Capítulo 6: Su mayor aventura.

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El silencio total pesaba sobre Kaze, penetrando hasta lo más hondo de su ser, agobiándole y haciéndole sentir mareado.

Había soltado la noticia casi sin pensar las palabras adecuadas, tras mucho pensar y haber llegado a la única conclusión posible y racional, había decidido informar a Alana sobre la naturaleza de su ser, pero tal vez no lo había hecho de la mejor manera posible. ¿Cómo reaccionaría? Podía tomárselo o muy bien... o terriblemente mal.

Kaze recordó las palabras de Alana, diciendo que se encargaba de dar su castigo a los indeseables que penetraban el bosque. Sintió varios escalofríos recorriendo su espalda, mientras un sudor frío resbalaba por su nuca y su vello se erizaba. Aquellos castigos debían de ser verdaderamente terribles puesto que nadie volvía para contarlo. De nuevo Kaze tenía frío, sentía como su interior se congelaba poco a poco, hasta el punto que sus órganos se cubrían de escarcha.

Ella no mostraba sus pensamientos. Había construído frente a ella un enorme muro de acero, cercado por miles de espinas a su alrededor, impidiendo a Kaze atisbar siquiera el menor rastro de emoción. Quieta, callada, inexpresiva, parecía una estatua de marfil. En mitad de su miedo, el joven se detuvo a observarla, con regocijo. Era bella, era hermosa, parecía una escultura hecha por manos veteranas y profesionales, que habían puesto mimo y cuidado en cada cincelada, resultando en una bella mujer, blanca como la nieve y de ojos de esmeralda, con pelo de fuego.

Los cuervos a su alrededor también callaban. Quietos y espectantes, en tensión para acatar cualquier mínima orden que diese Alana, ya fuese dar saltitos, o lanzarse a arrancarle los ojos al muchacho. Los pares de ojos pequeños y brillantes que se clavaban en su nuca no mejoraban la situación, poniendo a Kaze más nervioso si era posible.

Alana dio un par de pasos, quedando justo en frente de Kaze, a escasos centímetros de su rostro, clavando sus ojos claros y sobrenaturales en los de él. El chico balbuceó un par de veces, barajando las palabras en su mente, tratando de encontrar aquellas que le sirviesen para escapar de una muerte segura.

—¿Qué quieres decir con que estoy muerta? —Preguntó ella con una voz cortante, como filo de navaja, poniendo especial énfasis en la palabra "muerta".

—Pues... esto... —Kaze trataba de desviar la mirada y pensar, pero era casi imposible; los ojos de la muchacha ejercían una atracción sobre él que le impedía mirar a otro lado, le desconcertaba y nublaba su mente, dejándole indefenso, sin saber hablar coherentemente. —Es lo único que puede ser... Yo... No... No pretendía molestarte, pero... pero es lo único... Por favor, no me mates... —El miedo era el que hablaba. Kaze era incapaz de hilvanar dos frases seguidas con sentido, y apenas conseguía hacerse oír con un penoso hilo de voz, pareciendo un cervatillo asustado ante el puñal de un cazador.

El ambiente se tensaba por momentos, y se podía percibir en el aire, sofocante y viciado, y en los cuervos que erizaban las plumas del cuello. A pesar de eso, Kaze seguía con frío, y Alana, inexpresiva, dudando entre darle muerte o dejarle vivir. De repente miró a sus cuervos, con mirada suplicante, buscando un ápice de compasión o comprensión en ellos, mas los cuervos seguían simplemente alerta, sin emociones humanas en sus ojos, aunque bueno, Alana ya no era humana. ¿Serían los cuervos capaces de sentir lástima por ella?

—¿Cómo sabes que estoy muerta? —Volvió a preguntar ella. Esta vez, para asombro de Kaze, ya no era un tono amenazante y tétrico, sino una pregunta preocupada, con tintes de esa inocencia infantiloide que caracterizaba a la muchacha. Esta vez no inspiraba terror, esta vez, Kaze se sentía como un padre, quien tenía delante suyo a una niña pequeña que no entendía el mundo todavía. Sus ojos ahora denotaban miedo, miedo ante lo desconocido, ante la incertidumbre. Kaze se compadeció de ella, y serenándose, trató de explicarle las cosas lo mejor que supo.

AGOBAR: A Girl Of Blood And Ravens (#Wattys2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora