INMORTAL

8 - Mi tercera vida

Me arrepentí.
No debí haberlo hecho.
No es como esas veces que te rompes un par de huesos y sigues con tu vida.
Morí, y lo peor, volví a nacer.
Nunca he dejado de pensar en que pasó con Dylan, y de verdad que lo hize mal. Él pensaría que tenía culpa de algo, pero él no era culpable, solo yo tenía la culpa.
Lloré, hasta que me quede sin sentimientos, es bastante metafórico, y no sé si alguna vez os habéis sentido así pero es como que nada te hace llorar. Como que no te queda nada dentro, estas vacio.
Vivía en una depresión constante, no podía creerlo. ¿ Esto era de verdad infinito?

Espero que Dylan no se haya autolesionado por mí. Ojalá algún día le encuentre y pueda contarle toda la verdad. Esto me esta doliendo más a mi que a nadie.

No sabéis lo agobiada que estaba cada noche y cada día, no podía más con esto, simplemente me pondría delante de un autobús en marcha y fin. Pero no serviría de nada , pues volvería a nacer.

En esta vida era un chico. Curioso... , fué interesante pero demasiado incómodo. Me costó acostumbrarme, además de que a mi me gustaban los chicos, así que en esta vida digamos que fuí "gay". Otra razón más para que los demás niños hablarán mal de mi . Seguía llamándome Soul, no quiero pensar ahora cuál era mi nombre en cada una de mis malditas vidas.

Esta vida era una mierda , como todas.

Me suicide, una, y otra, y otra, y otra vez. Así hasta las 99 vidas que hoy tengo. No viví nada, no me enamore , no hice amigos, no hice nada. Simplemente buscaba la forma de suicidarme menos dolorosa posible. Sólo quería ver si existía un número infinito de vidas. ¿Qué hariais vosotros? No sabía que hacer , estaba perdida, entre la confusión y mis recuerdos.

En mi tercera vida decidí ser más simpática con mis padres, y si, aunque era un chico me seguía identificando como una chica.
A los 8 años me diagnosticaron leucemia, y mis padres lo pasaron muy mal. Decían que era una pena que no hubiera vivido nada. Pero yo les consolaba y les decía que no pasaba nada, que cada vida tenía un camino y todo saldría bien. Ellos admiraban mi fuerza, y pensaban que quizá era demasiado pequeña para entenderlo.

Pasaba el tiempo y descubrí la vida de un niño que vive en el hospital. No tenía amigos, excepto ese chico de la habitacionde al lado con el que a veces hablaba. No iba a la escuela, aunque a veces venía una simpática mujer a darme alguna clase.
En la calle me miraban mal cuando salía a dar un paseo, pues me había quedado calva de la quimioterapia.

Le acabe cogiendo cariño a mis padres, eras como mis segundos padres, me alegro de haberles dado una oportunidad a ellos.

A los 19 años fallecí por culpa de mi enfermedad la cual estaba muy avanzada. Sólo lo sentí por mis padres, nunca nadie mostró ningún aprecio por el niño calvo y marginado.
Por suerte mis padres consiguieron tener otro hijo unos meses antes de que yo falleciera. Fué bonito conocer a su última esperanza, les deseaba lo mejor.