Capítulo 10: Armas para el entrenamiento.

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―¿Tengo que cargarte mientras corro? ―preguntó Cortana en un tono que se antojaba como reproche.

―Es para que adquieras fuerza en tus piernas y brazos ―argumentó Kelly comenzando a ponerse peso extra en la ropa, después comenzó a hacer flexiones.

―¡Pero apenas es el primer día! ―volvió a protestar la chica―. Y para colmo son las cuatro de la madrugada ―bostezó en señal de que aún le quedaba sueño.

―No te quejes y prepárate para cargarme los próximos 30 kilómetros ―rápidamente, Kelly se puso detrás de Cortana y se trepó a su espalda haciendo que las dos cayeran al suelo.

―¡Oye, al menos avisa cuando te vayas a subir sobre mi! ―gritó molesta la aprendiz de supersolado.

―Te quejas demasiado y haces poco. Agradece que es a mi a quien vas a cargar y no a John ―la veterana Spartan ya comenzaba a cansarse de las protestas de su amiga.

―Eso va después. Durante esta semana cargarás a Kelly sobre tu espalda, la próxima me cargarás a mi. Por cierto... también debes llevar esto contigo ―de una bolsa, John sacó lo que parecía un bloque de metal―. El peso de ese bloque es similar al de un rifle de asalto MA5B ―lanzó el objeto a las manos de la chica, quien por poco se cae de nuevo al atraparlo.

―Bien. Entonces, corre en esa dirección hasta la marca roja que hay a 15 kilómetros de aquí, luego volveremos ―Kelly se acomodó lo mejor que pudo y después le dio una nalgada a Cortana―. ¡Corre yegua! ¡corre!

A la joven no le quedó más remedio que comenzar a correr sin haber tenido tiempo de calentar sus músculos, sin duda alguna, al día siguiente el dolor no la dejaría estar en paz. John comenzó a correr detrás de ellas. De una pequeña bolsa sacó un bulto de lo que parecían ser piedras. Luego, comenzó a arrojárselas con fuerza.

―¡Oye, no dijiste nada acerca de arrojarnos piedras! ―esa vez fue Kelly la que protestó.

―No protestes ―John arrojó otra piedra, la misma que le dio en la frente a la mujer.

―¡Corre más rápido Cortana! ―Kelly odiaba ese aspecto de John durante los entrenamientos. Siempre salía con alguna sorpresa desagradable.

―¡Lo haría si no fueras tan pesada! ―la respiración de la chica ya era agitada en ese momento y el peso extra de cargar con Kelly y el bloque de metal que John le había lanzado no le hacían más fácil la carrera. Además, apenas había recorrido 400 metros.

―Sin nuestra armadura, los Spartan podemos cargar hasta tres veces nuestro peso corporal y tú solo estás cargando el doble ―volvió a hablar John con energía mientras corría tras las dos mujeres.

Una nueva piedra impactó contra un hombro de Cortana, quien resistió el dolor a pesar de todo. La misma rutina se repitió durante toda la carrera, hasta que la chica llegó a la marca roja.

―Volvamos ―dijo John con tranquilidad, su respiración apenas afectada por la carrera. Sacó otra bolsita con piedras―. Al menos, esta vez, trata de esquivarlas― lanzó otro guijarro impactando en un glúteo de la chica.

―¡Cuando lleguemos a casa vas a ver! ―gritó Cortana mientras empezaba a correr de nuevo.

―¡Lo mismo digo! ―secundó Kelly cuyas partes del cuerpo en donde habían impactado las piedras ya presentaban enrojecimiento y más adelante seguramente moretones.

Cuando por fin estuvieron en su casa, Cortana soltó a Kelly, quien de inmediato se bajó de su espalda. La chica se tiró al piso completamente agotada.

Halo: HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora