Lección veintiuno: Caminos llenos de sinceridad.

56 9 40
                                    

Tengo el tiempo encima, eso es lo único que pienso mientras el primer bloque del horario termina y antes de darme cuenta, estoy siendo arrastrada hasta la cafetería con Milán.

Trato de manera casi imposible que mis cosas no terminen tiradas por todo el piso, sujeto a cómo puedo la mochila donde dentro ya están mis apuntes echas bolitas y muy arrugadas. Suspiro con pesadez, hacer de nuevo esos apuntes me llevará un par de horas.

—¿Quieres explicarme por qué tenemos tanta urgencia en llegar?

—Pareciera que no estudias aquí —eso me recuerda instantáneamente a Zac, él había dicho algo similar y eso me lleva a la idea de que quizás, ambos se conocen y no sería algo extraño, llevan tiempo estudiando aquí. Debo dejar de unir todo—. Hay un evento y le ayudaremos a Valentina a repartir volantes, nos ayudarás ¿verdad?

Me dedico a encogerme de hombros y asentir, ella sonríe antes de seguir caminando a paso veloz.

No es algo que me moleste, no mientras no intervenga con las clases por las tardes.

Al entrar a la cafetería lo primero que hacemos es tomar nuestra comida y enseguida de que nos sentamos en alguna mesa, llega Valentina, nos sonríe antes de empezar a sacar lo que parece un arsenal de papeles. Llevo a mi boca un poco de pasta y mastico lentamente, Valentina parece que se involucra demasiado en esto, de las primeras veces que la vi recuerdo que llevaba algo parecido.

—Milán dijo que es de un evento, pero no me dijo más —menciono, me estira un paquete menos grueso como sabiendo que iba a preguntar. —Gracias.

—No hay de qué. ¿Qué clase tienen? —le roba una manzana a Milán en el proceso de preguntar — Escuche que Gray nuevamente hizo de las suyas en el laboratorio de química y ahora lo están sanitizando.

Niega, dando un gran mordisco a su manzana. Reconozco a Gray, es fanático de la química y física, no compartimos muchas clases pero si las suficientes para no sorprenderme de lo que dice Val.

—Siendo sincera... ya se había tardado, el jueves pasado estuvo a punto de hacerlo, pero la profesora lo estaba vigilando.

—A veces no sé como lo hace, Gray tiene un don para meterse en problemas.

—No, sabe lo que hace —menciono, dejo de lado la pasta porque realmente no sabe tan buena y abro el pay —, mira cuando puede hacerlo y con que, nadie sale herido y consigue hacerlo entre semana, así que es apropósito.

—Ella tiene un punto.

Trato de sonreír, pero mi mente no deja de darle vueltas al mismo asunto, he organizado todo para hoy no tener que estar mucho tiempo con ellos y ganar tiempo, solo que inevitablemente tendré que volver y poner esa nota sin que me descubran.

El tema se desvía nuevamente a otra cosa mientras vuelvo a revisar el paquete de hojas: una competencia. Y no de cualquier cosa, sino que es de natación. Yo no nado profesionalmente, ni de broma, pero me gusta sentir el agua y flotar, sumergirme y saber que debo subir por aire, la sensación al mover mis manos y es cuando empiezo a extrañarlo. Sería una buena opción para desconectar.

—La piscina solo se utiliza para las competencias y entrenamientos, ¿no? —aprovecho que no hablan para preguntar. —Yo no podría entrar.

—Uhm, sí, creo.

—No, creo que con un permiso puede entrar más gente.

—¿Eso no era para crea otro club? Tipo los que no entraron.

—¿Eso significa qué...?

—No, no se puede entrar fuera de eso.

—¡No, espera! Si se puede, ¿recuerdas a Payson?

Una lección de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora