Taiga estaba enfurecida, su madre le había prohibido salir de la casa, incluso de su cuarto a no ser imperiosamente necesario. Luego de contarle la ocurrido aquella tarde con Ryu, ordenó a toda la servidumbre que se tomarán unas vacaciones y a ella la encerró como una vil delincuente
-Aaaaaaaaaahhhhhhhhh!!!!!! Te odio oka-san! Te odio!!!! Odio todo esto! Yo no pedí venir a esta lugar! Ni siquiera pedí venir al mundo!- gritaba con todas sus fuerzas todo el tiempo, arrojo un libro a la puerta y se tiro sobre su cama a llorar; ya habían pasado 3 días desde aquello y lo peor no era el encierro, lo peor de todo era que no le permita ni siquiera hablar con su dragón, su carcelera (según ella) había confiscado su celular, computadora, Tablet... todo con lo que pudiese comunicarse con él... y Tagui sólo quería abrazarlo, sabia que aquello era extraño, ya que jamas lo había hecho pero en ese momento era todo lo que necesitaba: sentir que todo estaba bien, sentir sus fuertes brazos y su tibio aliento rozando su cabello y diciéndole que todo se solucionarían, que encontrarían una forma, igual a como lo hacían cada vez que se topaban con algún problema...
"clic" escucho de repente y se giro tan rápido que casi se cae de su cama, miro en dirección de esta preparada para insultar a su madre, que seguramente volvía a intentar "hablar" con ella, aunque a Tagui solo le parecía que lo único que quería hacer era convencerla de que todo aquello era normal, que a todos los adolescentes los encerraban en sus habitaciones sin causa aparente "Claro, como si fuese tan estúpida para creer eso" y dijo y agarro lo primero que encontró, un oso de peluche con un gran corazón entre sus manos, y lo arrojó con todas sus fuerzas, esperando que por lo menos la fuerza hiciera que se diera cuenta que ella no quería hablarle y volvió a acostarse dando la espalda a la puerta
-"Creo que no es justo que arrojes a Flofi por los aires con intenciones asesinas tigrilla"- escucho de fondo e inmediatamente salto de la cama y se arrojo a los brazos de su mejor amigo
-"Ryu, oh! Ryu!! Perdóname!! Pensé que era Oka-san otra vez intentando venir a convencerme de que esto era lo mejor... perdón perdón! Oh! Ryu!! Te extrañe tanto! Como hiciste para entra? Usaste magia? Te metiste a hurtadillas? Como cruzaste la pared? Tiene por lo menos 3 metros lisos! No pudiste haberla escalado! Oh dios! Estoy tan feliz!!- Ryu intentaba entender todo lo que decía para poder contestarle y a la vez la abrazaba y frotaba su espalda para que se tranquilizara.
Luego de un buen rato de palabras incoherentes, preguntas raras y muchas lagrimas Taiga logro controlarse y le dijo -"Y bien? No piensas explicarme como entraste?"
-"Simplemente por la puerta, por cierto, la ultima vez que vine no era amarillo tu cuarto?"- le contestó con un tono burlón en su voz. Tagui estaba en una pieza, no entendía nada
-"Forzaste la cerradura? Pero eso es imposible!"
-"Nop, simplemente toque el timbre un millón de veces hasta que se hartaron del sonido"
-"Imposible... mi madre... ella dijo... ya no... No entiendo nada!" dijo agarrándose la cabeza y tirándose sobre su cama
-"Jajajajajaja no te hagas tanto lío!"- dijo con un dejo de narcisismo en la voz aunque de inmediato lo cambio por pena y un poco de vergüenza -"La verdad vine aquí estos tres días, intentando comunicarme contigo, te llame, mande mil millones de mensajes a tu celular y a tu mail, intente hasta mandarte una lechuza!! Pero nada funcionaba... así que opte por mi ultima elección... le pedí ayuda a mi madre..."-
Los ojos de la muchacha se abrieron a más no poder, casi sin creer lo que su amigo le decía mientras el apartaba la mirada y se sonrojaba más que el cabello de su padre(*) ¿realmente Ryu había pedido ayuda? ¿y nada menos que a su madre? Debía haberse quedado dormida mientras lloraba, porque esto no podía ser verdad. Se sentó sobre su cama cruzando las piernas como indiecito, estiró su brazo y se pellizco lo más fuerte que pudo
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Aun no es tarde
FanfictionNunca es tarde para amar, menos aun cuando las decisiones que se tomaron no fueron propias sino impuestas... Una mañana, un correo y un amor pasado lo cambiaran todo para siempre