- 03.

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El despertador del rubio sonó exactamente a las seis y media de la mañana. Solía despertar temprano para poder hacer todo a su debido tiempo; ducharse, desayunar y caminar hacia el instituto. Pero la verdad era que se encontraba sumamente cansado esa mañana, por lo que no prestó atención a aquél irritante sonido. Sin embargo fueron las sacudidas que Castiel le daba lo que lo despertaron.

— Arriba, rubia. Hay que ir al insti —murmuró el pelirrojo. Una vez que se aseguró que Nathaniel estuviese despierto dejó de darle aquellas molestas sacudidas. El rubio observó su reloj y se levantó de un salto, alterado por la hora que era.

— ¡Castiel en media hora entramos a clases! —exclamó alterado aún, mientras comenzaba a buscar por su maleta la ropa que se pondría. Una vez que encontró todo, tomó una toalla para meterse con rapidez al baño y abrir el agua de la ducha.

— No te alteres, rubita, no llegarás tarde —oyó las risas de Castiel, lo cual hizo que se enfureciera. Quizá Castiel no tenía problema en llegar tarde, o llegar sobre la hora. Pero Nathaniel si. Así que se apresuró a darse una rápida ducha y una vez que estuvo listo en cinco rápidos minutos se apareció en la cocina con su mochila sobre la espalda.

— ¿Por qué estás tan tranquilo? ¡Faltan veinte minutos, Castiel! ¡Llegaremos tarde! —Nathaniel aún se encontraba alterado, lo que hizo reír al ojigris. Éste negó con su cabeza lentamente antes de terminar una de sus tostadas y finalmente tomar su mochila, colgándola en uno de sus hombros.

— Rubia, son solo diez minutos de aquí al instituto. No te alteres. Además, no te hará nada llegar tarde una vez.

Nathaniel caminaba con prisa, mientras Castiel caminaba a paso normal, fumando un cigarrillo. Éste último tenía razón, no habían sido más que diez minutos de camino hacia el instituto. Nathaniel respiraba algo agitado, había caminado casi corriendo y pudo sentir al pelirrojo pararse su lado con una sonrisa burlona.

— Diez minutos de camino. Te lo dije. —murmuró con una sonrisa ladeada.

Los murmullos en los pasillos se hicieron presentes cuando todos vieron llegar a ambos juntos. No era normal, más aún no era normal que Castiel llegara temprano. Éste frunció el ceño y dio media vuelta, dirigiéndose al patio. Nathaniel por su parte se apresuró a entrar en la sala de delegados.

Castiel POV.

Menudos idiotas. ¿Tanta sorpresa causa que una vez en mi vida llegue temprano? Ni siquiera tan temprano, diez minutos. Y todo fue culpa de Nathaniel, si no estuviese tan apurado e interesado en tener un historial de asistencia perfecto esto no pasaría.

Me acerqué a la banca, sentándome mientras observaba alrededor como todos entraban al instituto, hasta que divisé aquella cabellera blanquecina acercarse a mi.

— Pensé que, ya que habías llegado temprano, también entrarías a clase en hora —murmuró Lysandro mientras se sentaba a mi lado. ¿Quién era él? En pocas palabras, mi mejor amigo. Tenía un estilo peculiar, con decir que era un amante de la época victoriana les diría todo. Además de que era bastante olvidadizo.

— Sabes que eso no es propio de mi, Lysandro —murmuré en respuesta negando con mi cabeza.

— ¿Y qué es eso de llegar con Nathaniel? Creí que no se llevaban bien —Lysandro frunció levemente el ceño, claramente porque no comprendía lo que estaba sucediendo.

— Bueno, tuvo unos problemas personales y se está quedando en mi casa. No entraré en más detalles —La verdad era que me estresaba hablar sobre éste tema, aún con Lysandro.

— Comprendo. Sabía que tenías un lado bueno, aún con Nathaniel —él me sonrió, por lo que solté un bufido cruzándome de brazos.

— Ya, calla. Ibas a enseñarme algo que escribiste —El silencio se hizo presente entre los dos. Alcé una de mis cejas ahora dirigiendo la vista al peliblanco a mi lado, quien se encontraba con la mirada un tanto perdida— ¿Lysandro?

— Si... —Salió de aquél trance, y pude notar sus mejillas con un leve tono rosado. Sabía lo que diría a continuación— He perdido mi libreta. Déjame buscarla y te mostraré.

Negué levemente con mi cabeza mientras soltaba una risa, viendo como Lysandro se alejaba. A eso me refería con despistado, cada día, al menos una vez, pierde su preciada libreta donde anota cada idea para una canción. Tenemos una banda juntos. Bueno, en progreso, en realidad nos hace falta un baterista. Lysandro es quien canta, yo soy el que toco la guitarra. Tenemos grandes idea, pero sin alguien que nos acompañe en la batería es un poco complicado.

Tomé mi mochila del suelo al oír la campana sonar, caminando a paso lento hacia la primera clase.

Nathaniel POV.

La mañana había pasado con cierta rapidez, y sinceramente me encontraba un tanto distraído. No podía dejar de pensar en Castiel. No en ese sentido. Es decir, aún me sorprendía el que me ayudase, y sabía que si se lo preguntaba sacaría su mal genio y diría alguna tontería, porque él es así.

— Nath... ¡Nathaniel! —sacudí mi cabeza saliendo de mis pensamientos al oír una voz llamándome con exigencia. Melody se encontraba frente a mi, observándome con curiosidad— ¿Te encuentras bien? Estabas algo perdido.

— Si, si. No pasa nada, estaba pensando un poco —respondí, dedicándole la mejor sonrisa que pude para que cambiara de tema. No es que me molestara su presencia, pero en aquél preciso momento no era lo que más quería. Es una buena chica, es amable, es simpática. Al menos conmigo.— ¿Qué sucede?

— He terminado el papeleo, así que me voy a casa. Solo quería avisarte eso. —me dedicó una de sus típicas sonrisas y se acercó a mi rostro para poder dejar un beso en mi mejilla.— Nos vemos mañana —murmuró finalmente, antes de darse media vuelta tomando sus cosas y caminando hacia la puerta de la sala de delegados— Oh, hola y adiós Castiel —pude oír que murmuraba. Al escuchar el nombre del pelirrojo giré mi rostro casi con brusquedad, viendo al antes nombrado de pie en la puerta. Me sorprendió un poco el verlo allí, hasta que recordé que vivíamos juntos, por lo que supuse estaba esperándome ya que él era el único que tenía las llaves de su casa.

Melody se había retirado hacía unos pocos minutos y Castiel solo se quedó en silencio, observándome con suma atención mientras por mi parte terminaba de ordenar todo aquél papeleo.

Castiel POV.

Sabía que Melody estaba detrás de Nathaniel, pero no le había tomado importancia hasta aquél preciso momento en el que vi cómo besaba su mejilla. Por favor, es que a mil kilómetros se nota que le trae ganas. Es exasperante, me enferma. Me quedé en la sala de delegados sin decir una palabra. Estaba molesto y no tenía idea de la razón, solo esperaba que el delegaducho de cuarta terminara el jodido papeleo para poder irnos a casa. 



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