1. La segunda nacida

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Ese día fue su hermana Lynette quien la despertó, diciéndole que se vistiera con rapidez dado que su Señor padre tenía algo muy importante que informarles a todos en el comedor. Arwen, sabiendo que su progenitor se molestaba cuando lo hacían esperar, hizo lo pedido con prontitud, bajando desde su habitación hasta el comedor donde ya estaban presentes sus demás hermanas y su madre, faltando todavía su Señor padre y su hermano mayor, Owen.

Lord Cedric tenía cinco hijos, ella era la segunda, dos años menor que Owen, quien hacía poco había cumplido sus diecisiete años; le seguían Lynette, de trece, Syria, de once, y Ailish, de apenas ocho. Su padre es el Señor de Farakin, nombre de la pequeña región en la cual estaba ubicada Parlosk, ciudad en la que estaba asentada la familia Manderly desde hacía varias generaciones. Esa era su familia.

En el reino de Graslow, la región Farakin pertenecía a las tierras del Valle, dominio de los Deltraite quienes, como grandes Señores incapacitados de manejar las extensas tierras que habían conquistado en los tiempos de antaño, decidieron repartirlas. En el caso de la región del Valle, cinco fueron los hombres, y entre aquellos afortunados se encontraba Tommen Manderly, fundador de su casa.

Farakin era una pequeña parte del extenso dominio del valle, al sur del Reino, una de las últimas ciudades, y tuvo que pasar por muchas dificultades para convertirse en lo que era actualmente: gracias al trabajo de su padre, y del padre de su padre, se habían hecho con bastantes ingresos. «Todos necesitan comer y dormir bajo un techo», solía decir su padre desde que ella tenía memoria, dado que sus fértiles tierras alimentaban a personas de todo el reino, aunque sus resistentes maderas se utilizaban últimamente más en finos muebles que como material de construcción.

Por la gran puerta del comedor apareció su hermano, le seguía su padre. El hombre sonreía ampliamente y le palmeaba un hombro a su primogénito. Tan feliz como Arwen jamás lo había visto, les comunicó a todas que a Farakin vendrían unas visitas importantes: serían sus mismísimos Señores, los Deltraite, quienes se alojarían en el castillo de Parlosk, entre esas mismas paredes. Cuando su madre preguntó el porqué, fue Owen quien respondió.

—Lord Kendell quiere conocer más la región y... darme las gracias personalmente —dijo, sonriendo tímidamente a diferencia de su padre, quien seguía con el pecho inflado de orgullo.

Algunos meses atrás su hermano había salido de viaje junto a Casey y algunos de los hombres del castillo de cacería hacia el norte, dándose la casualidad de que su hermano terminó por salvar a la hija de Lord Deltraite de un asalto que ella y su comitiva habían sufrido durante un viaje de la muchacha a una joven amiga, doncella de Anvard al norte de Farakin, ya que se habían desviado al sur para vadear la corriente del río. Luego de ocuparse de todos los heridos los acompañaron un tramo del camino, pero habían debido de separarse dado que su hermano debía volver a casa (muy lejos estaban ya) y la joven ya estaba a salvo con su propia escolta, en los límites del castillo que visitaría. Casey y sus hombres se fueron con unas buenas monedas en los bolsillos, pero Owen se había negado a aceptar aquel dinero.

Los siguientes días se vivieron agitados. En Parlosk rara vez solían celebrarse torneos de justas (su padre era de los primeros en considerarlos innecesarios si la situación no lo ameritaba), el último había sido por los dieciséis años de su hermano, por su mayoría de edad. Por supuesto, nada se comparaba con el que se estaba preparando en honor a Kendell Deltraite y su familia. Su madre sufría de momentos felices y momentos de histeria, pues estaba encantada con las visitas que pronto tendrían pero aborrecía tener que ser quien organizara todo con tanto detalle y tanta gente incompetente —según ella— rodeándola. Los hábitos de todos en el castillo cambiaron,

La Doncella de Parlosk (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora