Brisa llegó exhausta de la fiesta de los Romston, Camil parecía bastante fresco y relajado. Supo que buscaría seducirla y ella no se negaría la noche anterior le dejó cargada de sensaciones que quería volver a repetir quería más de él , Camil se había vuelto su adicción. Sí, el amor era adictivo. Esperaba ansiosamente que le alcanzara en la intimidad de la alcoba. Con el cabello cepillado con el camisón color lavanda de tela satinada con encaje en el escote en v. Tan pronto como se acomodo en la cama se quedo dormida le había esperado por veinte minutos pero realmente estaba agotada.
Camil abrió la puerta de la habitación le pareció lamentable que Brisa estuviera durmiendo y no por que no disfrutara ver su rostro con ese aire angelical al dormir sino que realmente deseaba hacerle el amor lamentaba el tiempo que perdió en el estudio reflexionando sobre qué hacer con la nota que recibió al llegar. Se quitó la ropa con calma hasta quedar completamente desnudo preguntándose cuál sería la reacción de Brisa al sorprenderla con caricias, mientras dormía, imaginarla sonriendo o alterada; pero ya le había advertido lo que tenía pensado para esa noche.
Agradeció que no se cubriera con las sábanas pues estaba dispuesto a tener éxito en su travesura colarse entre sus sueños hasta que despertará a la realidad con la sorpresa de que su sueño era real. Suave con sus manos tibias dejó que su esposa se adaptara al tacto de sus dedos casi imperceptible a sus tobillos pequeños círculos dejando suaves sensaciones, separaba sus dedos y subía a poco, repetía casi en un roce místico, casi mágico, en círculos, cuando llegó a sus rodillas ella flexionó instintivamente por la súbita cosquilla que aceleró las sensibles fibras nerviosas, llegado a ese punto y la sensación que percibió en esa conexión que tenían más allá de las palabras; él posó sus labios en el mismo lugar donde había acariciado con sus dedos, alzando poco a poco la tela del camisón y ella se removió muy poco, la escucho gemir al contacto entre su piel y la tela que separaba a sus dedos de sus ingles, sí, se había colado en el sueño, para cuando abriera los ojos su cuerpo estaría deseando que continuase aunque no estuviera consciente de qué.
Suavemente fue dejando besos arriba de la rodilla y ya se fue acomodando entre sus piernas sin que ella se diera cuenta, cuando estuvo más cerca de su intimidad abrió los ojos consciente despierta y a la vez inquieta por las sensaciones.
-Camil... Camil.... yo -quería decir que estaba soñando, que se sentía confundida, que parecía real pero justo cuando abría la boca para decir algo lo había olvidado todo ante la abrupta realidad de tener a su esposo en medio de sus piernas.
-¡ah! -exclamo por la sorpresa, y luego sus rostro palideció al ver el rostro, bueno mejor dicho al no ver el rostro de su esposo sino el cabello de su esposo y comprender que el rostro de su esposo estaba hundido en su entre piernas y luego descubrió que lo que sentía entre sus piernas no podría ser otra cosa que su lengua.
- Camil ¿qué haces? -su voz ya no era la misma estaba enronquecida y la súplica de que se alejara estaba implícita al mismo tiempo que crecía el deseo de que no lo hiciera, que se sentía sensacional, sentía volverse loca entre jadeos que no era capaz de controlar temía que alguien la escuchara por que aunque ella estaba perdida en las sensaciones que Camil provocaba trataba de acallar sus gemidos pero era imposible.
Un torrente de descargas recorrieron sus cuerpo mientras se sentía contraerse y empujarse hacia él de manera descarada deseando más. Un orgasmo envolvió su cuerpo dejándola débil y un tanto expuesta. Al mirar a su esposo sintió una vergüenza apremiante, justo cuando pensaba que la experiencia de su esposo la enloquecía haciéndole olvidar todo. Cerró los ojos para no mirarlo y su vergüenza no aumentara.
Camil posó su labios con suavidad y ternura en su cuello y adivinando lo que su esposa pensaba y la razón de que no abriera los ojos le dijo:
-Eres hermosa y te amo, no sientas que ha estado mal, disfrutarnos es correcto.
-Camil -no sabía que quería decir solo que al mencionar su nombre se llenaba de calma y de deseo por él, su voz era suave, no quería decir nada solo sentirlo y rodeo su cuerpo en un abrazo débil y besos tímidos. Camil deseaba mirarla a los ojos pero no deseaba cohibirla, estaba seguro que despierta y consiente no habría dejado que llegara tan lejos.
Camil se cargaba de deseo ante cada pequeño beso que ella dejaba sobre su piel, sus labios se encontraron y un te amo implícito marco la pauta para que se unieran, suavemente entró en ella y entonces también sus miradas se entrelazaron cargadas de cariño, se besaron con profunda ternura y apasionados al mismo tiempo, apenas un segundo antes llego al clímax Camil y después le siguió ella, en silencio y para sus adentros maldijo haber terminado tan pronto deseaba provocarle un orgasmo tras otro pero ya habría tiempo. Ahora ambos estaban satisfechos... agotados...
Brisa con su cabeza apoyada en el pecho de Camil en la cálida habitación pensó que jamás podría vivir sin él, la sensación de perderle inundó su cuerpo; un miedo que jamás pensó que podría existir y sin más se encontró llorando. Su esposo al percibir su tristeza sobresaltado se sentó y buscó su rostro con angustia.
-¿Qué pasa amor? ¿por qué lloras? ¿Te has arrepentido? -en la evidente preocupación que sentía y que Brisa comprendió se sobrecogió.
-Perdóname Camil no quiero que te aburras de mí, no quisiera llorar pero tengo tanto miedo... -dijo con una voz tan timida.
- Jamás me aburrirás, te amo.
-Tengo miedo de perderte.
- Brisa te amo solo Dios puede alejarme de ti, pero cuando llegue mi tiempo desde el cielo seguiré amándote.
Después de esas palabras Brisa se quedo dormida llena de tranquilidad y amor.
Fin
Solo falta el epílogo el cual es la pauta de la nueva historia de Constanza
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La Vida Después De Una Traición (Completa)
Historische RomaneBrisa se enamorada de un hombre con deseos de elevar su economía; fácilmente se olvidó de aquella a quien entusiasmo para casarse con otra. El conde Rustey la pide en matrimonio y esta es comprometida con él, su padre sir Charles Julls sabe que su h...