- 02.

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Nathaniel POV.

No tenía idea de qué tramaba Castiel. Confieso que me sorprendió en demasía el que se interesara por lo que me sucedía, pero me tranquilizó un poco. Quizá un tiempo atrás me hubiese negado rotundamente, aunque dudaba mucho que Castiel fuese a actuar como lo hizo hoy. Pero sabía que ahora Castiel tenía claro que todo aquello había sido una mala jugada de parte de su, ahora, ex novia. Y también sabía que el pelirrojo era demasiado orgulloso como para disculparse, así que simplemente me limité a seguirle todo aquél rollo de 'te sigo odiando'.

Caminé tratando de seguirle los pasos, pero admitía que Castiel era un poco más alto que yo y de esa manera sus pasos eran un tanto más largos que los míos. Pero lograba seguirle el ritmo.

Demonio iba delante de nosotros; de vez en cuando me lanzaba alguna que otra mirada. Daba miedo, no porque los perros no me gustaran, pero realmente daba miedo. ¿No podía tener, no sé, un gato negro?

Entré con suma lentitud al lugar. Claramente el primero en entrar fue Demonio, corriendo en dirección a la cocina donde pude escuchar el ruido que hacía al masticar las pastillas para perro. Me quedé de pie en la sala. Conocía aquella casa perfectamente, no la había olvidado y conociendo a Castiel supuse que todo se encontraba igual.

— Lleva tus cosas a la habitación de invitados. Luego te explicaré las reglas de ésta casa —comentó Castiel. Pude notar cierto tono de diversión en su voz, pero no estaba muy seguro de eso. ¿Reglas de la casa? Viniendo de Castiel era extraño. Me limité a asentir con la cabeza mientras seguía al pelirrojo hacia una habitación. Comparada con mi, ahora ex, casa ésta era más pequeña. De hecho tenía una sola planta, tres habitaciones, la sala, la cocina y el baño.

En el corto camino observé todo a mi alrededor como si fuera la primera vez que estaba en ese lugar, pero lo cierto era que tenía razón, nada había cambiado.

— Como bien podrás imaginar mi nivel de cocina es.... Nulo. Así que o bien puedes ser como un ama de casa y preparar la cena, o te conformas con comida chatarra. De hecho, si gustas, puedo conseguirte hasta un lindo traje de mucama —si, a pesar de la situación Castiel no podía evitar dejar a un lado las bromas. Lo observé con mi peor cara, el ceño fruncido y dejé con fuerza la mochila sobre la cama— Ya, era broma rubia, no te alteres. Iré a pedir pizza.

Una vez que Castiel salió de la habitación, cerrando la puerta, me senté en la cama dejando salir un largo y pesado suspiro. ¿Quién podría haberse imaginado que, entre tanta gente, justo fuera Castiel quien me haya ayudado y me haya dado acogida en su casa? Nadie. Nadie podría haberlo imaginado. Pero me sentía más seguro con Castiel que con mi padre, sabía perfectamente que el pelirrojo no me golpearía, al menos no lo haría por cosas tan mínimas.

Me había cambiado de ropa, colocándome algo un poco más cómodo. Aún me sentía extraño. ¿Cómo no estarlo si me encontraba bajo el mismo techo que quien resultaba ser mi "peor enemigo"?

Castiel POV.

No tenía idea de lo que estaba haciendo. No comprendía la razón por la cual no pude solo seguir de largo y dejarlo ahí en medio del parque. Quizá había un pequeño peso en mi conciencia por saber que Nathaniel no fue el culpable de lo que sucedió con Debrah, y que soy yo quien debo disculparme con él. Probablemente deba hacerlo, pero es que mi orgullo es tan grande que no sé ni siquiera cómo comenzar.

Demonio había comido todo lo que estaba en su plato, no lo culpo, luego de correr tanto quién no estaría hambriento. Finalmente pedí algo de comer, no era mentira lo de que mi nivel de cocina es cero. Vamos, ¿para qué arriesgarme a incendiar mi casa cuando podía dejar que otros hicieran el trabajo mientras me sentaba a ver televisión?

La diferencia en aquél momento era que la tv estaba apagada, y a mi lado en el sofá se encontraba un rubio bastante decaído. El silencio comenzó a ser incómodo, al menos para mi, ¿qué tengo que decirle? No tenía idea.

— Nathaniel ¿has hablado con alguien sobre tu situación familiar? No es algo que se pueda tomar a la ligera —murmuré, aunque soné un tanto brusco, pero vamos todos saben que así es como soy. Él se limitó a negar despacio con su cabeza, levantando con lentitud la mirada hacia mi, manteniéndola por un momento.

— No podía. No puedo. —susurró con algo de temor en su voz. Admito que me gustaba molestarlo y gastarle bromas, pero era la primera vez que lo veía de esa manera y sabía que era la única persona ahora que sabía a fondo su situación. Me quedé en silencio durante lo que creí que fueron un par de segundos, pero fue mucho más.

— Lo siento —susurré repentinamente. Mi mirada estaba fija en la televisión a pesar de que ni siquiera la había prendido y pude sentir una mirada confundida de parte del rubio— Lo siento por no haberte creído, con lo de Debrah. Sé que ya ha pasado mucho pero también sé que yo soy quien te debo una disculpa, solo que mi orgullo no me lo permitía en absoluto. —Listo, lo había dicho. Más le vale haberme escuchado porque no estaba dispuesto a volver a repetir aquellas palabras. Giré mi rostro con lentitud hacia el rubio, notando ahora como su mirada había pasado de confusión a sorpresa, y una leve sonrisa aparecía en su rostro— Pero no te emociones tanto, no vas a salvarte de mis bromas, rubia.

Nathaniel POV.

Sabía lo difícil que era para Castiel disculparse, más aun por algo que sucedió un tiempo atrás. Porque vamos, es Castiel, todo mundo sabe que prácticamente su orgullo lo ciega. Así que realmente me hizo sentir mejor el que se haya disculpado. Tenía por seguro que no me iba a salvar de sus bromas y que su comportamiento no iba a cambiar, pero sus disculpas habían hecho el ambiente menos incómodo.

— Acepto tus disculpas, Castiel —murmuré finalmente luego de dedicarle una sonrisa, rodando mis ojos ante su último comentario. Lo sabía.

— Y mientras no molestes te puedes quedar aquí cuanto quieras. Sé que debe ser una jodida mierda tener que, probablemente, buscar un trabajo para así conseguir un apartamento y toda esa porquería. —mientras Castiel hablaba no pude evitar desviar la mirada hacia sus labios. Eran finos, y se movían con rapidez. Moví mi cabeza levemente. Podría estar contento porque Castiel me había ayudado, y porque se había disculpado conmigo. Pero vamos, tengo un secreto que me lo debo llevar a la tumba porque estoy cien por ciento seguro que si se lo cuento me echará a la calle sin dudarlo.— ... lo que uso lo limpio cuando a mi me da la gana, así que no tienes que molestar con eso. Si te gusta la limpieza entonces te pones como ama de casa y limpias, pero a mi no me jodas con limpiar. Tienes que tratar bien a Demonio, y donde te pongas muy pesado lo mando a que te moleste el resto de tus días. ¿Entendido? —El pelirrojo giró su rostro hacia mi. La verdad es que me había sumido tanto en mis pensamientos que no le había prestado atención más que a lo último que había dicho. Sin embargo me limité a asentir con la cabeza, fingiendo que había comprendido con exactitud cada una de sus palabras.

El timbre de la casa sonó. Había olvidado por completo que Castiel había pedido algo de cenar y no me había percatado hasta ese momento del hambre que tenía.



Buenas. Gracias por los comentarios y votos, obviamente también por tomarse el tiempo de leer. Es la segunda historia que publico, hace tiempo quería escribir algo en base a los personajes de CDM pero no fue hasta hace unos días que se me vino a la cabeza la idea. Voy a tratar de actualizar lo más seguido que pueda, pero a veces no me da tiempo. De antemano aviso que la historia no va a tener más de diez capítulos, pero voy a hacer el mayor esfuerzo para que sean largos. En fin, de nuevo gracias. Si gustan compartir la historia con otras personas a las que pueda gustarles no duden en hacerlo, se los agradecería.

Buenas noches.

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