Capítulo 11: Reencuentro.

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CAPÍTULO 11

REENCUENTRO

El primero en entrar a la habitación de Louis fue Ali, entró detrás de Louis y de mí. En todo el camino no habíamos querido perderlo de vista, por temor a perderlo para siempre, como si aquello fuera un sueño frágil que puede terminar simplemente con un leve movimiento.  

La sonrisa en mi rostro ya comenzaba a dolerme, pero aquel dolor era algo placentero, una nimiedad en comparación con todos los demás dolores sufridos por su falta. Ahora estaba con nosotros. Louis en cambio, sonreía más con los ojos.

—Bonito —dijo Ali suavemente, con su lindo acento que ahora sabía era británico, al cruzar el umbral. Louis y yo lo miramos como si miráramos al sol luego de perderlo por días lluviosos.

—¿Qué cosa? —pregunté y él se volvió a nosotros, con una sonrisa en sus labios.

—La habitación —explicó —Carlo la ha mandado reproducir igual a la habitación que tenía en Francia.

Lou que tenía mi mano sujeta me dio un ligero apretoncito, tomando él la palabra.  

—Sí —dijo.

—Es por eso que la pared de allá está vacía ¿Cierto?  —preguntó Ali, señalando a una gran sección de pared en la parte frontal de la habitación, a la que siempre me pareció que le iría bien un retrato o algún librero.  

—Supongo…—comentó Louis que repentinamente se había quedado sin mucho volumen en la voz.

—¿Supones? —Se rió Ali acercándose a nosotros —Allí estaría tu ventana que daba vista a la torre —siguió como si debiera ser lo más obvio.

—Cierto —sonrió Louis, mientras nuestro amigo recorría la habitación. Se detuvo un momento frente al escritorio, en donde Louis había puesto aquella hoja grisácea que tenía impreso en blanco y negro el rostro de Ali, dentro de un pequeño portarretrato, que se encontraba a un lado de uno más grande que contenía una fotografía donde Louis y yo sonreíamos abiertamente a la cámara.

Él chico sólo sonrió, incapaz de exteriorizar todos sus sentimientos con palabras.

Después se retiró y se acercó al librero de Louis.

—Oh, Carlo —comentó, —pasando las yemas de los dedos por los lomos de los libros —Tú y tus malditos libros  —Sonrío, mirándonos —hasta podría adivinar unos cuantos títulos de los que tienes aquí…

Lou me llevó con él a través de la habitación hasta estar más cerca de Ali.

—Hazlo…—dijo y el chico rubio sonrió como un sol. Apartó la mirada de los libros pero sus dedos siguieron sobre los lomos y mientras los recorría comenzó a decir nombres al azar.

—La Biblia...El quijote…Grandes esperanzas…

—No en ese orden, exactamente…—lo interrumpió Louis y luego me soltó la mano.

—Sólo tú lo entendías en su locura por los libros  —comentó Ali dirigiéndose a mí y luego todos reímos.

Aquella risa que comenzó siendo sólo eso se transformó luego en llanto de alivio y luego de felicidad y más tarde en abrazos y besos. Mis mejillas estaban ya encendidas y mi corazón latiendo fuertemente cuando todos nos quedamos callados, por un momento conscientes de lo que estaba pasando, consientes en un sentido que no tenía mucho que ver con la felicidad.

—Ali —susurré. En aquel momento ya estábamos sentados los tres en el suelo de la habitación. Recargados en el costado de la cama de Louis.

—Mi nombre es Benjamín ahora…—comentó él, y Louis y yo asentimos, un poco avergonzados. Era estúpido seguir llamándolo Ali.

Solo una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora