaría tu presencia de la mía... — parpadea lentamente haciendo casi una especie de danza con ellos, hipnotizante ante cualquier mortal — me has vuelto independiente de ti... Jong in...

Nos vuelo a sellar en un beso demandante, produciendo en él, arquearse ante mis toqueteos. Con una última mirada que me concede lo despojo de su última prenda dejándome verlo en toda su plenitud como los dioses lo trajeron a este mundo lleno de masacre y guerra, de la cual nunca se extinguirá dado que un traidor siempre perdura.

Con mis labios reparto besos por todo su cuero a la vez que con mis manos le otorgó caricias por donde mis labios pasaron; suaves, tranquilas sin ninguna prisa recomiendo por nuestras venas. Al tenerlo relajado prosigo yo a quitarme mi prenda la cual ya comenzaba a estorbar. Lo preparó con sutileza, es un príncipe y de modo debe ser tratado como tal aunque para mi es algo más que eso, porque no es príncipe o rey el que gobierna, si no, el que sabe luchar con sabiduría. Uno tras otro se va adentrando en ese pequeño agujero, quien absorbe mis dedos golosamente, los muevo produciendo jadeos y gemidos incallables los cuales me excitan de sobre manera, saco mis dedos de ese ano rosadito, recibo una protesta la cual callo, besándolo dulcemente, tratando de transmitirle lo mucho que deseo con todo mi ser hacerlo Mío.

— Trataré de hacerlo lo más suave posible... — cálidamente le digo en su oído, mientras me hundo en el lentamente sin ninguna prisa, sin apuros.

Al estar dentro de él luego de calmar a Kyung con el dolor incesante que muchas veces durante esta acción quise detenerme, no haciendo lo por sus afirmaciones de querer seguir hasta el final. Doy embestidas lentas, percibiendo todas las secciones que le transmita a mi niño pequeño en cada acción hecha.

— A-Ahhh... Jon-in... — gime, a la ves que pide más con sus caderas; echándose para atrás mientras yo me preparo para embestirlo — más.... más...

Llegamos los dos juntos, cuando lo embisto tres veces más, llegando al tan esperado climax. Lo cargo en mis brazos, manos en su espalda y piernas bajo la rodilla, lo dejo acostado en un pequeño montesito en la esquina alejada del estanque. Le quito el mechón todavía húmedo de sus ojos; cuales estos se abren ante mi tacto, reflejado cansancio. Me coloco mis ropas, igualmente hago lo hago con Kyung. Cargándolo lo llevó de regreso a la cueva donde nos encontrábamos pero en la cual no duraremos mucho en ella, debido a que hay que movernos y evitar que ChanYeol o algún mutante nos consiga llevándonos con quien menos queremos estar. Luego de unas horas antes de nuestra partida, salgo a buscar unos arándanos, como alimento para nosotros.

Colusión. [ Kaisoo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora