- 04.

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Castiel POV.

¿Cómo empezar? Tengo un jodido problema. Un estúpido problema que tiene al rubio como protagonista.

Han pasado dos semanas desde que lo ayudé en el parque, desde que lo hospedé en mi casa y desde que me disculpé con él. Sorprendentemente aún sigue aquí. Hemos logrado convivir juntos, aunque parezca de locos. Sin embargo tenemos esos días donde a alguno de los dos les salta el cable (por lo general siempre soy yo) y peleamos. No una gran pelea, es una breve discusión que termina con Nathaniel encerrándose en donde es su habitación y gritándome que soy un estúpido.

Las discusiones siempre son por lo mismo. Él pretende que me pase el día entero estudiando en vez de estar con mi guitarra, pero no le entra en la cabeza todavía que no me interesa. Insiste en que debería leer un libro de estudio, le repito que no me joda, me dice que piense en mi futuro, le repito por segunda vez que no joda, y así sigue.

Pero ese no es mi problema. El problema es aún mayor. El problema es que me agrada. Me agrada convivir con él, me agrada su presencia a pesar de ser irritante, me agrada cómo intenta llevarse bien con Demonio y tratar de ocultar que le tiene miedo. Me agrada Nathaniel, y siento que no de una manera normal.

Vamos, si solo me agradara no estaría sonriendo como un estúpido mientras pienso todo esto y Lysandro me observa con una cara entre preocupado y curioso.

— ¿Te encuentras bien? —preguntó él, sacándome de aquél pozo de pensamientos donde me había metido.

— Si, estoy bien. Sigamos con la canción. —me apresuré a decir, tomando su libreta que, gracias a Dios, no había perdido. Al menos por lo que iba del día.

— Algo te sucede. Te conozco. Estás pensando mucho —Lysandro continuó con su mirada fija en mi, como si intentara descubrir mis pensamientos, ver a través de mi.

— ¿Insinúas que nunca pienso?

— No como lo haces ahora. ¿Me vas a contar qué te sucede?

— Es que Nathaniel me agrada, eso es todo —Solté finalmente, frunciendo el ceño como si eso me molestara de sobremanera. Aunque de hecho si me molestaba.

— ¿Y qué tiene de malo? A mi me agradan muchas personas, y no me enfada. Ni me hacen quedar pensativo —A veces sospecho que Lysandro, por más despistado que parezca, presta bastante atención a muchas cosas.

— Siento que me agrada de otra manera ¿si? —Dejé su libreta a un lado, recargando mi espalda en el sofá de su sala, ya que allí nos encontrábamos— No me agrada de la misma manera que tú me agradas.

— Te gusta —Afirmó Lysandro, con toda seguridad. Mi ceño se frunció aún más al oír aquella idea tan descabellada. Es que, vamos, no puede ni siquiera pasarse por la cabeza de alguien eso.

— No seas ridículo, a mi no me gusta el delegado de cuarta —Ataqué rápidamente. Lysandro tan solo me observó con un rostro algo divertido antes de tomar su libreta y comenzar a anotar lo que, supuse, estaba pasando por su mente.

Habíamos estado ensayando durante un largo rato hasta que ambos nos encontrábamos bastante cansados por lo que decidimos sentarnos en el suelo del sótano. Ensayábamos en el sótano del instituto por la noche. ¿Cómo entrábamos? Fácil, había llegado a un pequeño acuerdo con Nathaniel hace bastante tiempo. Sabía que era yo el que robaba sus llaves y entre charla y charla aceptó que ensayáramos aquí.

Lysandro continuaba escribiendo en su libreta, al parecer no quería que las ideas se escaparan de su cabeza. Y cómo no, si se escapaban tan fácilmente.

Finalmente levantó la mirada hacia mi, cerrando su libreta y guardándola en su bolsillo, cosa de la cual me aseguré ya que no quería tenerlo luego lloriqueando con que perdió su libreta.

— ¿Quieres ir a beber algo? Necesito despejar mi mente un poco —murmuré frunciendo levemente el ceño mientras Lysandro me observaba con algo de diversión, aunque no entendía el por qué.

— Despejar tu mente de Nathaniel, querrás decir. Adelante, vamos —prácticamente lo fulminé con la mirada antes de levantarnos y tomar nuestras cosas. Salimos del sótano, adentrándonos en el pasillo principal y me dirigí a la sala de delegados donde Nathaniel se encontraba. Nunca se cansaba de hacer papeleo, era exasperante.

— Rubio, nos vamos. Iré a beber algo con Lysandro, así que toma las llaves de casa. Más te vale que no te duermas o tendré que tirar la puerta abajo cuando llegue —Me miró algo divertido, parece que el día de hoy tenía monos en la cara que todo mundo me veía con diversión. Le dejé las llaves de casa junto con las del instituto y finalmente salimos de aquél lugar con Lysandro.

Podría estar seguro que mis mejillas se encontraban del mismo color que mi cabello ahora mismo. El calor que sentía en todo mi cuerpo era inmenso y no paraba de reír. Lysandro también reía, pero más bien se reía de mi, él no había tomado más que dos tragos. Por mi parte no pude contenerme de tomar... bueno, varios.

Una vez frente a la puerta de mi casa Lysandro tocó el timbre y la realidad me golpeó fuertemente. Tendría que ver a Nathaniel. No quería admitirlo frente a Lysandro pero si, quizá él tenía razón, quizá me gustaba y quizá si había bebido para despejar mi mente de aquél rubio. Pero tenía que enfrentarlo ahora, aunque fácilmente podría irme a mi habitación y acostarme a dormir.

La puerta finalmente se abrió y Nathaniel apareció del otro lado ya con sus pijamas puestos. Una risa salió de mi boca, ni siquiera sabía por qué y las manos de Lysandro sostuvieron mi cuerpo ya que comenzaba a tambalearme un poco.

— Lamento tener que dejártelo así, aunque por momentos puede mantenerse en pie. Te recomiendo que lo lleves a su habitación, lo tires en la cama y problema resuelto —murmuró Lysandro hacia Nathaniel, quien solo asentía con la cabeza algo confundido.

— Yo puedo solo, ya adiós —murmuré frunciendo el ceño y sosteniéndome del marco de la puerta para entrar en la casa mientras Lysandro seguía su camino.

Podía sentir la mirada de Nathaniel sobre mi, cosa que me molestaba pero a la vez me resultaba divertida ya que probablemente estaba en una lucha interna entre si dejarme ahí e irse a dormir, o ayudarme. Finalmente me ayudó, solo porque casi tropiezo al olvidarme que había un escalón delante de mi. Así que me sostuve de su cuerpo y pude sentir su respiración cerca. Fue un impulso, seguramente el alcohol en mi sangre me hacía hacer cada una de éstas cosas, pero giré mi rostro para poder verlo. Estaba tan cerca que hasta noté lo nervioso que él se puso a causa de eso, y me dio ternura. Mi mirada bajó hacia sus labios, examinando los mismos con atención. Un impulso, otra vez. Mi rostro se acercó al suyo y en menos de dos segundos mis labios atraparon los suyos en un beso. Mis ojos se cerraron y por un momento, mientras sentía la calidez de sus labios, me pregunté que demonios estaba haciendo. Pero todo eso se esfumó al darme cuenta de que Nathaniel estaba correspondiendo mi beso.


Lamento muchísimo la demora, no tenía terminado el capítulo y no he tenido tiempo de terminarlo hasta ahora. El próximo todavía no lo escribo pero prometo hacerlo lo más pronto posible o sé que me van a matar por dejarlo así, jaja.


QUÉDATEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora