Capítulo 6

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* Realmente no tienes porqué hacerla -comentó Zelda.

____(tn) cerró la tapa de su maleta. Había sido casi de noche cuando al final los muebles quedaron colocados y fue libre para ir a su casa a buscar sus cosas. Algo que había dejado para el último minuto.

* Oh, sí que lo haré -repuso con ligereza. - Santo cielo, cuando me fui allí no le diste importancia.

* Era diferente. Lo sé y tú no quieres reconocerlo.

* Bueno, no te muestres tan sombría -levantó la maleta de la cama. - Regresaré antes de que te des cuenta. Después de todo, esta es nuestra base de trabajo. Además, he de ver al cachorro de Smudge.

* __(ta), dime que no lo haces para que me hijo pueda tener un perro.

* Es trabajo -afirmó. - Simplemente otro encargo. Algo temporal. No te preocupes.

Cuando Zelda se marchó de mala gana, ____(tn) trasladó la maleta al jeep. No había guardado muchas cosas, en parte porque tenía pocas cosas, y casi ninguna adecuada para la amante de un magnate.

Al regresar a la mansión, encontró la cama de su habitación hecha, dos bonitas acuarelas en las paredes de su salón y el mobiliario que sacó del sótano limpio y encerado. Había un cojín en la mecedora y un jarrón con rosas en la mesa. La señora Whitley incluso había tenido tiempo para fijar tiradores nuevos en los cajones

* Todo está precioso -comentó ella.

* El señor Bieber recalcó que debía cerciorarme de que se hallara a gusto y tuviera todo lo que necesitaba -afirmó con la cara iluminada. Miró la hora. - He de ir a preparar la cena.

No tardó mucho en sacar sus cosas. Le resultaba perturbador caminar por la casa y verla casi igual que en tiempos de Angus Stretton. Para una niña pequeña había estado llena de tesoros. Y en todo momento Justin había estado allí, una presencia silenciosa y atenta en la periferia de su visión.

El señor Stretton había sido bueno con él. Debió romperle el corazón descubrir que era un ladrón.

«Gracias a Dios que jamás podrá ver que ha ocupado su lugar y lo ha robado todo», pensó con amargura.

La tarde parecía interminable, avanzando lenta pero inevitablemente hasta el momento del regreso de Justin. Intentó mantenerse ocupada con el ordenador del despacho para trazar un nuevo diseño para el jardín, pero llegó un momento en que le dio la impresión de que las paredes se cerraban sobre ella. Miraba el reloj cada segundo. Al final decidió ir a dar un paseo.

Caminó entre los árboles sin pensar en el sitio donde estaba la casa del árbol. Debía descartar esa parte de su infancia, a pesar de que la sensación de traición siempre la acosaría.

Lo que Piers le había hecho era infinitamente peor, pero un instinto le decía que su partida no permanecería tanto tiempo en su mente. Lo cual no tenía sentido.

Se recordó que lo que debía preocuparle era el presente.

Regresó a la casa una hora más tarde, y la señora Whitley salió a su encuentro con un aire de leve reproche

* Llamó el señor Bieber -anunció. - Se ha visto un poco retrasado, de modo que he postergado la cena a las ocho y media -hizo una pausa. - ¿Quiere que le prepare el baño, señora? ¿Tal vez que le lleve una copa de jerez?

«Dios mío», pensó. «Cree que voy a representar el papel en su totalidad y prepararme para la vuelta del señor». Le sonrió.

* Gracias, pero me daré una ducha rápida. Y cuando baje, tomaré una copa de vino blanco... Me gusta el Chardonnay.

Misterio Familiar (Justin Bieber Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora