Nubes de Sakuras

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Hermione se acerco lentamente a la entrada de la casa, grandes paredes de cemento y una puerta eléctrica que cubrían la verdadera casa y sin mas toco el timbre; sabia que tendría que insistir un poco para poder ver a la dueña, pero se sentía muy capaz de convencer a la dueña de casa.

-Mamá... de verdad, que estas pensando hacer? Me serviría saber algo de tu plan para poder... no se.. Hacer algo!!- decía Ryu desde atrás de su madre mientras intentaba no perder los estribos

-Tu solo quédate allí y aprende algo de mamá- y dándole un guiño se dio la vuelta y volvió a tocar el timbre. Repitiendo esto unas tres o cuatro veces estuvo parada frente a la casa esperando que alguien hablara por el intercomunicador mientras su hijo caminaba de una punta a la otra de la casa, tomando aire, intentando calmarse aunque estaba a punto de perder los nervios con la actitud tan tranquila de su madre, hasta que la octava vez que toco el timbre sintió un pequeño cambio en el sonido del aparato, se acerco de inmediato al altavoz y sintió una respiración agitada del otro lado; entonces habló:

-Mira Hitomi, se que estas preocupada por tu hija, yo misma lo siento por mi hijo... pero huir de los problemas no les hará nada bien... Ni a ellos ni a ti o a mi... se que tienes cosas que ocultas, hace mucho tiempo que lo se pues yo misma tengo mis secretos, pero los secretos mas duros suelen ser mas fáciles de llevar cuando los compartes con alguien que pueda entenderlos... y te juro que puedo entender mas de lo que supones-

Detrás del intercomunicador se escucharon pequeños sollozos y un pequeño zumbido seguido de un click y una puerta abriéndose. Madre e hijo se miraron, Ryu con cara de incredulidad mientras que ella lo miraba con su típica cara de "te lo dije" y suavemente pasaron el portal de entrada que aquella casa. Atrás de aquellas paredes un hermoso verde y una gran casa tradicional se alojaban embelleciendo el paisaje... -"siempre tan hermosa"- pensó la castaña mientras se dirigía a la verdadera entrada. Era una gran casa japonesa de dos plantas con techos a cuatro aguas y varias Shōji o puertas corredizas en el frente, estas al estar hechas con papel traslucido permitía la entrada de una gran cantidad de luz natural; esto, recordaba la mujer, se debía a que la cultura de los habitantes de la casa preferían siempre la luz natural a la artificial, según lo que le había contado Hitomi. Era blanca natural y con luces que le daban el aspecto de un cálido hogar, en frente y atrás, casi rodeando la casa, tenían un gran jardín lleno de un verde sin igual; decorando la entrada de la casa dos árboles de cerezos enmarcaban la puerta, a estas alturas del año las últimas flores de sakura se mecían en sus ramas aunque en primavera daban la impresión de ser dos grandes nubes de algodón rosa suave. A un costado de la casa de encontraba un pequeño lago con una isla en medio; en su interior un roca de gran tamaño era rodeada por otras más pequeñas -"eso se llama Shumisen, es la representación budista del centro del universo"- le dijo una vez la dueña de casa -"la piedra mayor simboliza la Morada de Buda, mientras las más pequeñas nos representan, son sus preciados discípulos; desde ese lugar el nos protege y brinda paz y serenidad para nuestros días"- explicó mientras ella miraba el lugar obnubilada, y aun ahora, luego de tantos años y tantas y tantas veces de haber visitado la casa no dejaba de maravillarse con toda la belleza de aquel lugar. Una vez llegaron a la casa corrieron la puerta y pasaron al genkan, la entrada de la casa en donde debían sacarse los zapatos para dejar las impurezas del exterior, se pusieron las pantuflas para andar por la casa, acomodaron sus calzados apuntando hacia afuera y subieron el escalón para entrar en la casa.

Adentro todo era mucho más hermoso: la planta baja era, en resumidas cuentas un gran salón separado en algunos sectores por puertas corredizas que podías reacomodar a voluntad para dar más o menos amplitud dependiendo del gusto y las ganas de las Dueñas de casa; el piso alfombrado y los colores claros de las paredes contrastaba con los muebles de madera oscura. En la entrada, un poco separado de una de las puertas que daban a lo que parecía una sala de estar, de encontraba una gran escalera que llevaba a las habitaciones.

Aun no es tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora