- 06.

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Castiel POV

Traté de pasar el mayor tiempo posible fuera de casa. No es que no quisiera ver a Nathaniel, pero aún no podía aceptar el hecho de que realmente me gusta y de que lo besé, aunque no pueda recordarlo.
La distancia entre nosotros se fue haciendo gigante con el pasar de los días. Apenas nos dirigíamos una palabra, pero es que realmente ni siquiera podía hacerle una simple broma, no me atrevía. Me sentía débil.

Tomé la correa de Demonio. Había salido esa tarde a dar un paseo con él y era hora de volver a casa. Sabía que Nathaniel estaría ahí, prácticamente era una rata de biblioteca, y cuando no se encontraba en ella estaba en casa aún rodeado de libros. Es que no lo entiendo. ¿Cómo es posible que le guste leer tanto y retener tanta información en su cabeza? Apenas puedo recordar lo que desayuné ésta mañana.

Coloqué la llave en la cerradura y abrí la puerta, dejando entrar a Demonio primero ya que claramente él siempre debe ir un paso delante de todos. Cerré la puerta detrás de mi una vez dentro de la casa y observé alrededor. Todo se encontraba muy silencioso para mi gusto.
Caminé hacia la mesa al notar que sobre ésta se hallaba un papel. No quería pensar que era una nota de Nathaniel pero... si, era una nota de Nathaniel.

"Solo por si estás interesado, he salido al parque con Amber.
Volveré más tarde.
Nathaniel"

Solo había una cosa que no me resultaba nada segura de aquella nota: Amber.
Sabía que era inofensiva, es decir, su hermano siempre fue la luz de sus ojos, no se atrevería a hacerle ningún daño. Lástima que eso no se aplicara a un miembro especifico de su familia.

Nathaniel POV

Hacía un poco de frío aquella tarde. De por si el sol comenzaba a ocultarse, por lo cual había sido buena idea traerme un abrigo.
Caminé con las manos metidas en los bolsillos del mismo, a pasos lentos pues no tenía ningún apuro por llegar. En las inmediaciones del parque pude divisar a lo lejos la cabellera rubia de mi hermana. Me acerqué a ella y cuando alzó la mirada hacia mi le dediqué una pequeña sonrisa.

— Sé que nos vemos bastante en el instituto pero no tengo muchas oportunidades de hablar contigo, ¿cómo estás? —pregunté con interés mientras la observaba con suma atención. Inconscientemente buscaba en su rostro seguridad, la seguridad de saber que realmente todo iba bien. Ella me sonrió de vuelta, lo cual dentro de todo alivió un poco mi preocupación.
— Todo está bien, Nath —murmuró encogiéndose de hombros un poco— La casa parece un cementerio desde que te fuiste. Mamá y papá no se hablan mucho. Él no tiene con quién descargar su ira, así que cuando está enfadado simplemente se encierra en tu habitación, la cual por cierto está prácticamente destruida —murmuró con algo de pena. Me encogí de hombros ésta vez, restándole importancia— Mamá te extraña. Le cuesta admitirlo, pero lo hace. Y sabe que en el fondo ha sido mejor que te fueras.
— Lo sé. Pero realmente es una mierda no tener un hogar —murmuré con un dejo de tristeza en mi voz. Levanté la mirada nuevamente hacia Amber, notando una pequeña sonrisa en su rostro, algo pícara.
— Claro que tienes hogar, ¿acaso no estas viviendo con Castiel?
— Si, bueno, la convivencia con él se ha tornado un tanto difícil. Básicamente me ignora desde que llegó ebrio y me besó... —me quedé en silencio repentinamente. Mis ojos se abrieron de par en par luego de que aquellas palabras salieran de mi boca y observé a mi hermana, quien me miraba con la misma expresión, aunque con un aura de felicidad que se notaba a mil kilómetros de distancia.
— ¿CASTIEL TE HA BESADO? —preguntó a viva voz. Agradecí enormemente que el parque no estuviera concurrido a esa hora, puesto que no quería que algún chico del instituto lo escuchara.
— Si, lo ha hecho, no lo recuerda y me ha tratado indiferente éstos últimos días.
— ¿Por qué te trata indiferente si no lo recuerda? ¿Aún no le has confesado que te gusta desde, no sé, desde que son niños?

Me limité a encogerme de hombros, abriendo la boca para responder cuando escuché unas fuertes pisadas. Las reconocía, sabía de quién eran no solo por su sonido, más bien fue porque todo mi cuerpo se erizó y el miedo se apoderó de mi por completo.
La cara de Amber demostraba miedo y sorpresa. Jamás concurría a aquellos lugares, era inexplicable que se encontrara allí ahora. Pero así era. Mi padre se acercaba a nosotros con una rapidez sobrehumana.

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