Lección diecinueve: Jugar con el tiempo de las personas.

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¿Por qué tiene que hablarme? ¿No ha sido indirecta suficiente las sonrisas de pura cordialidad que le doy cuando lo veo? Me puedo responder sola. No, no ha sido suficiente.

Brian trae puesto un disfraz de pirata, junto con el típico parche y alza su mano derecha donde trae mis zapatos.

¡Rayos! ¡Mis zapatos!

Siento mis mejillas calentarse, y es una ventaja que parte de mi cara esté cubierta.

Con cuidado de no tocarlo, alcanzo mis zapatos de sus manos con la punta de mis dedos y tras una sonrisa tensa, me los pongo sin querer mirarlo. Cuando levanto la mirada, espero no encontrarlo, pero me observa con una sonrisa ladeada.

—Gracias — respondo al ver que no se va. Las luces de a poco son encendidas, pero solo en ciertas partes así que no termino por ajustarme del todo.

—¿Estabas por irte?

No.

—Si.

Veo un rastro de desilusión pasar por sus ojos, muy poco tiempo para ser creíble pero el suficiente para saber que estuvo ahí.

—¿Puedo... puedo acompañarte?

Vacilo un poco al darle respuesta. No quiero, no por más que no tenga ni idea de donde encontrar la salida y regresar como si nada.

—No creo que tenga de otra.

No soy la única que le toma desprevenida, la voz a mi espalda me hace tensarme y rezar que solo sea una jugada de mi mente...

No, no, no. ¡Carajo, no!

Pasa a mi lado para colocarse junto a Brian. El contraste entre ellos es bastante claro, Brian con su aura un poco más cálida que la de Alexis, pero al final nada de eso le salva, porque no ha demostrado ser mejor que él, es que... ni siquiera tendría que demostrar algo porque las actitudes de Alexis ya lo dejan muy mal parado, y aun así creo que, en una escala, ambos están muy parejos.

—Yo creo que si — murmuro por lo bajo.

Alexis alcanza a escucharme porque sonreí de lado, una sonrisa sarcástica pero divertida.

—Estas rompiendo un par de reglas.

—Yo creo que lo has hecho tu antes, ¿en serio vas reclamar eso? —le regresa Alexis, sonando aburrido de tan solo tener que mover la boca para hablar.

Mientras ellos dos comparten un par de palabras me empiezo a cuestionar lo mismo, ambos están rompiendo una de las reglas de estas fiestas que tanto preocupan a los invitados, y que lo hagan... no me deja nada bueno.

Tiene sentido que Brian lo haga, creo que podría entenderlo, pero del otro chico no encuentro una lógica que lo haga estar metido en esto.

—Solo quiero encontrar la salida. No quiero que sigan rompiendo sus reglas o pierdan el tiempo. Brian —me dirijo a él —, gracias por los zapatos, pero creo que ya has hecho suficiente. Y Alexis, ¿podrías...?

—No tienes ni que decirlo.

Si, algo de no ser un inmaduro con el tema de los celos y que básicamente le va y le viene si hago lo que sea, se podría decir que es algo bueno de que sea él quien me descubra aquí.

Lo entiende sin necesidad de explicarlo, de exponer el tema, pero Brian lo toma como si fuera mejor la compañía de mi compañero.

Duda antes de asentir, y se va no sin darme una mirada que promete mucho.

Y me deja sola. Bueno, casi.

—Ven, te llevare a casa.

No se mueve, ni yo tampoco, hasta que entiendo que soy yo la que debe de avanzar para poder irnos.

Una lección de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora