Capítulo 7: Recuerdos del pasado.

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CAPÍTULO 7

 RECUERDOS DEL PASADO

Esa noche me quedé a dormir con él, sabía que mi madre se molestaría demasiado, pero prefería ver su enojo a dejar a Lou en ese estado. Me abracé a su cuerpo y simplemente me dejé llevar por los colores que inundaban mi mente casi todas las noches.

Dormí plácidamente hasta que a media noche un grito ensordecedor me despertó. Era un grito de auténtico terror, tan fuerte y atemorizante que la sangre se me congeló en las venas un segundo sólo para regresar a correr con más fuerza al segundo siguiente.

Louis ya no estaba en la cama conmigo, me puse de pie tan rápidamente que me desorienté y segundos después noté que él estaba en el suelo, a un lado de la cama. Se hallaba en una posición extraña. Con las rodillas pegadas al pecho y sus brazos alrededor. Tenía las manos tan apretadas alrededor de las rodillas que las puntas de sus dedos se tornaron blancas.

—¡Lou, Louis! —Grité al tiempo que me dejé caer al suelo tan bruscamente que mis rodillas crujieron —¿Qué ocurre?

Él no me contestó, tenía los dietes firmemente apretados y el rostro se le estaba tornando morado.   

—¡No me hagas esto, por favor! —grité, ya entrando en pánico.

Soltó sus rodillas y con un dedo ceniciento señaló su mesita de noche. Sin pensarlo corrí a ella y abrí el cajón, lo primero que vi fue un estuche blanco pequeño. Lo tomé con dedos temblorosos y lo llevé con él. Tiré todo su contenido en el suelo. Eran medicamentos para el asma, pero no sabía cómo adminístralos.

Louis vio mi rostro asustado y él mismo comenzó a abrir los medicamentos y a ponerlos en un inhalador. Lo puso entre sus labios y comenzó a aspirar fuertemente, mientras las lágrimas caían en sus mejillas. Tardó más de cinco minutos en hablarme.

—Estoy bien —Susurró, pero ocultó el rostro entre sus rodillas. Seguía llorando y eso me partía el corazón.

—¿Es así? —Pregunté, poniéndole una mano en el hombro —¿Lo que me contaste sobre despertar llorando?

—No.

—Louis, cuéntame…

—No es así —dijo mirándome a los ojos —Eso fue un ataque de asma.

—Pero gritaste —dije, pasando una mano insistentemente por su espalda.

—Porque duele…

—Louis —dije, con voz firme —me dijiste que esto no te pasa seguido. Algo lo provocó, te asustaste.

En ese momento desvió la mirada y las lágrimas volvieron a rodar por su rostro. Estaba completamente asustado y a punto de ponerse a temblar.

—Vi algo…—dijo por fin.

Me acerqué más a él. Lo más cerca que podía.

—Oh Dios, ¿Qué viste? —tomé su rostro entre las manos para hacer que me mirara.

—Nos vi a nosotros, a ambos. Cuando éramos ellos...

—Bien —le dije, pero lejos de estarlo —¿Qué ocurrió?

—No quiero hablar de eso.

—Louis —dije, firmemente.

—No me hagas hablar de eso.

 Me llené de terror al pensar en que pudo asustarlo hasta el punto que no quisiera compartirlo conmigo.

—Lo que sea, Lou, por favor dímelo. Nada puede ser tan grave. Eso te hará sentir mejor. A mí siempre me hace sentir mejor hablarlo.

Solo una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora