~Capítulo 4~ ¿Alguien Ocupa Tu Corazón?

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Domingo 13 de Diciembre:

Me encuentro en mi habitación escuchando música y dibujando. Al principio no supe qué dibujar, pero comencé a hacer líneas y noté que el dibujo tomaba forma. Un chico, pero no cualquier chico. Ya se imaginan quién. El día que lo volví a ver fué cuando mi papá me necesitaba en la tienda. Por cierto, esa tarde fué muy estresante. Gustavo me ayudó, como se lo pidió mi papá, pero aún así tuve que terminar de separar los pedidos yo sola. El trabajo no me disgusta, pero sí me canso. Volví tarde a casa, con mi papá, y ni siquiera cené, directamente me dirigí a mi habitación y me desplomé en mi cama.
Hoy vienen mis familiares a comer con nosotros después de un mes sin reunirnos. Mi primo Leandro llegó ayer de México con su novia Solange y estoy ansiosa por verlo. Nosotros nos criamos juntos en la casa de mi abuelo Emilio. A pesar de ser menor que él por cuatro años, nos llevamos muy bien. Con su novia me hablo muy poco, así que sólo diré que es una chica tímida. Las pocas veces que hablamos me contó sobre su familia (que también es rica), sobre las cosas que le gustan y sobre Leandro.
Me gusta pasar mi tiempo libre sola en mi habitación. Aunque también la paso genial saliendo con amigos.
Marcos, al igual que a mí, le gusta dibujar. Que por cierto lo hace muy bien. Dibuja personajes animados, paisajes y animales. En mi habitación tengo algunos dibujos de él pegados en la pared.
Desvío la vista de mi obra de arte para posarla en el ventanal de mi balcón y así inspirarme. Terminé el dibujo que hice de Lucas apoyado en las barandas de mi balcón, sonriéndome. No le dí color porque siempre lo estropeo. Pegué el dibujo en la pared junto con los demás y lo observé unos segundos, pero el ruido de la puerta hizo que me gire en esa dirección.

-: Ya llegaron- dice mi mamá desde el umbral de la puerta.

Asiento al oír sus palabras y bajo rápidamente a la sala. A un costado de la escalera están paradas Dalma y Ludmila, y en la puerta principal de la casa Sergio me sonríe. Me adentro al gran comedor y no puedo evitar sonreír al ver a mi abuelo, mis tíos y mis primos saludando a mis papás. Solo en ése momento me doy cuenta la falta que me hicieron estos días. Qué puedo decir, adoro a mi familia.
La voz de mi abuelo hizo que saliera de mis pensamientos.

-: ¿Dónde está la mujer de la casa? No la veo por ningún lado - abre los brazos y niega lentamente con la cabeza como si fuera un actor. Doy unos pasos hacia adelante. Mi prima Ailén es la primera en notar mi presencia, me sonríe pero no dice nada.

-: Debe ser porque tus anteojos están defectuosos - al decir las primeras palabras todos se voltean a verme y me sonríen. Leandro se ve eufórico.

-: Yo creo que están de maravilla, porque siempre te veo así de hermosa - mi abuelo comienza a caminar hacia mí con los brazos extendidos para abrazarme, al mismo tiempo que mi primo Nahuel dice

-: Entonces sí, están defectuosos. Yo demandaría a ése oculista-. Cuando lo veo, sonríe con satisfacción.

No le doy importancia a su comentario y abrazo a mi abuelo. Por más que mi primo quiera hacerme enojar, no le daré el gusto de hacerlo.
La inconfundible colonia de mi abuelo me llena de recuerdos.
Lo abrazo por un buen rato, deseando jamás soltarlo. Ya le queda poco tiempo de vida. Hace cinco años le diagnosticaron cáncer en la sangre y siempre que lo abrazo siento que es el último día que lo haré. Llegó la hora de comer y todos nos reunimos en la sala. Mi tío César (papá de Ailén y Nahuel) se pasó casi todo el almuerzo hablando de política y haciéndonos reír con sus anécdotas. Al terminar de comer, Leandro y yo salimos al jardín y nos sentamos en un banco. Me contó lo increíble que es México y sus costumbres, consiguió trabajo en una empresa de seguros y le va muy bien, que allá conoció mejor a su novia y está más enamorado de ella. Toda la charla fué divertida, hasta que me sorprendo al oír su pregunta

¡Déjenme Amarlo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora