La Doncella de Parlosk (PAUSADA)

10. El heredero

Su visita a Farakin no había sido casualidad. Eirian lo sabía.

Meredith solía hacer viajes una vez al año a Anvard desde que era niña, siempre acompañada de su Madre y su séquito para que su hermana no estuviera sola y también para distraerse. Sin embargo, esa temporada su señora Madre parecía más empeñada en buscar una mujer para él que en planear su viaje anual junto a su única hija. Ésa era la razón por la que la escolta que acompañará a su hermana fuera tan reducida, y el porqué estando tan en contra de visitar Farakin su Madre no había podido hacer mucho.

Eirian había crecido sabiendo la posición que ocupaba en el Reino, y por lo mismo quería ser diferente a sus antepasados, su señor Padre inclusive, que rara vez salían de Midgard. Desde que tenía uso de razón que estudiaba los mapas e historia del Reino, sabía los conflictos políticos y bélicos a los que estaban sometidos cada uno de los cuatro reinos de Graslow, pero de poco le servían si no salía del castillo más que para conocer a nuevas chicas. Por eso, en cuanto les llegó el cuervo de su hermana desde Anvard, donde les relataba lo ocurrido —siendo corroborado por otro ave proveniente del capitán de su escolta—, Eirian no pudo más que sugerir que visitaran aquel paraje como agradecimiento. Su madre, quizá viendo a través de sus intenciones, estrechó su mirada, mas nada pudo objetarle sabiendo que aquel accidente se debía en parte a su negligencia.

Cerca de un mes después, cuando su hermana estaba de vuelta en casa, Eirian comenzó a sospechar con cada mirada avergonzada que tenía Meredith cuando hablaba de lo ocurrido, con sus mejillas tiernamente arreboladas, que había algo que no le estaba contando.

Esa noche se quedaron platicando más de lo normal después de haber comido, y no tardó mucho en que ella le confesara sus sentimiento hacia aquel gallardo joven, quien había llegado justo cuando ella más temía por su vida. Meredith salía con más frecuencia que él de Midgard, pero aun así seguía siendo joven e inexperta del mundo que la rodeaba. Por ello no le extrañaban los sentimientos románticos que albergaba su tierno corazón, pero sabía que aquello suponía también una complicación a su idea de visitar Farakin: al comienzo irían sólo él y su padre, pero con el conocimiento del sentir de su hermana no podía trazar los mismos planes.

Fue entonces con su señor Padre y le fue sincero. Él planeaba visitar la región de Farakin con la idea de establecer lazos con los Manderly, ser tan amigo de Owen como lo era de Kenian, después de todo, él sabía lo mucho que había crecido esa zona en las últimas décadas, y por sobretodo, cómo habían cambiado las relaciones con Querth desde que se fundaran dos ciudades cerca de la frontera: había más comercio y menos conflicto. Hacía muchos años que deberían haber visitado Parlosk, pues bien sabían ambos que compartían tanta sangre con los Manderly como con los otros guardianes del Valle.

Su padre mencionó a Meredith, por supuesto, él también se había dado cuenta de los ojos soñadores de su única hija. ¿Sería el muchacho Manderly un buen candidato para que Meredith contrajera matrimonio? Fue algo que discutieron durante algunas horas, luego lo hicieron con sus respectivas almohadas también, y que volvieron a discutir cuando el sol salió otra vez. Resueltos a que era un buen candidato, que sería un matrimonio ventajoso para ambas partes, decidieron compartir la invitación de visitar Farakin a toda la familia. Mientras Arlen y Mael estaban abiertamente emocionados, Meredith apenas podía mantener la calma para cumplir con el decoro que era requerido a una joven como ella. Su madre, por supuesto, no estaba de acuerdo con aquel plan.

Así quedó resuelta la visita de los Deltraite a Parlosk, y fue un tema de conversación para todos en la ciudad.

En más de una ocasión Eirian estaba presente cuando Meredith hablaba con sus amigas acerca del viaje, y aunque ella bajará la voz al describir al joven que la había salvado, él igualmente podía oírla. Sus amigas, como buena compañía que eran, compartían su emoción y sus risas.