La reina roja

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En Rocadragón reinaba la tranquilidad exceptuando los aun persistentes sollozos de Rhaenyra ante la tumba de su hijo quién descansaba en paz junto a su dragón. La reina yacía en el piso día y noche, comía allí y dormía en la fría piedra.

La señora de Marcaderiva, Rhaenys, vagaba por los pasillos sin rumbo.

<<Esta guerra es una tontería>> Se decía pensativa la hermana del antiguo rey, ella odiaba la guerra aunque esta era como una vieja amiga para ella y aunque le costase admitirlo ella era guerrera de nacimiento.

 Mientras bagaba por los pasillos sin saber como Rhaenys llegó a las criptas y se dispuso a entrar tras coger una antorcha, Rhaenys caminaba ante los rostros esculpidos en piedra de sus antepasados pero se detuvo en seco al ver una luz al fondo de la estancia.

Sacó un cuchillo y apagó la antorcha mientras avanzaba sigilosamente, cuando dobló la esquina alzó el puñal para encontrarse con una figura tirada en el suelo ante la tumba.

<<Lleva sin salir de aquí mucho tiempo>> pensó Rhaenys mientras recogía la corona de su sobrina y la ponía cerca de ella.

<<Tu hija es tan idiota como tu Viserys>>Se dijo mientras recordaba que lo último que le pidió su hermano era que protegiese a Rhaenyra y sus hijos.

La dama se llevó las manos a los hombros para desabrocharse la capa carmesí que llevaba a la espalda y depositarla sobre su sobrina, tapándola. Mientras pasaba las manos sobre la espalda de Rhaenyra se fijó en su rostro, ya no era la niña que ella había criado sino una mujer que había perdido demasiado, Rhaenys se acercó a la frente de su sobrina y depositó un beso en ella antes de irse.

Cuando Rhaenys andaba por los pasillos de vuelta a su alcoba vio al príncipe Jacaerys corriendo con una nota en la mano, el príncipe al ver a su tía-abuelo frenó en seco.

-¿A donde vas Jace?- Preguntó mientras posicionaba su mano sobre el hombro de su sobrino.

-A ver a mi madre, ha llegado un cuervo, los malditos verdes atacan Reposo del Grajo, el señor pide auxilio a la reina- Informó Jacaerys mientras daba la nota a su tía.

<<Alas negras, palabras negras>>

-Deja a tu madre, si necesitan ayuda yo iré-El joven se quedó expectante y cuando estuvo a punto de oponerse su tía-abuela le apretó suavemente del hombro-Para masacrar a esos afeminados de los verdes me vasto yo sola-Rhaenys beso la frente del joven príncipe y se dispuso alejarse-Eres un buen chico y un buen príncipe, cuida a nuestra familia en mi ausencia.

Rhaenys vistió su armadura negra y roja y puso camino a los nidos donde esperaba su fiel compañera de batalla y único ser en quién confiaba: su dragona Meleys, la reina roja.

Ambas alzaron el vuelo y se pusieron rumbo a Reposo del Grajo.

Cuando la gran sombra de la reina roja sobrevoló a los verdes estos aterrorizados huyeron. Rhaenys hizo chasquear su látigo en el aire mientras gritaba "Dracarys" y Meleys empezó a incinerar el campo haciendo que los cielos se tiñesen de rojo por el resplandor de sus llamas.

Entonces dos potentes rugidos surgieron del cielo. Aemond montando a Vhagar y él propio rey Aegon sobre el brillante Sunfyre, el más hermoso dragón en el mundo. Meleys, excitada por la presencia de sus primos alzó el vuelo hasta que llegó a su altura, los dos dragones la recibieron con rugidos.

-Has caído como como una tonta en la trampa tía Rhaenys-Gritó Aemond.

Entonces Aegon hizo rugir a su dragón para que la atención se centrara en el.

-Tía no tienes porqué morir hoy, únete a mi y perdonaré la vida a mis sobrinos hijos de la traidora de mi hermana, tu esposo vivirá y nadie más tendrá que morir, vuelve a Desembarco del rey, a casa- Trató de razonar Aegon pero una dragona encolerizada como lo estaba ahora Rhaenys era temible.

La jinete de Meleys sacó su largo látigo y lo hizo chasquear antes de que este impactase contra la mejilla de Aegon.

-Si queréis llevarme a Desembarco del rey, solo podrá ser cuando deje de respirar-Gritó orgullosa Rhaenys-Venid sobrinitos vamos a bailar.

Meleys, rodeada de llamas cargó instintivamente contras los dos dragones quienes se apartaron al instante mientras que la reina roja ascendía velozmente y desapareció entre las nubes sin dejar rastro.

Vhagar y Sunfyre ascendieron en su busca. Una vez dentro del banco de nueves los dragones no cesaron de vomitar fuego,la harían salir a la fuerza. Entonces como si de un fantasma se tratase Vhagar recibió múltiples zarpazos en el lomo y cuando Aemond se giró no vio nada.

El silencio se quebró y una risa desternillante retumbó en los odios de los jinetes. Entonces un destello de fuego apareció a metros e instintivamente Vhagar se aproximó furioso por la herida infligida, pero antes de que Aegon pudiese seguir a su hermano la risa volvió a sonar y del cielo sobre él, las nubes se abrieron por obra de las llamas de dragón y Meleys se alzó sobre Sunfyre y el rey Aegon.

Meleys escupió fuego que impactó en las alas de su adversario mientras que este trataba de zafarse de su agarre, entonces Meleys le hundió los colmillos en el ala derecha arrancándosela casi por completo del cuerpo.

Entre los rugidos de dolor solo se distinguía la risa de Rhaenys.

Entonces Aegon vio como Vhagar descendía sobre ellos, Rhaenys apartó a Meleys del moribundo Sunfyre para vomitar ardiente fuego sobre Vhagar quién cargó contra la dragona roja rajándole el vientre y destrozándole en cuello con sus colmillos.

<<Si debo morir, que sea así, por aquellos que amo>>Pensó Rhaenys 

 Entonces jinetes y dragones chocaron contra el suelo.

Tras la batalla Aemond buscó a su hermano el rey,  quién estaba enterrado bajo su dragón, moribundo y quemado a tal grado que su armadura se fundió con su cuerpo.

Cuando soldados verdes llegaron para transportar a su rey este ordenó que se detuviesen ante el destrozado cadáver de Meleys y el cuerpo de su tía quién abrazada a su dragón mientras sonreía plácidamente.

-Incluso muerta te ríes de mi, tía.

Danza de DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora