Confesiones

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Los días agradables de otoño estaban siendo reemplazados por los fríos vientos del invierno que poco a poco se iba haciendo presente en Corea.

Minseok corría por el pasillo de la escuela rogando no llegar tarde a su primera clase del día, matemáticas. Uno de los cordones de sus zapatos se desabrochó mientras andaba por lo que tuvo que detenerse un momento a amarrarlo.

Las miradas de los demás alumnos se posaron sobre él poniéndole sumamente nervioso. Con agilidad, se encargó de abrochar su zapato y volviendo a ponerse de pie, retomó su corrida con un poco de dificultad debido a sus piernas de gelatina que cada 5 segundos se encargaban de hacerle tropezar.

No tardó en aparecer frente a la sala con el uniforme un tanto desarreglado y el cabello castaño cubriéndole toda la frente. Las miradas de sus compañeros se dirigieron indiscretamente hacia él por lo que algo incómodo, se acomodó el uniforme y caminó hacia su puesto intentando no hacer notar los nervios que tanta atención le producía.

Así había sido desde hace un par de semanas.

Las prácticas de fútbol y una dieta balanceada estaban dando buenos resultados, los dos meses que llevaba ejercitando, había logrado bajar 10 kilos. Su habitual pancita había sido reemplazada por un abdomen plano y endurecido, sus piernas y brazos también se habían fortalecido y hasta su resistencia había mejorado. Con esta nueva apariencia estaba llamando la atención de varias y varios en el colegio, pero como era muy despistado no había logrado relacionar ambas cosas.

Se sentó en su lugar a esperar por Luhan desviando la vista hacia el patio que lograba verse a través de la ventana. Los días martes, el curso de JongDae tenía educación física por las mañanas y en ese momento se encontraban calentando para comenzar un nuevo partido de fútbol.

Desde su puesto, Minseok podía contemplar la sonrisa gatuna que el chico cada semana le regalaba cuando sus ojos coincidían y se saludaban discretamente con la mano.

Muchas cosas habían cambiado en aquel tiempo. Lo único que seguía igual era el trato burlesco de Kris hacia su persona, aunque con Luhan cerca, sus burlas habían disminuido bastante.

Pero al parecer, aquella mañana el grandote de Yifan se había levantado con ganas de molestarle ya que apenas le vio entrar sin compañía, se levantó de su lugar y se sentó frente a Minseok mirándole con su típica sonrisa de grandeza y superioridad.

— ¿Cómo está mi ardilla favorita, eh? —saludó mofándose. Le observó el cuerpo por completo hasta volver a posar los ojos en su redondo rostro— veo que te has estado ejercitando, Ardilla. Has hecho un buen trabajo—agregó acercándose a él hasta tenerle a centímetros de distancia—...pero ¿quieres que te diga algo? Las ardillas pueden bajar de peso, pero sus mejillas seguirán siendo igual de enormes—susurró sobre su oído para luego enderezarse y mirarle con desagrado— Podrás haber cambiado por fuera, pero sigues siendo el mismo ser inferior de siempre, ¿Me oyes...?

— ¿Puedes dejar de fastidiar? —Luhan de pronto apareció cogiéndole firme el hombro.

Yifan le miró con desprecio gruñendo por verse interrumpido. En seguida, volvió a posar los ojos en Minseok quien mantenía la cabeza gacha, viéndose vulnerable y cohibido.

—Tuviste suerte, Ardilla. —Siseó— El príncipe azul vino al rescate.

Minseok simplemente le ignoró intentando no mostrarse afectado por sus palabras. Yifan regresó a su lugar caminando con su habitual postura de "soy mejor que tú" mientras Luhan murmuraba amenazas al aire tomando lugar a un lado de Minseok.

Quiéreme tal como soy (CHENMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora