Viernes 18 de Diciembre:No dormí muy bien anoche porque Ailén no se quedaba quieta y prácticamente terminé en el suelo. Me duele la espalda, pero la cabeza me está matando. Me desperté, mínimo, cinco veces a la madrugada, me senté en mi balcón hasta que me volvían las ganas de dormir y luego me volvía a despertar. Mi cabeza me juega en contra cuando necesito dormir y más cuando tengo dudas y me quedo pensando en eso. Tal vez no sea tan malo, tal vez mi mamá esté exagerando y yo me preocupo en vano. Aunque ahora que lo recuerdo hablaban sobre una mujer, y la relacionaban con mi pasado. Todo esto es muy extraño. Pero tengo que dejar de pensar en eso porque sino me la voy a pasar el resto del día distraída. Unos golpes en la puerta llaman mi atención.
-: Pase - doy la orden para que la persona que esté afuera entre.
-: Permiso - dice Ludmila detrás de mí - vengo a cambiar las sábanas de la cama.
-: Sí, sí - digo mirándola por el reflejo del espejo de mi habitación. Bajo la mirada y me doy cuenta de que sostengo un peine. Ya me acordé qué estaba haciendo, me estaba arreglando para presentar los papeles en el bar. Miro la hora y marcan las 10:38 am. Se me hace tarde. Tomé mi bolso, guardé mis cosas y bajé a la sala.
-: Buenos días ¿A dónde vas tan arreglada? - me sorprende una voz masculina a mis espaldas. Me giro y veo a Leandro sentado en el sofá tomando el desayuno.
-: Hola - me acerco con una sonrisa para saludarlo - ¿Qué hacés? -.
-: Y, no se ¿Qué te parece que hago? - me dice señalando su taza de café.
-: No me refiero a eso. Quiero decir que qué haces acá en casa -.
-: ¿Acaso tengo que tener una razón para venir a visitarte? - se para y me abraza - ¿Desayunaste? - me pregunta al alejarse.
-: Sí - le echo un vistazo a su taza, la agarro y la acerco a mis labios - pero no tomé café - digo y le doy un sorbo.
-: Sentáte ¿Querés que pida uno para vos? - se gira para ir a la cocina sin dejar de mirarme y lo retengo tomándolo del brazo.
-: No, no es necesario. Voy a salir -.
-: Ah ¿Dónde vas? - me quita la taza de las manos y bebe de ella.
-: Tengo que entregar unos papeles en un bar. Espero que me llamen. En verdad quiero trabajar ahí - al terminar de decir ésto mi primo escupe el pequeño sorbo dentro de la taza. Eso sí me dió asco. Sus ojos se abren como platos.
-: ¿Trabajar? - me pregunta y yo le respondo asintiendo con la cabeza, él deja la taza en la mesa ratona y vuelve a preguntar - ¿Vos? Bueno, suerte con eso - dice, se sienta en el sofá en que estaba sentado anteriormente y lee el diario, tapándose la cara a la vez. Me quedaría ahí parada cruzada de brazos pero se me hace tarde así que decidí irme de una vez por todas. Me acerqué a la puerta de entrada haciendo ruido con los tacos pero vuelve a hablar y hace que me gire - ¿Queda lejos ese bar? - baja el diario y toma las llaves de su auto que están en la mesa.
-: Algo así. Pero no te preocupes, se lo pido a Sergio - él se para, toma lo que le queda del café y se me acerca.
-: Yo también tengo que salir. Te alcanzo hasta allá - abre la puerta y pasa por al lado mío sin siquiera dejar que le responda, pero tampoco lo iba a hacer. Caminamos hasta el auto pero antes de subir le digo.
-: Tengo que volver. Olvidé avisarle a mi mamá que salgo -.
-: Se me hace tarde, mandale un mensaje o llamala - dice, se sube y yo hago lo mismo. Saqué mi celular y marqué el número de mi mamá para llamarla, esperé unos segundos y oí su voz
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¡Déjenme Amarlo!
RomanceElla (Rocío): 18 años, rubia, ojos verdes. Sus padres son dueños de una fábrica de telas, única hija, es extrovertida, simpática, mimada (algo que a ella no le gusta mucho, pero de vez en cuando lo aprovecha), rebelde, dispuesta a hacer lo imposible...