XIV:Corazones rotos

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Los meses se tornaron oscuros para dos de las cinco princesas.

La palabra soledad era la que describía la vida de Hilary, era invierno su época favorita del año, pero ni siquiera la blanca nieve podía animarla, lo extrañaba aun que jamás lo admitiría en voz alta, extrañaba a su mejor amigo, extrañaba a Ian y lo que más le molestaba es que él no lo sabía o eso era lo que creía Hilary. Acua ciertamente seguía siendo su mejor amiga, pero en las tardes mientras Acua acompañaba a sus padres en la cena o iba a nadar en la playa Hilary se quedan sola caminaba por el bosque e iba directo al claro para esperar encontrarlo, pero él nunca aparecía se sentía como esa niña pequeña a la que dejaron sus padres otra vez.

El timbre sonó y poco después unas angelicales voces iniciaron a cantar villancicos ,Hilary vio por el picaporte que no era el grupo de Valentina no había razón para abrirles por lo que dio media vuelta y subió a su habitación ,conecto sus audífonos a su nuevo teléfono regalo adelantado de navidad por parte de su tía ,también regalo de consolación por no poder estar con ella en las fiestas por trabajo tal parecía su tía Belinda tenía un curso justo en noche buena por ello Hilary pasaría navidad con Acua y sus padres o al menos ese era el plan ,Tania daría una gran fiesta de noche buena a la que también estaba invitada pero en ese momento la princesa de hielo no estaba de ánimo para nada de eso. Sus manos empezaron a enfriarse y posteriormente a cubrirse levemente de escarcha ,miró por su ventana la nieve había parado de caer pero aun así había bastante regada ,se colocó sus guantes, guardo su teléfono en el bolsillo y bajo por su ventana ,miró su abrigo antes de salir y decidió no tomarlo recordando que si Ian estuviera con ella la obligaría a ponérselo para no llamar la atención<<pero él no está aquí y no tengo que seguir las órdenes de alguien que me dejo sola >> con cierto rencor dejó el abrigo de lado y se paseó por el centro de la ciudad con una blusa de tirantes y shorts desgastados. Se contoneaba por las calles ignorando a los demás mientras ella era el centro de atención, la gente la miraba raro al verla pasar.

Ese día Hilary sé disponía a hacer sus compras de navidad, por lo que entro a la única tienda de antigüedades que había en la ciudad

- Un colgante con forma de pájaro para Valentina, un marco de fotos para Fátima, un joyero con conchas marinas para Acua y un cojín con estampado de flores para Tania- decía en voz muy baja mientras buscaba todo dispuesto a pagarlo

- ¿encontró todo lo que buscaba? -pregunto la chica detrás del mostrador

- si

- tenemos nuevos dijes con temática navideña a sólo un dólar la pieza - dijo la empleada mientras señalaba un pequeño cofre con varios dijes, Hilary los vio de reojo y uno particularmente llamó su atención un copo de nieve pequeño y fino que parecía estar hecho de cristal.

- agregue esto a la cuenta- dijo Hilary dándole el dije.

- muy buena elección señorita -dijo una tercera voz, una mujer mayor dueña de dicha tienda a quien Hilary conocía gracias a Valentina ya que la había acompañado en una ocasión al evento de bingo para ancianos que la princesa de viento organizo - pero debo decir que ese es parte de un juego de dos

- sólo quiero uno

- no nada de eso, dale el otro dije, será un regalo por tus compras-declaro la anciana con una sonrisa, la empleada obedeció sin decir palabra cobro las cosas las empaqueto y se las dio a Hilary

- felices fiestas -se despidió Hilary antes de emprender el camino de regreso a casa, su tía aun le prohibía salir sola y su vecina seguía delatándola motivo por el cual seguía entrando y saliendo por su ventana. Escaló la pared como siempre y dejó la bolsa dentro de su habitación con sumo cuidado, se disponía a entrar cuando dio un mal paso y resbaló - torpe -se reprendió ella misma mientras maldecía en voz baja pues la posición en la que estaba no era para nada agradable, sus piernas colgaban mientras sus manos se aferraban al marco de su ventana para no caer, la altura no era demasiada pero ciertamente considerable caería en nieve, pero no estaba del todo segura de no resultar herida. Sus manos empezaron a resbalarse poco a poco hasta que estas ya no aguantaron su peso, cerró los ojos con fuerza esperando el impacto que jamás llegó.

¿Princesas? No lo creoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora