• Capítulo #2

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El cantar de los típicos pajarillos que sonaban cuando aún no había amanecido, hacían presencia en los oídos de ésta hermosa chica de 26 años, pero ella decidía ignorarlos, al igual que a la alarma de un viejo reloj. <<Algún día te tiraré al suelo y dejarás de hacer ese estruendoso ruido>>, pensaba ella mientras daba vueltas en la cama. La alarma seguía sonando, la pelinegra cerró sus verdes ojos y, poco a poco la escuchaba más lejos... hasta que su celular avisó la llegada de un e-mail. Miró el reloj 6:40am

—¡Diablos! —Exclamó y salió disparada de la cama, al ver que ya se le estaba haciendo tarde. Hizo y acomodó su cama rápidamente para dirigirse al baño y darse un corta ducha.

Lavó sus dientes,  se maquilló sencilla, muy natural; se cepilló el cabello, lo acomodó en una coleta alta y dejó su flequillo ordenamente sobre su ceño. Se puso desodorante y perfume Can-Can, uno de sus favoritos.

Dejó la toalla en el baño y salió desnuda a buscar la ropa que había preparado la noche antes. Una falda entubada negra, una camisa de transparencia rosa fuerte, sus tacones de charol y un lindo y sencillo collar, complementaron el atuendo.

Salió de su sencillo, pero muy pintoresco y limpio apartamento. Tomó el primer taxi y se dirigió a su trabajo. Se bajó del taxi y suspiró <<Otro día con el pesado ese>>, pensó de su jefe y sin más,  entró a la gran estructura. Dio unos buenos días y una gran sonrisa a todo el que se cruzaba en su camino, como hacía todas las mañanas.

Comenzó a ordenar todo para que cuando llegara su jefe estuviera todo perfecto. Así estuvo una hora y poco más, hasta que las puertas del elevador abrieron. Volvió a suspirar. Le habló y le entregó todo lo necesario, y como siempre no obtuvo respuesta de él. Bufó silenciosamente y siguió haciendo todo ajetreadamente, como costumbre.

Se preguntarán, Si su jefe es tan antisocial, por decirlo así,  ¿No renuncia?. Sencillo, gana bastante bien y aunque su jefe sea un pesado de lo peor, sus compañeros de trabajo son agradables, sin decir que a ella le gusta que lo que hace. Aunque a veces pase todo el día sin comer, por que no tiene tiempo.

Cuatro rosas y un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora