"Quiero"

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Mi pensamiento es nefasto; mis intensiones, sombrías...

La moral con la que me educaron, se suicida de melancolía al ver los truculentos deseos que se ciernen sobre mi mente, cual nubes tan negras y densas, como una noche sin luna.

Y es que prefiero tus gemidos al canto de las sirenas, yo personalmente las asesinaría una a una si amenazaran con opacarte.

Quiero que nuestros vientres aplaudan en un frenesí psicótico de embestidas desesperadas que rompan la quietud de la noche. Te quiero regalar la velada más libidinosa de la existencia, a las doce del día, y hacerte el amor sin que te desvistas, con solo verte a los ojos quiero arrancarte la ropa y la piel, hasta dejar tu alma desnuda ante mí.

Te quiero mostrar la gloria en plena vida mortal. Quiero desmitificar contigo el concepto erróneo que se le ha dado a la palabra "Prohibido" Quiero besarte milímetro a milímetro en la parte de tu anatomía que más prefieras, y de la manera exacta en que a ti te fascina.

Quiero ser tu duque del sexo. Tu príncipe del dolor. El sustituto de tus vicios. La adicción a la que aunque quieras, no te puedas resistir; al grado de que mi ausencia sea para ti el equivalente a unas manos apretándose en tu garganta.

Quiero jugar con tus deseos como un niño con los juguetes que no le pertenecen. Quiero ser el Virgilio del Dante ansioso de peligro que arde en tus ojos, y llevarte de la mano ante las puertas del infierno. Quiero que después de haberme amado me odies a muerte por dejar registro escrito de tus fantasías más perversas.

Quiero inventar contigo una especie de amor con lujuria añadida que no esté concebido por la historia, ni permitido por los dioses. Quiero que me digas <<Sí>> para provocarte sin satisfacerte del todo, porque eso te encanta, lo sabes. Quiero que me digas <<No>> para tomarte del cuello y mostrarte lo equivocada que estás.

Quiero que nuestros labios se fundan en un beso tan intenso que ni la poesía pueda describirlo. Quiero ahogarte en un mar embravecido de caricias rudas e inmorales: un denso oleaje de fuego y pasión prohibidos. Quiero balancearte en el dulce bálsamo que separa al placer del dolor, y verte decidir hacia qué lado resbalar. También quiero contemplarte en el paroxismo de tu esencia más íntima: el desfallecimiento.

No te escandalices, que ni tú eres una monja ni yo poseo un puto par de alas. Sabes que te tiemblan las piernas y ardes en deseos al leer estas palabras... como yo.

Una Amarga MelancolíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora