capítulo 11

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Camil no toco a Brisa desde aquella noche en que dijo que había nacido con ropa.

Viajo un mes por razones ajenas a su voluntad y estuvo conviviendo con la tía que no la dejaba nunca para que no se aburriera, chapis aprendió a saltar dando un giro, bailaba al compás de la música de piano, hacia el muertito, daba la pata para saludar, fingía estar lastimado de una pata y defendía a Brisa, cuando sentía que alguien quería lastimarla, era una perrita muy fiel. Se sentía afortunada por que al fin tenia una mascota ,la vida de casada no era tan mala.

Llegó del viaje y la situación no mejoró con su esposa, estaba en periodo y después fingiendo dolores de cabeza.
— Buenas noches amor.
— Buenas noches Camil. - al sentir sus besos rozando sus labios recordó su primera vez. Esta vez sus besos eran suaves y los suyos los apreciaban de manera diferente, casi respondía por pudor no lo hizo.
— pasa algo
— me duele la cabeza.
— Ya veo aparte de nacer con ropa, naciste con la habilidad de mentir.
— Camil...

— Llevamos más de una semana durmiendo en la misma cama y todas las noches justo después de besarte te da jaqueca.

— Camil discúlpame, yo... -le tomo la mano y ella sintió una sensación de calor.
— te haz sonrojado ¿por que?
— enserio, nací con ropa.
— Si ya veo. La sentó en sus piernas.
— Yo nací con la habilidad para curar jaquecas.
— No es cierto.
— ja, ja, ja, ja, así que sólo tus mentiras se deben de creer en esta casa - la tomó de la cintura con más intensidad y recorrió con su mano sus piernas debajo del vestido, lo que la puso a la defensiva.
—Camil, no hagas eso. -Camil la miro un poco molesto.
— Camil lo siento.
— Sólo serán caricias para que te relajes y el dolor de cabeza desaparecerá. Astutamente acarició su cuerpo en un juego de seducción para que su piel se quedará con deseo que no apagaría hasta la noche siguiente. Dejo caricias regadas descubriendo los puntos más sensibles de su cuerpo, con esas sensaciones enrojecía, lloró un poco de deseo contenido, el pudor no la ayudaba a reconocer todo lo que sentía, había tanto que le gustaba desde su presencia su ropa, sus gestos, su voz, no había algo más que ocupara sus pensamientos que no fuera cada detalle de él, eso le asustaba. Ruben jamás dejo en sus labios las sensaciones que él con sus suaves besos dejo en ella, si Ruben lo hubiera hecho se habría perdido.
La noche anterior que Constanza la visitará, recibió a su esposo sin engaños.
— Camil haz estado al pendiente de mi, tus regalos son maravillosos, eres diferente a otros hombres y mereces todo mi cariño. –Ella estuvo reconociendo sus sentimientos frente a él como un cariño de amigos, en su ausencia, recordaba en sueños las sensaciones que él produjo en su cuerpo. En el día recibía cartas, detalles que su tía tenia como encargo, como flores de diferentes colores las más bellas conseguía.
Dejo cuatro libros para que los leyera y le diera su opinión. Ese tipo de detalles hizo que su mente abandonará sus pensamientos por Ruben, por las noches su cuerpo pedía las caricias de Camil. Cuando llegó se negó a creer que había amor por Camil, estaba tan renuente a volver a amar, su cariño crecía por los detalles como algunos sombreros, pañuelos, algunos versos escritos por su propia mano y la paciencia, se dio cuenta de que Ruben no importaba tanto como creía, la sensación de dolor era por confiar en alguien que no lo merecía, Ruben hizo que ella no pudiera confiar en la bondad y en la nobleza. Camil fue su cura, quería estar segura de amarlo, antes de decirlo, antes de estar con él nuevamente.
— Yo tengo toda una vida para quererte y se que necesitas tiempo. Sabes que puedes confiar en mi. Sabes algún día tendrás que confesar que no haz nacido vestida. Ella soltó una gran carcajada.
— Te amo Camil. Dijo sin darse cuenta.
— yo... -ya no fue capaz decir nada. Él se quedó perplejo. Se miraron un segundo, él se acercó, la miro a los ojos, ella bajo la mirada apenada, y al sentir sus manos retirando la bata que no resguardo con sus manos, sintió sonrojarse. Su cuerpo temblaba como la primera vez.
La beso suavemente y ella dio un paso atrás él dio uno hacia delante. Cayó sobre la cama y la luz suficiente le dio un vista maravillosa de sus pechos y la ropa interior que escondía el.monte de Venus, ella tomó una almohada para cubrirse.
— empiezo a creer que si naciste con ropa.
— hay mucha luz. Dejo una vela encendida, sólo una, deslizo su ropa, sentía su cuerpo temblar.
— tranquila amor.
— Camil.. dijo suspirando al sentir sus manos acariciando su cuerpo. Su besos húmedos acercándose a su pecho, el camisón era retirado, ella intento detenerlo pero con tal debilidad, que parecía una invitación a continuar.
— Detente, Camil, tengo miedo.
— Confía en mi, mi amor, te amo.
Abrió el camisón, sintiendo la piel de Camil sobre la suya y su erección buscando aquel lugar de su cuerpo que solo él conocía.
— Aaah
— sss tranquila, -dolía casi como la primera vez, fue despacio, en las sensaciones que la envolvían, quería sentirlas, él permanencia en el suave movimiento,
— Camil -suplicaba entre el dolor y el deseo su cuerpo temblaba de amor, placer y dolor, el dolor era soportable, pero el deseo que sentía la llenaba de miedo, el amor de Camil la reconfortó haciendo que su temor cediera para reconocer todo el amor que sentía por él, llegó al orgasmo junto con él, y se quedaron dormidos. Despertó Camil para admirar a la mujer que tenía su lado.  Se sintió feliz por la mañana pidió el desayuno en la cama, y el amor que ellos se tenían no lo destruiría la maldad.

Brisa miro a Camil ruborizada al abrir sus ojos aun sentía todas las sensaciones que el dejo en su cuerpo a flor de piel, estaba a punto de vivir su verdadera luna de miel, salvo por que debían quedarse casi una semana para terminar los asuntos que el administrador tenía pendiente partirían a Francia para pasar el invierno más romántico de la historia.

La Vida Después De Una Traición (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora