capítulo 6

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Brisa lo miro y se aferró a su esposo, Camil la llevó al centro del salón para bailar.

— ¿Por qué se casó conmigo si no lo amo y lo sabe? -Brisa inicio una conversación fuera de lugar pero estaba nerviosa por lo que pronto acontecería en su noche de bodas.
— Eres muy especial, digna de mi cariño... lo sé. -Le dijo susurrando en su odio haciéndola sonrojar tímidamente, Ruben observaba. 
— ¿Cómo puede saberlo?
— No estuvo su reputación en juego o todo Londres lo sabría. Brisa se torno incomoda al sentir que Camil sabía que estuvo(estaba) enamorada de alguien.
— Algunas veces, algunas mujeres corren con suerte y la discreción de otros es su mejor arma. Camil no sabía por qué ella entablaba semejante conversación en ese momento.
— Tratas de decir algo. – dijo sintiendo una punzada en el corazón. Él creía firmemente en que ella era una mujer sencilla, sin mancha, salvo dejar que algún desgraciado le rompiera el corazón, él la eligió libremente, ella no buscó el compromiso y nada tenía que reprocharle pero se sentía herido.
— No milord, disculpe si lo he incomodado. -Brisa supo que su actitud era totalmente inadecuada.
— Camil, Brisa ahora soy tu esposo.
— Sr. Camil gracias por sus detalles, yo no lo amo, sólo quiero ser honesta. Lamento ser tan franca pero era algo que necesitaba aclarar.

En ese instante le miro otra vez a Ruben y se sintió nerviosa, su hermoso velo de encaje le daba un aire aún más bello y tanto Camil como Ruben la observaban con intenciones totalmente distintas.

— Aprecio tu honestidad aunque seas ruda -el conde estaba inquieto pues no esperaba esa actitud justo ahora, lo esperaba cuando se comprometieron, seguramente a causa nervios se dijo.

Camil recordó la ocasión que apartada del resto en un fiesta al aire libre bordaba con sumo cuidado; apartada de todos, su padre la obligó a asistir a la fiesta que se organizó para animarla después de caer enferma y de la depresión terrible después de dos años de la boda de Ruben. En ese momento supo que era una mujer dulce que sufría por algún mal de amores aunque su cuerpo y rostros reflejaban cansancio y desgaste noto la belleza de sus rasgos y el tono de su voz lo capturó.

— Bailamos... – levantó la mirada y él estaba ahí.
— Disculpe he estado enferma, estoy débil no creo que deba.
— La música cura todo. -Mencionó Camil con una discreta sonrisa pero muy encantadora de esas arrebatadoras tumbacalzones.
— lo intentaré pero debe prometer devolverme a mi tranquilidad y decir que estoy débil para que no me molesten. Las chicas notaron que ya no podrían hacer mucho por capturar la atención del conde. Cada baile al que asistía él reservaba un baile, siempre hablaban mientras bailaban, en alguna reunión después de la ópera se acercaba para hablar de la misma. Así pasó un año hasta que buscó hacer más cercana su relación, Brisa nunca se mostró evasiva, Camil trato de que otras mujeres capturaran su atención hasta que en plena intimidad con una amante, deseo con todas sus fuerzas que Brisa estuviera con él. La chica dulce de mirada triste. A la que le robaba sonrisas tímidas. Descubrió que no era tan tímida que era alegré debajo de tanta tristeza lo capturaba cuando bailaban, la devoción que mostraba hacia sus padres. Era una mezcla de todo lo que ella le fascinaba.

*******

—Discúlpeme.
— Sólo si pones tu cabeza en mi hombro, concédeme que crean que estamos enamorados.
— Sí. -Bailaron como verdaderos enamorados. No abrió sus ojos para evitar a Ruben pero ella sentía su mirada y supo el instante mismo cuándo se marcho porque dejó de sentir su mirada quemándola. La sensación de enamorados que dieron era fascinante a los ojos que no conocían a fondo la situación de dicho matrimonio el Salón Rojo estaba totalmente cargado de romanticismo.

Los novios partieron a la casa de campo del conde hollter hall a casi tres horas de distancia. El lugar ideal. Brisa estaba nerviosa él se sentó cerca de ella y le dio una nota.

  Te quiero en el silencio, en la presencia y en la ausencia...Así te quiero Brisa
Camil.

No pude enviarlo ayer debido a que mi tía me entretuvo lo siento.

—Gracias es un hermoso detalle. El carruaje avanzaba con constante velocidad a su destino.
Le tomó la mano, acercó su rostro a su mejilla y después la besó con ternura. Tomo su rostro y trató de besarla pero sólo consiguió besar de nuevo su mejilla.
— Sólo te pido que no me desprecies. No creo merecerlo. Brisa estaba nerviosa y aunque la compañía de Camil siempre fue buena, su empatía nunca fue más allá de eso simple empatía.
— No es mi intención despreciarle.
— tutéame seré Camil, sólo Camil.
— Si Camil. -dijo en voz muy tenue.
— Llegamos.
Bajaron del carruaje él la cargo sorpresivamente, ella comenzó a reír diciendo
— Bájeme me tirara.
— Camil -gritó al dar un giro con ella en brazos la servidumbre los veía felices.

Tina y Caty la doncella de la tía de Camil la acompañaron para ayudarla.
Ya la esperaban todo estaba listo.

La Vida Después De Una Traición (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora