II

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-Había pasando mas de dos semanas desde que le había dado las fotografías a Blake, no se habían hablado desde entonces, pero algo en Neve sintió que estaba cambiando.

Se veía distante, pensativo, y un poco oscuro.

No sabía de que se trataba pero por su paz mental, decidió darle su espacio.

Quizá no era el momento de volver a ser amigos.

Decidió descargar sus frustraciones de la única manera en la que sabía.

Llegó a su habitación y tomó la primera hoja blanca de opalina que encontró y una pluma de gel de punta 0.5 mm y comenzó a trazar finas líneas de el cuerpo de una chica.

Sin darse cuenta, se la pasó mas de dos horas en aquella imágen.

La guardo en un viejo folder rojo de palanca y la metió en su mochila por accidente al escuchar que su madre abría su puerta.

-Cariño, ya es tarde, ¿no vas a bajar a cenar?

-No tengo mucha hambre mamá -respondió avergonzada.

-Pues te traje un pedazo de pizza por si te da hambre, pero recuerda que mañana debes estar lista después de la escuela para acompañar a tu padre para su exposición en el museo de la ciudad.

-Si mamá -sopló frustrada.

-Te dejé el vestido que debes usar colgado en tu ropero, no lo vayas a arrugar, por favor.

-Ya se mamá -contestó de la misma manera.

-Recuerda lleg...

-Llegar temprano -la interrumpió algo harta de las ordenes de su madre que parecían ser las mismas cada día.

-Buenas noches -cerró la puerta con cuidado.

Neve apoyo la nuca contra la silla de modo que se quedo viendo al techo de su cuarto.

-Ni siquiera me gusta usar esos vestido -cerro los ojos y suspiró tristemente mientras se acomodaba aquella vieja y larga playera llena de pintura que le llegaba a los muslos.

-Ni siquiera me gusta usar esos vestido -cerro los ojos y suspiró tristemente mientras se acomodaba aquella vieja y larga playera llena de pintura que le llegaba a los muslos

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La chica que sentía lo que era un corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora