capítulo 8

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-Rustey eres un hombre afortunado tu única hija se ha casado, tendrás nietos, y tienen el futuro asegurado no se puede pedir más. Comentó Roger Tonhi.
- No pido más, no pido más.

*****

- Ha pasado lo peor sr. Ruben. comentó Thomas.

- Gracias, pagalé al doctor dile que estoy agotado. -No podría esconder su desilusión así que decidió no despedir personalmente al doctor.

******

El Conde Camil miró a su esposa Brisa con sus ojos cerrados, estaba seguro que aunque su cuerpo estaba listo para recibirlo ella no lo deseaba, no lo quería y le dolió ser consiente de ello.

Brisa sintió caer del conde a su pecho una gota de agua(no era sudor era un lágrima) era el dolor de Camil, la amaba no podía evitarlo era solo hombre cargado de deseos, la tomaría pero ella no le entregaría el corazón, no esperaría pero tampoco sería aquel momento lo que el deseaba en su corazón.

Brisa soltó el listón y pasó sus manos alrededor de su cuerpo, recordó que él no merecía su desprecio, había abierto sus ojos y con ello descubierto que lastimaba a su esposo (un hombre que la amaba de verdad) con su reticencia.
— Tengo miedo -dijo en un susurro mientras sollozaba, sus ojos estaban abiertos mirándolo con pudor, suplicantes, no deseaba perder su virginidad en ese momento y tal vez nunca habría un momento en que deseara entregarse (pensó).

Su esposo estaba apunto de penetrarla; su cuerpo reaccionó a sus caricias de Camil pero no lo había mirado a los ojos pese a que se había echado atrás para acariciarla nuevamente, para que olvidará sus temores pero ya no podía esperar más.

— Te amo -ella cerró sus ojos sintiendo que sus palabras herían. Sus labios le temblaban y él besó a Brisa suavemente, sin prisa, uniendo sus labios con los suyos, dejando que ella percibiera la sensación suave y cuidadosa con que lo hacía, aunque ella no correspondería a sus besos ni a su amor.

Ella no lo rechazo, lograba sentir la dulzura de sus besos como él esperaba aunque eso no cambiaba el hecho de que no le amaba. Todo su cuerpo gritaba que se hiciera aún lado, y su corazón le dijo que no debía, el conde era su esposo y ella le pertenecia.

— Mmm yo.... -en un segundo, después sentir los besos detrás de su oreja como algo inesperado , de alguna manera sentía que necesitaba decir algo, su cuerpo de alguna manera contradictoria pedía a gritos que no lo dejara de hacerlo y su corazón le suplicaba que lo alejará o no sería diferente a una cortesana.
— No, por favor -su espalda se curvó queriendo con desesperación recibirlo y aún así logró decir:
—  No, no está bien... -su pasión despertó pero su alma le decía que no era solo por esa sensación que una mujer debía entregarse a un hombre.

— Dolerá pero pasará lo prometo, sólo será...(no se atrevió a decir nada por temor a que ella sintiera que mentía) yo te amo, no lo olvides nunca -las mujeres pueden sentir dolor cuando no están dispuestas y aún cuando lo están (pensó).
— Camil, por favor -no sabía si le estaba suplicando por que la dejara o siguiera. Sus respiraciones eran agitadas.
— Aohh, aaah, mmm, aaaaah. Lloró con los ojos apretados, la sensación de dolor en su cuerpo era tremenda a pesar de la delicadeza que él derramaba sobre ella en caricias suaves y lentas, ya era mujer.
— ya, tranquila, tranquila -dejo besos en sus labios, tiernos besos y la soltó, se apartó con cuidado, era suficiente; aunque se moría por amarla hasta el cansancio. Virgen, era virgen. Lo dudo pero lo era. Sus sábanas fueron retiradas al medio día.

Camil la escuchó llorar casi hasta el amanecer, abrazada a sí misma. Cuando estuvo más tranquila o lo suficientemente cansada, él la abrazó y le dijo:
— No haz hecho nada malo. No quise lastimarte pequeña. Te amo.

Su cuerpo aún temblaba, se volvió a él y volvió a llorar ahora en sus brazos, sintiéndose desnuda aún con su camisón encima. Se quedó dormida hasta el mediodía junto a él, le pidió el desayuno que estuvo sobre la mesa junto a la chimenea que daba calor a la habitación en los meses más fríos.

La levantó en brazos, la llevó frente al desayuno en la pequeña salita para dos con aire romántico. Caty entró y retiró las sábanas, mientras preparaba la ducha, Tina acomodó las sábanas limpias y antes de retirarse con todo el atrevimiento del mundo pregunto:
— Señora ¿está bien?
— Si Tina -no la miro a los ojos por vergüenza, pero eso quería decir que él había sido bueno con ella.
— Me retiro disculpen -Camil ignoró todo y apreció a esa mujer por todo lo que había hecho por él y por Brisa.
— Necesito estar sola –ella no lo miraba a los ojos.
— Entiendo -se retiró después del desayuno, dejó un beso en su frente; ella deseo amarlo pues era noble en todo momento con ella y con Tina aunque era imprudente y osada.

Se fue con cuidado a la cama a llorar la amargura de pertenecerle a un hombre al que no amaba. Las sensaciones que dejó en su cuerpo sin amarlo.
Tina llegó para auxiliarla. Dos horas más tarde; Camil pasó su tarde en la terraza con los ojos cerrados recorriendo con su mente lo que ocurrió la noche anterior, sabía que ella sentía culpa por lo que sus caricias le provocaban. Hacer el amor a la mujer que amaba era algo totalmente distinto a todo lo que había experimentado antes.

*****

Ruben durmió aquella noche deseando que su mujer muriera al lado de su hijo envenenado de odio hacia el hombre que poseía a Brisa antes que él.

Si enviudaba o no, seguiría insistiendo hasta hacerla caer y después la votaría con desprecio, como siempre deseó.
— Serás mía, aunque sea a la fuerza -su obsesión por ella por traicionarlo casándose con otro, no quedaría así, estaba enloquecido.

La Vida Después De Una Traición (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora