- ¿Qué hacían aquí afuera? – Me pregunto Mateo mientras que por primera vez sólo quería que se fuera.
- Hablando – Respondí seca.
- Bueno, no preguntare de que hablaban.
- ¿Qué quieres Mateo?
- ¿Qué te sucede?
- Nada, estoy algo cansada, lo siento.
- No te preocupes tampoco ando bien del todo.
- ¿Te pasó algo? – Pregunte preocupada, no podía evitarlo.
- Estoy algo molesto, a veces no sé qué le pasa a Melissa.
Me sentía tan molesta, no tanto con él si no conmigo, no entendía como podía querer a alguien que mostraba el mas mínimo interés por mí; hice lo que ya había decidido hacer, dejarlo ir; me puse de pie con todas las fuerzas que tenía y camine para alejarme de él, escuche como me llamo hasta que me giro del brazo,
- ¿Qué hice ahora?
- Hablar contigo es como hablar con la pared, sabes cómo es ella, ya no voy a darte consejos si no vas a seguirlos – le respondí evitando su mirada.
- Vivi entiéndeme, es que no sé si la quiero, no te molestes, entiéndeme por favor.
- Entiéndeme tú a mí, ya estoy cansada de esto, acaso no lo ves.
- ¿Estas cansada de darme consejos? – Me pregunto consternado.
- Estoy cansada de quererte – Respondí mientras sentía que el corazón se me iba a salir del pecho, se lo había confesado, que estúpida.
- ¿Qué quererme?
- Estoy enamorada de ti, pero eres muy idiota para no darte cuenta.
- Vivi no quiero perderte, eres una de mis mejores amigas.
- Es que eso duele, soy tu amiga y te veo sufrir por ella, no puedo obligarte a quererme, uno acepta el amor que cree merecer y me merezco mas que esto, más de lo que tú puedes ofrecerme.
- ¿Qué me estas tratando de decir?
- Que ya no podemos ser amigos.
- Sí que podemos.
- La dejaras por mí, te alejaría de ella por mi – Le pregunte con lágrimas en los ojos, pero lo único que tuve por respuesta es su silencio.
- Es que yo ...
- Déjame ir, si me quieres como tu amiga, déjame ir – Entonces el deslizo su mano con la que me tenía sujetada del antebrazo para deslizarla hasta juntarla con mi mano, mientras yo me iba alejando de él, me di media vuelta y me fui caminando con la cabeza en alto, sintiéndome orgullosa de lo fuerte que podía ser, no regrese a la fiesta solo quería irme de allí, mientras más caminaba sentía como más lagrimas salían de mis ojos hasta que sentí que ya no podía más, me apoye en un poste para sacar todo lo que llevaba guardado en este tiempo; en ese instante sentí una mano tocando mi hombro, me di vuelta y no lo podía creer.
ESTÁS LEYENDO
Te dedico mi último verso.
Romance¿Nunca han sentido esa opresión en el pecho que les impide decir lo que sienten?, pues yo la siento constantemente. Siempre quise ser escritora,es la única forma por la que no siento miedo, quizás escribirte las cartas que nunca leerás podrían ser...