Capítulo 5: En nuestra otra vida.

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CAPÍTULO 5

EN NUESTRA OTRA VIDA 

Cuando desperté, estaba bien segura de que ese sueño no era un simple sueño, tenía que ser algo, era algo. Segura de eso, como de que mi nombre era Cristina, saqué mis pies del calor de los cobertores y los puse en el suelo. En el momento que lo hice tuve un repentino mareo, un mareo que fue provocado por una oleada de imágenes detrás de mis parpados, imagen tras imagen, sonidos, nombres, olores, voces, risas, colores, todo…

Me sujeté a la mesita de noche para estabilizarme, mientras esas imágenes dejaban de llegar, pero no era como si pudiera detenerlas, se sentían extrañas pero de alguna manera propias, y entonces entendí que era algo que me había dicho a mí misma en sueños. No eran sólo imágenes sin sentido, eran recuerdos lejanos de una vida pasada. Cuando asimilé eso pude sentarme de vuelta en mi cama y todo parecía ir normal otra vez.

Mirando las paredes familiares de mi habitación me di cuenta de que tenía toda una vida de recuerdos que de pronto estaban allí, como si hubiesen estado guardados en algún cajón de mi cerebro con llave, cuya llave estaba perdida, pero ahora la había encontrado de algún modo.

Eran recuerdos tan vividos y perfectos que eran casi como recuerdos actuales. Fácilmente podría proyectar uno en mi cabeza. Del primer día de clases en el preescolar, en esta vida, así como estar de piel en un altar con Carlo, el chico de los cabellos rizados en aquella vida pasada. Mis recuerdos de esta vida eran tan buenos como los de la otra.

Entonces tan abrumada como estaba me puse a llorar, lloré de alegría porque era como si me estuvieran regresando algo que me han quitado por mucho tiempo, algo que es mío, sólo mío y de nadie más. Busqué otro recuerdo de entre todos esos que tenía, y encontré uno, uno en el cual Carlo me decía que nuestro amor era tan grande que podría trascender cualquier barrera. Tal vez así había sido después de todo…

Y en aquel momento tuve un reconocimiento de la verdad, de todo eso que me había estado pasando desde que estos sueños empezaron ¡Yo no estaba deprimida, ni loca! Sólo extrañaba con toda mi alma a Carlo, que en esta vida era Louis, era por eso que desde que lo encontré tuve esa sensación de reconocimiento, de familiaridad. Otra cosa que sabía con certeza era que en mi otra vida sabía hablar inglés, y que Louis era italiano, esa era la razón de que ambos pudiéramos hablar esos idiomas, porque de alguna manera lo recordábamos…

¡Tenía que decírselo! Porque él no lo recordaba, quizá en un momento sí lo hizo, y más que yo, pero desde esa caída de pequeño lo olvidó todo. Esa esa la razón, pero aún había algo que sí recordaba, era el amor por mí, él me había descrito la sensación, la misma que yo sentía.

Ni siquiera sabía que día era, estaba tan desorientada y al mismo tiempo tan consiente de todo.

 Corrí al baño de mi cuarto y tomé una ducha tan rápido que resbalé en el suelo mojado, dándome un golpe en la cabeza, pero no le di importancia. Al salir me puse ropa normal, me debatí un sólo segundo entre eso y el uniforme, y ya lista, salí corriendo de la casa sin avisarle a mi  madre. En camino y a toda velocidad tecleé a Louis, diciendo que era de vital importancia que lo viera. Su voz sonaba preocupada al teléfono pero no se negó a verme en cuanto antes, así que nos citamos en nuestro parque favorito.

Llegué allí mucho antes que él, y me quedé de pie debajo del árbol que ya empezaba a perder fuerzas por el inicio del invierno. El viento corría a mí al redor con fuerza agitándome los cabellos, estos sueltos, se levantaban en una espiral oscura y vertiginosa, perdían forma y la recuperaban en la siguiente ráfaga de viento. En ese momento tuve un recuerdo, un recuerdo tan poderoso que me hizo caer al suelo de rodillas...

Solo una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora