Final II.

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— ¿Hasta cuándo piensas quedarte allí?  — Preguntaba Jongdae desde el otro lado del mundo. — ¿Sabes que algún día vas a tener que volver, cierto?

— Han pasado solo 3 semanas, exagerado... — Respondió la chica un poco incómoda mientras jugaba el cordel del teléfono del hotel. — Tampoco es tanto.

— Me sigue llamando, ¿sabías?

— No quiero hablar de eso. — Dijo tajante mientras su dedo temblaba por cortar la llamada. — ¿Eso era todo?

— Mills... Sé que es irónico que yo lo diga, que tal vez sea tonto y ridículo, pero escúchalo. Por favor.

Fin de la llamada.

Colgó el teléfono del hotel con cierta brusquedad y se paró de la cama rápidamente con tal de despejarse, con tal de no pensar.

Pasó sus manos en su cabello desordenándolo mientras mordía su labio con fuerza y lo hacía claramente apropósito. Ella sabía que así era.

Al menos ya no se sentía tan vulnerable como hace un par de semanas atrás. El problema más grande es que ella sabía que esa fuerza no iba a durar mucho y lo tenía muy claro.

Escuchó un par de golpe en la puerta de su habitación y en una milésima segundos pudo sentir como su corazón palpitaba como si no hubiese un mañana y cada mierda de día era lo mismo. Cada mierda de día era igual.

Se acercó cautelosamente y susurró...

— ¿Sí?

— ¡Llevas todo el día ahí!

Suspiró aliviada. Siempre se esperaba lo peor, pero para su buena suerte de nueva cuenta era él.

— Pasa. — Dijo abriendo la puerta y dejando entrar al chico de cabello claro.

— ¿No dejaste que la mucama arreglara el cuarto, cierto?

— No tenía ganas... — Replicó rápidamente un poco avergonzada.

— ¡Desordenada! — Exclamó divertido mientras ella forzaba una sonrisa incómoda. — Ve, ven... — Susurró ella, apegándola un poco  hacia él. — Cambia la cara, por favor.

— Me siento muy bien.

— Ah, Pinocho.

— Es la verdad...

—  Hoy hay un espectáculo en el restaurante internacional y pedí dos reservaciones para nosotros. No acepto un no como respuesta.

— No creo que sea una buena idea, Junmyeon. — Dijo mientras abrazaba un poco su propio cuerpo para tener sentir calor.  — Pídele a alguien más...

— ¡Oh, vamos! Yo sé que será algo que jamás vas a olvidar... Te lo prometo.

— No creo que una cena cambie mi vida. — Ironizó y el castaño claro río por lo bajo.

— Olvidé que eres una chica con altas expectativas.

— Toda la vida. — Susurró ______. Para su mala suerte, eso sí. Toda la vida.

— Ve y cámbiate, paso por ti en hora y media. ¿De acuerdo?

No alcanzó si quiera a pronuncias aquellas dos palabras cuando la puerta de su habitación ya había sido cerrada, de un fuerte golpe.

De acuerdo, supongo. 

Los minutos pasaban como una tortura. Desde hace días que no tocaba su teléfono móvil. Había sido lo suficientemente inteligente como para dejarlo en la caja fuerte. Todo con tal de no verlo.

Corazón a corazón. (D.O Kyungsoo.) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora