Capítulo 5

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La luz del sol que entraba por la ventana, se filtraba a través de los párpados de Jared, que se cubrió la cara con la sábana a la vez que exhalaba un fuerte suspiro. Aguantó así unos minutos y finalmente la retiró de nuevo para alcanzar a ver los números digitales del reloj de su mesilla. Las 11:23. Se dejó caer boca arriba con la mirada perdida, siguiendo las líneas del cerco de escayola que decoraba el techo de la habitación. Finalmente había conseguido dormirse alrededor de las siete y media de la mañana. Gracias a Dios que era sábado y no tenían que trabajar. No creía que hubiera sido capaz de hacerlo. No hoy...



Después de que Jensen se fuera, con ese portazo que había estremecido hasta el último de sus huesos, Jared había roto en llanto. Los nervios que la situación le había provocado, hicieron temblar hasta la última fibra de su ser. Como pudo llegó hasta la cama y se tumbó de lado hecho un ovillo, con las rodillas pegadas a su pecho y la cara enterrada en la almohada. Su mente repasaba una y otra vez todo lo que Jensen le había dicho.. ~ Qué estás haciendo?; No me toques!; Vete al infierno!...~ El cansancio le venció ya con las primeras luces del amanecer reflejadas en los cristales de la ventana.



Ahora, un poco más tranquilo, pensó que tenía que hablar con Jensen, disculparse y conseguir hacer entender a su amigo que todo esto solo había sido un malentendido. Tenía que conseguir que le perdonase, que todo volviera a ser igual, porque si no, no tenía claro que iba a ser de él.

Se levantó decidido, se dio una ducha rápida y se puso sus pantalones de chándal, que le gustaba usar para estar en casa, y una camiseta de manga corta gris, que había visto mejores tiempos. Salió de su habitación y se fijó que la puerta de la de Jensen estaba abierta. Se asomó, pero su amigo no estaba allí. -Jensen?..- preguntó, por si estuviera en el baño. No recibió respuesta alguna. Bajó las escaleras y fue a la cocina. Nada. En el salón tampoco había ni rastro, se asomó por la ventana y miró hacia la entrada. Su coche no estaba. Jensen se había ido. Jared se dejó caer en el sillón que había junto a la ventana, echando la cabeza hacia atrás y cubriendo su ojos con su brazo, suspirando profundamente.



Jensen prácticamente no había dormido, algunos breves momentos de diez o quince minutos, que se veían bruscamente interrumpidos, cada vez que las imágenes de todo lo sucedido el día anterior, atravesaban de nuevo su subconsciente dormido.



A las ocho de la mañana, dio por imposible sus intentos de dormir. No quería ver a Jared. Realmente estaba enfadado con él, conocía a su amigo, y sabía que quería que hablaran y que intentaría disculparse. Pero él no quería escucharle. Joder, no quería hablar nada con él. No, por lo menos hasta aclarar sus ideas, y Jared, con su mirada triste y esos ojos de cachorro, made in Sam, no iba a ayudar. Se sentía presionado, así que, decidió marcharse y darse unas horas para ver qué hacía. Por suerte era sábado y no tenía que trabajar. Se duchó, se vistió con unos vaqueros gastados, pero enormemente cómodos, una camisa blanca y una americana gris, ya que parecía que la mañana había amanecido algo fresca. Salió de casa sin ni siquiera desayunar, no quería arriesgarse a toparse con Jared.



Condujo durante algo más de una hora, bordeando la costa, siempre le había relajado conducir. En el reproductor del coche, la nueva maqueta que su amigo Chris le había enviado, para que le diera su opinión, le distraía evitando que, otra vez, todo aquel lío, volviera a su cabeza. ~Tal vez debería llamar a Chris..~ pensó. Chris era su amigo de toda la vida, (cierto que no tenía una complicidad con el, como la que había conseguido con Jared en tan solo cuatro años), pero él le conocía bien, era una persona sensata y seguro que le aconsejaría bien. O al menos, le serviría para desahogarse, porque se estaba volviendo loco.

La música se vio interrumpida por el sonido del teléfono, que llegaba a través del bluetooth del coche. En el display del salpicadero apareció el número de Jared. Apretando el botón del volante, rechazó la llamada y la música regresó de nuevo a sus oídos. Condujo hasta Lyons Bay, una pequeña localidad de la Columbia Británica, poco habitada, pero con una gran afluencia de visitantes por el turismo, debido a la belleza salvaje de toda la naturaleza que le rodeaba. Dejó el coche y buscó algún sitio donde poder tomarse un café e intentar llamar a Chris.

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