- Usted no se preocupe, me llevará sólo unos minutos, no creo que sea algo muy complicado- le aseguré a la mujer delante de mí. Según ella, su coche soltaba un olor muy desagradable cada vez que encendía el aire acondicionado. Supuse lo que era, pero era mejor comprobarlo a decirlo en voz alta.
Tras fijarme bien y sacar algunas piezas, confirmé mis sospechas.
- Me lo temía: mire- señalé con pena el pajarito muerto sobre mi guante de mecánica. Ella lo miró entre horrorizada y apenada, debía de llevar allí algunas semanas-. El mal olor empezaría cuando nuestro pobre amigo también empezó a pudrirse. Se lo dije, no era nada grave, excepto para él.
- Muchas gracias- respiró aliviada. Yo me limité a envolver el pájaro en unas servilletas de papel que usaba para quitar lo que podía de aceite, luego lo enterraría en un parque-. ¿Qué le debo?
- Nada, mujer- reí-. No he tenido que usar mis propios materiales, era algo simple.
- En ese caso, permítame al menos darle una propina.
- No se preocupe, en serio...
- Insisto, es usted muy rápida y sabe lo que hace. Lo que es mejor, no me mira el culo- rodó los ojos, antes de reírse a la par conmigo.
- Gracias. Espero verla pronto- me despedí, mirando la propina en mis manos y suspirando. No me gustaba eso, me sentía como si les hubiese cobrado injustamente.
- Disculpe, señorita... ¿Puede comprobar qué le ocurre a mi tubo de escape?- me interrumpió alguien los pensamientos.
- Dígame qué problema tiene- pedí mientras guardaba el dinero en la caja registradora, de espaldas a él.
- Se levanta cuando la ve a usted.
Indignada y empezando a molestarme, me di la vuelta y descubrí al que menos me esperaba.
- ¿Qué haces tú aquí? Ni siquiera tienes coche.
- Vamos, Kira, no seguirás enfadada por lo de la otra vez...- sonrió de lado.
- Que te den, Izaya. Fuera de mi taller, tengo clientes- empecé a empujarle hacia la puerta, y una vez con el pie en la calle me quedé en el enorme umbral (era la puerta de un viejo garaje), asegurándome de que se iba.
- Deberías tener otro tipo de clientes, preciosa...
- Largo- puse la mano sobre mi pistola, que siempre llevaba escondida en el costado del pantalón. El moreno la miró, aún sonriendo, y luego me miró a los ojos.
- Bonito discurso el que te dio Shizu-Chan en tu salón anoche, ¿eh?
- ¿Cómo sabes que estuvo en mi casa?
- No por nada tu serpiente estaba mirando hacia fuera. Yo estuve todo el tiempo escondido en el hueco de la esquina, ni siquiera Shizu-Chan me vio.
- Ahora te veo perfectamente, hijo de puta- gruñó el rubio justo detrás de Izaya, sobresaltándonos a los dos-. Echa a correr antes de que te mate.
- Hablando del rey de Roma... ¿Cuándo piensas tirártela? No me lo quiero perder.
- ¡¡¡QUE TE PIRES!!!- gritamos Shizuo y yo a la vez, provocando un ataque de risa en Izaya mientras se iba a paso tranquilo.
- Es la segunda vez que le veo y sigo sin soportarle- resoplé, colocando mi camiseta para volver a esconder el arma. Invité a pasar a mi amigo y lo dejé al lado del mostrador, en lo que yo atendía a dos hombres que me preguntaban por neumáticos.
Pasado un largo rato, por fin pude acercarme a él.
- Veo que te va bien- sonrió sincero una vez me puse a su lado.
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Golpes de electricidad
RomanceAkashi Kira por fin es mayor de edad. Está lista para soltarse y vivir independientemente. Pero ya ha cometido su primer fallo: mudarse a Ikebukuro, distrito de Tokyo, muy lejos de su familia y amigos. Segundo fallo: instalarse en un apartamento en...