#7: Triángulo de amor-odio

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Tras el numerito en casa de Shizuo, al entrar en mi coche miré mi cuello en el espejo retrovisor, resoplando al ver que las marcas eran demasiado notorias. Así estaba, revisando mi piel, hasta que vi una sombra moverse a mi espalda, en el asiento trasero. Y cuando me fijé bien, pude distinguir un par de ojos cafés y el brillo de una navaja. 

- Quieta ahí- me detuvo Izaya, apretando el filo del arma contra mi garganta para evitar que saliese del coche-. No he esperado una eternidad para que ahora intentes escapar.

- ¿Cómo coño has entrado?- bufé, mirándolo por el retrovisor. Sonreía como el gato de Chesire, pero de una forma que daba escalofríos. 

- Eso no te interesa, ahora arranca el coche. 

- Jódete.

- Que lo hagas- apretó más la navaja, causándome molestia por no poder respirar bien. Frunciendo el ceño, giré la llave hasta oír rugir el motor, viendo luego cómo el desgraciado se pasaba al asiento del copiloto, sin despegar nunca su inseparable arma blanca de mi cuello.

- O me dices dónde vamos o me voy a comer una farola- resoplé, empezando a sacar el coche de la plaza de aparcamiento. 

- Vete por la calle de la izquierda. Y como vuelvas a usar ese tono te vas a comer otra cosa.

- Ya he cenado, gracias- apreté el volante, girando donde me había dicho. Me movía lo más mínimo para evitar un corte accidental con la navaja, cosa que me hacía parecer un robot.

- Llenaste un agujero, y el que no llenó Shizu-Chan ahora lo llenaré yo después.

- ¿Llenar el qué?- me hice la sueca.

- Me estás sacando de mis casillas, Kira...

- No me digas.

- Gira y ve dos calles más a la derecha. Pronto serás mía.

- Permíteme dudarlo, Izaya. No me puedes poner un collar como a los perros. 

- ¿Ah, no? Eso ya lo veremos.

- ¿Acaso piensas dejarme en bolas con una cadena atada al cuello?

- Gracias por la idea, no la había pensado antes- sonrió con malicia.

"Bocazas..."

- A la izquierda otra vez.

- Me sorprende que recuerdes dónde vives.

- Vivo apartado de mis juguetes, pero en un sitio donde pueda observarlos cuando quiera.

- Estás enfermo.

- Tu sarcasmo y tu indiferencia me ponen más de lo que crees. No sé si aguantaré hasta llegar...

- Te aguantas hasta la tumba, tú a mí no me vas a tocar.

- ¿Y esa seguridad? Te recuerdo que te tengo bajo amenaza con un arma blanca, estás atrapada en tu propio coche y siendo obligada a conducir hasta la casa de un demente como yo.

- Bonito plan, pero no te saldrás con la tuya. Ahora estoy oficialmente con Shizuo, y además de que como te atrevas a ponerme tus asquerosas manos encima te cortaré los huevos, él te matará por esto. Te mataría yo... Pero me dejé la pistola en casa.

- Sigue, tú sigue, que sólo me estás calentando más.

- Tampoco creo que haya nada que calentar- contuve una risa.

- ¿Segura?- arrancó mi mano derecha del volante y la apretó contra su entrepierna. Ocultando el asco que sentí por eso, volví a poner mi mano al frente y puse cara de burla.

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2016 ⏰

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