Mi Musa Caída

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El sol se ha ocultado tras una nube gris, las estrellas se apagaron y ya no me muestran camino alguno, pues mi musa ha quedado desempleada... ya no me inspira.

¿Cómo demonios su encantamiento llegó a transformarse en lo opuesto? ¡Si es otra musa distinta de la que me enamoré!

Mi encantadora musa, esa que parecía estar siempre en movimiento, siempre cambiando como un libro cuyas letras danzaran mientras intentas leerlas, ahora es, en el caso más modesto, una musa pintada en un lienzo, hermosa, pero fija, inamovible, una pintura carente de ese misterio y profundidad que nos hace voltear a ver un cuadro.

Su mirada ya no declama poesía, su piel, ya no es seda tibia bajo mis dedos y el vino de sus palabras, ya no es dulce... las uvas han dejado de cantar en su boca.

Así como una luciérnaga de pantano no es ni la sombra del mágico resplandor de la luna, su compañía y sus te quiero, ya no son ni la sombra de lo que un día fueron. Aferrarme a que no ha cambiado es tan absurdo como aferrarme a que la noche y el amanecer, son idénticos.

| Ahora comprendo que la musa perfecta, puede existir sólo en la mente del poeta, aún cuando este jure que es de carne y hueso, su musa perfecta no es más que la proyección de sus propios anhelos, una invención creada para favorecer su arte y agrandar su ego (como si hiciera falta).

Ella fue pues, mi musa perfecta, y por perfecta quiero decir: idealizada. Ahora ha pasado a ser mi musa caída, caída del pedestal en donde mis ambiciones y mis deseos frustrados decidieron ponerla... y a pesar de todo será, por algún tiempo, el nombre que escriba en todas las camas que no sean la suya.

Una Amarga MelancolíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora