Lección veinticuatro: un sentimiento llamado remordimiento.

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Alexis

Sus delgados brazos me apresan a ella, la fuerza que mantiene para no dejarme ir es impresionante. No entiendo que sucede, pero verla así, tan débil, venerable y con el temor pintado en sus gritos, removió algo en mí. Gritó con dolor, con la furia de un soldado en plena guerra donde ya no le queda nada más por lo cual lucha y, aun así, lo intenta. Me estremeció que aun cuando podía verla, que intentaba acercarme, ella me alejo pensando que era uno enemigo suyo, y sé que no somos precisamente amigos, pero hay una especie de tregua naciendo. Pero lo que realmente me perturbó fue el hecho de que volviera a ese lugar en su mente, tan centrada y aterrada, tan inmersa en lo que fuese aquello que le lastima, tan humana.

Tan viva y rota en la misma medida.

Ella aún se estremece, aún tiembla en mis brazos y susurra que pare, suplica por una ayuda que ya ha llegado solo que no ha despertado de su estado para notarlo. El paramédico hace el amago de acercarse, pero, como los últimos diez minutos, nuevamente la pego a mi pecho. No quiero dejarla ir, menos cuando acercarme me ha costado un par de rasguños bastante profundos.

Llegar hasta ella no fue lo difícil, lo difícil fue que dejara de luchar contra mí. Que por un momento dejara de desconfiar sin ser consciente de ello.

—Necesito ponerle un tranquilizante —insiste el paramédico, llevo dándole malas miradas desde que llego y pretende alejarla, pero no se atreve a acercarse.

Cuando sacamos a Cassidy todo era un caos, estaba muy alterada rozando la euforia, pero sus energías se están agotando. Un tranquilizante le vendría bien si tan solo supiera que no es alérgica a lo que contiene.

—No le pondrá nada hasta que venga su hermano y nos diga que eso no la pondrá en peligro.

—Alexis... quizás si sea lo mejor dejar que...

Su respiración se acompasa, robando la atención de todos los presentes en la pequeña enfermería improvisada que han montado aún lado del juego con una pequeña carpa que nos da un poco de privacidad ante todas las miradas de la gente curiosa.

—Parece estar mejor —murmuro en dirección a Brandon.

Suspira y retoma su conversación con el paramédico, no estoy seguro de si lo hace para que el chico no me saque de aquí y le deje hacer su trabajo o simplemente porque él es así.

La arrullo sin asfixiarla, pero vuelve a jadear, a pedir aire y nuevamente todo se sale de control. Su pecho sube y baja con agresividad, sus labios se entre abren antes de formar una mueca y sacudirse.

Sus finos dedos se entierran en mi piel sin conseguir alivio, aprieto los labios para evitar soltar un alarido de dolor.

—¿Dónde está? —puedo estar de espaldas, pero la preocupación en la voz de esa persona solo puede venir de Matthew —¿Qué paso? ¿Le han dado algo? ¿Han intentado con alcohol?

—Alexis fue el único que consiguió acercarse y no la ha querido soltar.

Entonces se gira, no me dedica ni una mirada, pero la liga que con regularidad descansa en su muñeca se la quita con rapidez y sujeta todo el cabello de su hermana. Le hace una seña al paramédico que se acerca con la inyección lista.

—¿Qué contiene? —es rápido, ágil y está nervioso, pero sabe qué hacer, como actuar en estas situaciones —Olvídalo, aplícaselo.

—¿No es alérgica a nada? —interrumpo.

—No a nada que pueda tener un tranquilizante —me dice, aparto la mirada cuando veo que la aguja atravesará su piel —, ¿qué sucedió?

El efecto no es inmediato y solo cuando ella se sume en el sueño respondo:

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2021 ⏰

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