Nota: 17 Diego Almirante Posdata: Decisiones

8 0 0
                                    


Al escuchar a Félix, mi desesperación creció por segundos. No quería imaginarme que estaría pasando con Elisa y con mi madre. No podía quedarme ahí a esperar.

Caminaba sin parar por mi celda, que parecía cada vez más pequeña en comparación con el sofoco que empezaba a sentir. Mi pecho se hinchaba con la presión que emanaba de mi cuerpo, quería que algún tipo de poder creciera en mí. Gritaba para que algún oficial fuera a mi casa a inspeccionar, pero nadie estaba. O solo me ignoraban. Malditos mil veces malditos. Si a mi madre o a Elisa le sucedía algo, nunca me lo perdonaría. Y haría lo que fuera por hundir a Félix.

La sangre bombeaba mas rápido por mi cuerpo, mis venas hacían esfuerzos por contenerla, fuerte tensiones se instalaron en mis oídos. Mi cuerpo parecía una maquina a todo vapor. Me estrelle varias veces contra los barrotes sin conseguir nada, solo que mi furia creciera mas. "ELISA"-grite con todas mis fuerza. Patee la cama, y trate de respirar, parecía que mis pulmones se negaban a aceptar aire. Solo quería salir, mi mente no razonaba. Tenia que salir de allí.

Por suerte minutos después se acerco un oficial, me extrañe al ver que no era Lara. Dijo que podía salir al descansillo donde los demás se reunían a ver televisión. Me mantuve tranquilo hasta que hubo abierto la puerta. Con un hábil movimiento me hice con su arma, para mi beneficio era un novato, intento golpearme, pero no me alcanzo con sus débiles movimientos.

Golpee su nuca con el arma, y lo deje en el suelo.

Con cautela camine por los pasillos. La oficina estaba llena de policías, había un bullicio de radios y conversaciones obscenas. Solo había una salida. Y no tenía tiempo para perder. Corrí al ascensor y varios de ellos gritaron para que me detuviera. Las puertas del ascensor se abrieron y vi salir a un policía dispare en su pierna, lo desarme y presione los botones para bajar.

En el primer piso vi a mi madre, hablaba con unos policías, parecía angustiada. Le grite para que viniera y puse mi arma en la sien del hombre herido que me acompañaba. Todos me miraron y mi madre corrió hasta mí. Presiono los botones con prisa. Me informo que Félix tenía a Elisa. Y deje de escuchar el resto. Nada entraba por mis oídos. Las puertas se abrieron y había dos policías esperando, dispare a sus pies, sin darles oportunidad y me eche a correr. Mi mama señalo el auto. Ambos subimos y arranque.

Conduje tan de prisa que solo fueron minutos en los que aparque desastrosamente en la mansión.

��Q�z�|

Notas de una muerte significativa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora