La Primera Vez

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¿Dónde me quedé? Ah sí. Esa mañana al rededor de las 7:49am salí de casa. Mencioné que era un día hermoso, el sol no brillaba demasiado, todo indicaba que había una gran posibilidad de que antes del medio día lloviera y eso me fascinaba. Amo los días lluviosos, son una gran excusa para leer y tomar una buena taza de capuchino súper caliente. Llegué a la casa de Valentina a eso de las 7:53am, si lo sé es un sueño vivir a menos de 5 minutos de la casa de tu mejor amiga.

- ¡Valentinaaaaa! - Grité mientras su padre, el Señor Aux Rothman, agitaba su mano muy contento al verme llegar con tanto entusiasmo. (Debo confesarles que ellos son mi segunda familia, Vani, como le digo a mi amiga, y yo siempre estamos juntas.)

- ¡Alertaaa! ¡Alertaaa! - Gritó Vani mientras corría desde la cocina hasta el patio delantero donde la esperaba en mi auto. (Siempre me pregunté que pensaban sus vecinos, tenemos 18 años y con nuestros gritos y paveras parecemos chicas de primaria y con berrinches.)

- Hola, ¿Cómo va su día señorita Rothman? - Le pregunté mientras soltaba una carcajada.
- Hola señorita Langster, va perfecto, hoy desayuné chocolate, sí soy feliz. -Contestó lo más seria que pudo, pero sinceramente no logró terminar la oración así que entre risas asumo que eso fue lo que quiso decir.
- Jajaja, ¿A dónde vamos? ¿Quieres ir a Café Chocolate? Hay buenos libros ahí.
- ¡Claroo! Señorita Langster, que sean dos capuchinos y cuatro sobres de azúcar.
- ¡Baja de mi auto no compraré tu café!
- Jajaja ya estamos aquí te abandono yo a ti. -Dijo Vani mientras bajaba del auto con una expresión que me dejaba saber que ya había ordenado los capuchinos con anticipación. (Les digo, tengo la mejor amiga del mundo.)

Estacioné mi auto, me aseguré de tener las llaves conmigo y cerré la puerta. Hice un pequeño esfuerzo por arreglar mi dona en el cabello pero solo terminé empeorándolo, de cualquier forma no me importa lo que piensen de mi (al menos así era) así que seguí mi camino hacía la puerta de Café Chocolate donde seguramente estarían exactamente las mismas perosnas de cada mañana. De camino a la entrada vi a un chico que se me hizo muy guapo, nunca lo había visto, pero pasó muy deprisa y creo que ni siquiera notó mi presencia, así que seguí caminando.

- Aby, Edd, Ganb y Key ¡Buenos días! - Grité mientras abría la puerta y hacía una pequeña coreografía que implicaba saludarlos a todos de manera distinta.
- ¡Capuchino! -Gritaron todos a coro. -¡Buenos días!

Esa Era Yo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora