Epílogo.

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La llegada a Rose Valley fue en completo silencio, no había motivo para alegrarse de volver.

Cuando entraron, vieron la casa hecha un desastre, los muebles habían sido destrozados, las paredes lucían enormes graffitis, el polvo cubría los pisos y los muebles de la casa. Los bándalos habían hecho estragos en ella durante los meses que estuvieron fuera.

―Parece que tendremos mucho trabajo ―comentó Catherine mientras levantaba una silla para ponerla en su posición.

―Voy a buscar algo para sacudir el polvo ―ofreció Kelly.

―De acuerdo ―contestó Catherine, luego se acercó a Cortana―. Deberías sentarte. Voy a decirle a Kelly que vaya al minimarket a comprar algo para comer.

―Si ―contestó la joven, sin ánimos de decir nada más. Al quedarse sola, Cortana se sumió en sus pensamientos.

Cuando llegaron a Minister la primera vez, no pensó que aquello fuera a ocurrirle, nunca imaginó que tendría debería vivir sin John. Le aterraba la idea de vivir en aquel planeta sola, sin la compañía de quien durante más de ocho años se había ganado su respeto y amor. Por primera vez desde que recordaba, se sentía realmente sola. Y aunque sabía que algún día John saldría de prisión, para ella aquello suponía una eternidad.

Las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos, no podía evitarlas, odiaba llorar, pero no tenía el control sobre ellas, justo como la situación en la que estaba. Aún así, le preocupaba más John, siempre sumido en la soledad, condenado a vivir solo siempre. Estaba segura que después de aquellos seis meses de vivir entre la gente y de convivir en un ambiente familiar, se sentiría extraño al volver a lo que había conocido anteriormente. Para ninguno de los dos sería fácil el camino y eso era lo que más la entristecía.

Había imaginado una realidad muy distinta a la que vivía en ese momento. Se había ilusionado al pensar que John estaría con ella, que su huida de la Tierra no tendría consecuencias. Qué equivocada estaba.

Se levantó de la silla, subió las escaleras y se encaminó hacia la habitación que había compartido con John anteriormente. Al abrir, pudo notar que el estado de la alcoba era igual al del resto de la casa, todo estaba destrozado. Sin mucho ánimo acomodó algunas cosas, sacudió el polvo y sin esperar nada más, se acostó, esperando que el sueño la tomara para no pensar más en su desgracia.

Catherine volvió unos minutos después de haber hablado con Kelly, cuando llegó a la cocina, no vio a Cortana y se preocupó, la chica no estaba bien y temía que hiciera algo estúpido. Corrió de inmediato a la segunda planta y por instinto entró en la habitación de John. La encontró dormida, sus ojos con evidentes signos de llanto estaban cerrados, mientras su respiración era pausada, signo inequívoco de que la chica dormía.

La pequeña apagó la luz y cerró la puerta en silencio, no queriendo perturbar la tranquilidad del lugar.

Minutos después llegó Kelly con algunos víveres en una bolsa. Catherine estaba sentada en uno de los empolvados y maltratados sillones de la sala.

―¿Dónde está Cortana? ―preguntó la mujer.

―Está dormida ―la voz de la pequeña sonaba apagada, como si hubiese estado llorando.

―Si te sirve de consuelo, Fred hará todo lo posible para ayudar a John.

―Lo sé. Pero de todos modos, me siento mal por ellos. Quise ayudarlos para que fueran felices y mira en lo que todo esto acabó.

―Sabes perfectamente que esto no acabaría bien. Pero alégrate al recordar que aunque sea por poco tiempo, ambos pudieron ser felices.

―Yo quería que lo fueran por mucho tiempo. Por muchos años los condené a una vida de soledad y sufrimiento. Quería al menos retribuírle ese daño a John. Pero veo que solo sirvo para crear desgracias.

Halo: HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora