Los Verdes y los Negros

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Los gritos y diversiones aumentaban en la sala del trono de hierro, mientras que el buen rey Viserys se dirigía a sus aposentos, estaba hastiado de todo, su segunda esposa, la reina Alicent no cesaba de implorarle coronar a su hijo Aegon y no a su hija como el deseaba, incluso las malas lenguas cuchicheaban que la corte real se había dividido en dos grupos: Los Verdes que apoyaban a su hijo como heredero y los Negros conformados por los señores que juraron lealtad a Rhaenyra.

Viserys entró a sus aposentos mientras se despojaba de la pesada corona de oro y sus largos ropajes ceremoniales, el rey se sirvió una copa de vino mientras se sentaba en su cama. Tras sorbo y sorbo de la copa de vino el rey comenzó a convulsionarse en su lecho mientras que la copa caía al suelo y la sangre brotaba de su boca.

El rey vio a la entrada de sus aposentos una figura que reconocía muy bien.

-Ali...cent- Dijo el moribundo rey.

La reina se acercó a su marido con un frasco en sus manos, un frasco de cristal con un extraño líquido en su interior.

-Mi pobre marido- dijo mientras acariciaba la mejilla de Viserys y su mirada cambiaba completamente, mostrando odio- No sabes cuanto he esperado este momento maldito viejo, cerdo ignorante, si me hubieses escuchado esto no habría pasado.

-Majestad...-Murmuró un sirviente ante la puerta.

La reina miró al joven muchacho que echó a correr.

-Traédmelo, matadlo, haced algo- Gritó la reina completamente loca e irreconocible.

-No corones a Aegon...esto...traerá desgracia- Dijo el rey con sus últimos alientos.

La reina se acercó a su marido y empezó a presionar su cuello para que la agonía fuese mayor, apretó y apretó hasta que al fin su marido exhaló su último aliento.

-Solo queda ocuparse de los leales a Rhaenyra- Habló ser Criston Cole lord comandante de la guardia real que mostraba una risa en su curtido rostro.

-¿Habéis matado al joven sirviente?- Preguntó Alicent mirando el cadáver de su marido.

-No, pero no durará mucho, tengo a toda mi guardia buscándole, haré que den la noticia de la muerte del rey.

-No harás eso, cerrad la habitación y dejad que ese asqueroso bastardo se pudra.

Al alba del siguiente día la reina regente Alicent se encontraba explicándole a su hijo Aegon la muerte de su amado padre y diciéndole que si coronaban a Rhaenyra su hermana-esposa sus hijos y él mismo acabarían muertos.

Entonces ser Criston Cole coronó a Aegon en pozo dragón,proclamandole rey de los siete reinos y declarando traidora a la princesa Rhaenyra .

Sin embargo los cuervos no tardaron en volar y la noticia de la proclamación del nuevo rey se extendieron por todo poniente, pero antes de todo, un cuervo en especial llegó a Rocadragón.

Lord Corlys Velaryon corría por los pasillos de la fortaleza hasta que deslumbró una puerta al final del pasillo. lord Velaryon la abrió con brusquedad para encontrarse a Rhaenyra con su hijo menor Viserys en su regazo y sus otros cuatro hijos sentados a su alrededor.

-¿Que ocurre Corlys?- Preguntó la reina mientras jugaba con su pequeño niño en su regazo.

Al señor de Marcaderiva se le secó la garganta- El rey Viserys...ha muerto.

Las risas infantiles se apagaron y la habitación quedó en silencio, Rhaenyra levantó a su pequeño hijo de su regazo y lo depositó en manos de su hijo mayor, Jacaerys.

A la princesa de Rocadragón se le escapaban las lágrimas- ¿Como ha...muerto?

-Envenenado, según la carta mandada por vuestros partidarios en la corte la asesina es vuestra madrastra, Alicent.

-Perra traidora, cuando me coronen la haré ahorcar-Gritó furiosa la reina.

-El cuervo trajo más noticias, Criston Cole ha proclamado a vuestro hermanastro Aegon, rey de los siete reinos.

La ira recorrió cada una de las venas de Rhaenyra.

-Entonces si ellos coronan a ese usurpador, nosotros coronaremos a la auténtica reina-Habló el príncipe Daemon Targaryen, tío-esposo de Rhaenyra, el hombre más peligroso de Poniente.

A la hora del crepúsculo de ese mismo día Daemon cogió con pompa la corona de su fallecido hermano y coronó a su esposa como reina de los siete reinos.

Una vez la corona reposaba sobre su cabeza Rhaenyra convocó a su propio "consejo negro" a la sala de la mesa pintada. El consejo era reducido, formado por los hijos de Rhaenyra, su esposo, su tía y suegra Rhaenys Targaryen considerada la mejor jinete de dragones del reino, el esposo de esta, Corlys Velaryon y las dos hijastras de la reina, Baela y Rhaena, un grupo deplorable, juntos sus ejércitos no vencerían ni a la casa Hightower, pero Rhaenyra tenía dragones. Ella Daemon y Rhaenys montaban fieras e increíbles vestías, su hijastra Baela y cinco de sus hijos también eran jinetes, y Rocadragón albergaba otros seis dragones esperando un posible jinete, mientras que los Verdes solo contaban con cuatro dragones.

El plan fue creado, el hijo mayor de Rhaenyra, Jacaerys volaría con su dragón Vermax hacía el Valle, los ríos y el Norte en busca de ayuda, mientras que su otro hijo Lucerys volaría hacia Bastión de tormentas. Los jóvenes se ensillaron a sus dragones y se dispusieron a salir pero antes de que montasen su madre se presentó ente ambos jóvenes que hicieron una reverencia hacia su madre.

-Volad con cuidado mis niños-Dijo la reina llorando mientras depositaba un beso en las frentes de sus dos hijos, ella odiaba mandarlos fuera de su vista- Y tu mi pequeño Luke, cuando vuelvas te daré la espada que siempre me has pedido.

El joven príncipe rió y abrazó a su madre dándole el último adiós. Ambos príncipes alzaron el vuelo junto a sus dragones ante la mirada de su madre.

Rhaenyra pensaba que si sus hijos reunían suficiente apoyo y si los dioses eran buenos ella ganaría el trono sin derramamiento de sangre, pero como siempre, los dioses no fueron buenos.

Danza de DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora