seis

902 109 29
                                    

Ya había pasado más de un año desde que Shu había conocido a Edgar, las cosas seguían igual. Tal como Reiji lo había prometido, no le dijo nada a su madre, de Edgar y eso la hizo feliz.

Ahora Shu tenía catorce años y Edgar doce.

Muchas cosas habían pasado durante ese tiempo, Tsuyonpomu-que era el nombre del conejo-lo habían encontrado muerto en el lago colgando de una rama. A ambos les dolió mucho su perdida, nunca supieron quién lo hizo.

La madre de Shu se había puesto más exigente, sin embargo ella no le hacía caso.

Y la madre de Edgar había sido como una segunda madre para ella.

Era algo raro, estar ambos sentados en un tronco viejo, con las hormigas bajo sus pies y la lluvia amenazando por caer.

Edgar quería confesarle sus sentimientos a Shu, pero temía ser rechazado, ya que seguramente ella preferiría de su edad o mayores que ella.

- H-hoy te ves bien... -murmuró Edgar viendo de reojo lo que traía puesto su amiga, sin embargo sus ojos se detuvieron en un sus pechos, haciendo que su rostro de tiñera de rojo.

Era normal, Shu estaba creciendo al igual que el interés de Edgar en las mujeres.

- G-gracias -respondió la rubia desviando la mirada, sin notar lo antes ocurrido.

Shu realmente era ingenua, se la imaginaba caminando en las calles nocturnas mientras pedía ayuda a un par de borrachos.

Edgar empezó a reír de la nada.

- ¿Por qué te ríes? -cuestionó Shu confundida.

- Shu, eres genial -dijo sin rodeos clavando su mirada en el lago.

La rubia abrió sus ojos sorprendida y lo observó, como nunca lo había hecho.

Shu definitivamente veía a Edgar como un chico muy atractivo, de no ser por su vestimenta y un poco de mugre en su piel sería perfecto.

Hace un tiempo empezó a cuestionarse si sentía algo por su mejor amigo o quizás sólo era el pasar tiempo con él, siendo el único chico con quien hablaba-aparte de su hermano -pues eso podría empeorar la situación.

Shu sonrió.

- Tú también eres genial, Edgar.

Y la lluvia cayó sobre ellos, pero sin importarles se quedaron ahí, observando como el lago comenzaba a crecer, agarrados de la mano como si su vida dependiese de ello.

- Tendrás que entender a las malas que no puedes volver aquí y aprenderás a no mentirme -dijo el azabache yéndose de la tonta escena.

Shu le pertenecía a él.

Shu era de él.

Shu era suya.

.
.
.
Todas sabemos que si Shu hubiese sido mujer, Reiji no hubiera tenido ningún problema en que fuera la consentida de su madre:'v, también, que podría terminar enamorándose de ellaaa:o

¡Voten y comenten!♥

Señorita.[GenderbendDL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora