"Escribir Poesía"

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Escribir poesía nos abre una ventana al mundo. Cada poema en sí, representa un paso más hacia el horizonte glorioso de un mañana.

No es que el autor plasme su sentir en un papel, es que sus sentimientos se desbordan y los versos caen en desbandada como el agua en un manantial. Mientras unos hombres lloran, o se embriagan para sacar todo eso que no pueden ni deben cargar consigo, otros escribimos.

Escribir poesía es como viajar en el tiempo, ya sea que haya terminado en victoria o en derrota, cada verso propio hace alusión a una cruzada del autor, todo está ahí: sus ideas más íntimas del pasado y sus musas caídas. Un libro de poemas es una encuadernación en rustica de lo mejor y lo peor de cada autor.

Un ser humano que se ha consagrado a este arte, se transforma a través de sus obras en lo que un día será. Basta con recordar a una mujer que nos haya hecho sentir algo, para iniciar un poema valiéndonos de un gesto suyo, una mirada o un movimiento de la cabellera... Y es que el poeta tiene ese don: todos los defectos físicos de la mujer desaparecen ante su vista, la encuadra en un mito, la diviniza en su prosa, la transforma en una obra de arte, la inmortaliza en forma de literatura.

Escribir poesía es posible porque existe un caudal de inspiración inigualable para hacerlo, ya sean las mujeres, la suerte del universo, el trabajo arduo o la misma desesperación. Realmente nadie sabe cuál es el verdadero origen de la inspiración... las musas y su gentileza.

Hay otro lado de la moneda. El colmo de la creatividad, que surge cuando hablamos de desamor. Escribir poesía entonces, es retar a muerte a la tristeza sabiendo que vas a perder, es sacudir recuerdos podridos de un pasado aún más podrido que estaban mejor sin sacudirse, es avivar un fuego que quema aunque sólo te queden cenizas y es también un acto más solitario que la confesión de un condenado a muerte.

También es abrirle la puerta al insomnio mientras escuchas a la soledad en el segundero del reloj, para después convertirse en botellas vacías, versos tachonados y humo de cigarrillos... y así pasas años escribiéndole a la nada, repitiendo el ritual hasta dar con el poema que se aproxime más a lo que quieres decir y las arpías a quienes llamas musas, decidan revolotear en tu cabeza unos instantes para endulzar tus letras y prestarte sólo un poco de su magia... si es que quieren.

Te habrás graduado como poeta el día que no sepas en qué momento escribir poesía se convirtió en algo tan necesario como tu alimento, el día en que ignores cuándo dejaste de escribir con pasión para hacerlo con desesperación, solo por sentir que no seguir escribiendo podría llevarte al alcoholismo, la locura o el asesinato, y tus poemas adoptarán la forma de un desfile truculento de los sueños y anhelos que tú mismo te encargaste de aniquilar.

Escribir poesía de desamor, es quizá la obra de arte más costosa de crear, porque a veces escribirla implica sumergirse hasta los suburbios de tu mente, donde, en el rincón más oscuro e inexplorado del sótano de tus pensamientos, yace una versión bizarra de ti, un alter-ego literario al que le robas todos los versos. No te engañes ¡Él es el autor de lo que compartes con tanto júbilo!, él permanece ahí escribiendo para ti las veinticuatro horas de los trescientos sesenta y cinco días sin llevarse ningún crédito... ¡Injustamente explotado por ti!... y al final se muere olvidado... ¡Injustamente olvidado!

Quizá las editoriales rechazan y explotan a sus escritores para nivelar el marcador con un poco de justicia poética (después de todo sí existe)...

Además escribir poesía es a veces un acto ególatra. Cuando escribimos, la gente que conocemos está al otro extremo de la galaxia importándonos un bledo y la razón por la que dedicamos algunas de nuestras obras, es porque nuestro propio egoísmo nos da miedo.

He aquí pues, todos los beneficios y gajes del oficio. Ya estás avisado. ¿Quieres escribir poesía? ¡Adelante! Pero antes, una última cosa: no escribas poesía si no vas a escribir algo que te salga desde las entrañas de tu instinto. Ten un poco de respeto y no te masturbes pensando que te gusta escribir poesía, si no le piensas dar a los versos el lugar se merecen. No cometas nunca el sacrilegio de escribir por dinero, fama o aburrimiento, porque poemas hundidos hasta las heces en la mediocridad, que sirven únicamente para tirarse a la basura, ya hay muchos.

Una Amarga MelancolíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora