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Habían puesto música, el único disco que habían encontrado en el coche de Luke y que por suerte contenía canciones que a ambos les gustaban, y estaban cantando a todo pulmón de camino a la casa de Bryn.

—Vale, creo que tenemos que calmarnos —rió ella mientras bajaba el volumen, al ver como Calum perdía el control del coche por quinta vez al emocionarse demasiado.

—Es que es muy buena —se defendió, todavía moviendo su cabeza al ritmo de la canción.

—No lo pongo en duda —Bryn se encogió de hombros—, pero es mejor cuando no es la razón de que estés a punto de tener un accidente.

Calum soltó una carcajada e intentó relajarse.

—Vale, vale. Ya paro —se acomodó en su asiento, carraspeando para aclarar su garganta y, cuando pararon en un semáforo, le dirigió toda su atención—. Cambiemos de tema: ¿cómo puedo convencerte de que los bajista son mejores que los que tocan la batería?

Bryn lo miró, con su cabeza apoyada en la ventanilla y su pelo removiéndose por la brisa que entraba por el pequeño hueco que había dejado.

A Calum le había dejado de parecer sexy para parecerle bella.

—No sé —habló, encogiéndose de hombros—. Tócame algo y tal vez me convenzas.

Él arqueó sus cejas juguetonamente, mirándola de manera burlona.

—¿Es eso una indirecta?

Bryn lo observó sin entender durante unos segundo y, cuando finalmente se dio cuenta de lo que quería decir, soltó una carcajada a la vez que golpeaba su hombro.

—No, hablo en serio: dame un concierto privado.

Bryn ➳ c.hWhere stories live. Discover now