Capítulo XXIV

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Tyler Davenport llegó a su casa en su descapotable como cualquier otro día tras una mañana en el instituto. Llevaba el uniforme de jersey rojo, corbata negra y pantalón gris oscuro característicos del prestigioso centro Hotchkiss High School. Al entrar le recibió su madre con dos besos.

—     Tengo una sorpresa...

A Tyler se le pasó por la cabeza un nuevo Smartphone o incluso un coche nuevo; el suyo ya tenía un par de años puesto que lo había heredado de su hermana Sarah cuando se fue a la universidad a estudiar y su padre renovaba los vehículos cada poco tiempo para que fueran más seguros.

—     Tu prima Emily está aquí.

Emily, Emily Foster. Su prima. La chica que tenía su misma edad y que dejó de ver cuando tenían ocho años. A partir de ahí se esfumó de su vida hasta que hacía unas semanas su madre le comentó que había desaparecido y posiblemente estaba muerta. No le afectó esa noticia. Técnicamente, aquella niña era parte de su familia y debía quererla, pero lo cierto es que cuando se enteró de su posible muerte no le conmovió mucho más que cuando veía cualquier otro suceso en el televisor.

—     Están en la piscina...

—     ¿Están?

—     Ha venido con un... amigo

Vale, que su prima estuviera en su casa lo podía permitir. Incluso reconocía sentir una cierta curiosidad por conocerla y entablar una relación con ella. Pero... ¿tenía que tragar con sus amiguitos también?

—     ¿No me habías dicho que había desaparecido y que probablemente estuviera muerta?

—     Es una historia muy larga... Por lo visto, se vio en la obligación de escapar de su casa y ha venido aquí. Ya te contaré todo. Ahora ve a saludarles. —Su hijo adoptó una mueca de desagrado—. ¡Venga! —le apremió.

Antes de salir al jardín arrastrando los pies, la madre le pidió que les comunicara a los invitados que fueran entrando, la comida estaría lista en seguida.

Cuando Emily vio acercarse a su primo estaba dentro del agua. Se quedó un instante observándole desde la distancia. De pequeño era más rubio, ahora se le había oscurecido un poco el cabello y lo llevaba peinado con una raya bastante marcada al lado izquierdo. Su rostro era cuadrado, sus ojos marrones y su boca pequeña y fina. Llamaba la atención un pequeño hoyuelo en su barbilla, además, —si te fijabas— en su rostro había pequeñas pecas distribuidas por su nariz y sus mofletes.

La chica salió de la piscina, se enrolló con su toalla y le dio un par de besos. Tyler medía pocos centímetros más que ella, pero su estatura fue más apreciable cuando Christian se acercó a estrecharle la mano. El del Bronx le sacaba casi una cabeza. Pero la verdad que, a pesar de ser algo bajito, tenía un aire bastante atractivo.

—     Encantado —Tyler sonó seco y, sin soltarle la mano, se fijó en el bañador azul cielo de Christian. Le resultaba familiar. Sí, era uno de los muchos trajes de baño que tenía en su armario. No pudo contenerse—. Tengo un bañador igualito a ese.

Christian se percató del tono del comentario. No era necesario estudiar en un carísimo colegio de pago como confesaba el uniforme del primo de Emily para saber leer entre líneas, era obvio que él era consciente de que el bañador le pertenecía.

—     Es que es tuyo —Christian le siguió el juego con una mirada algo amenazante.

Emily, consciente del pique que se llevaban esos dos, cortó a su primo, que estaba dispuesto a seguir aumentando la tensión con el siguiente comentario.

Emily Foster y los cinco vérticesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora