Capítulo 1.

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Desperté cerca de las diez de la mañana debido al llanto de mi hermana pequeña.

Estábamos en verano, aunque ya solo quedaba una semana para empezar las clases de nuevo. Yo era de los que en verano se quedaba en la cama hasta bien tarde, pero hoy me importó poco que mi hermana me hubiese despertado, pues hoy hacía seis meses con mi novia, Martina, y pensaba ir a su casa para darle una sorpresa.

-Álvaro, baja a la cocina un momento -me pidió mi madre.

-Buenos días -saludé al entrar en la cocina.

Di un beso a mi madre y a mi padre, y saludé con un abrazo a mis hermanas pequeñas.

-Decirme -dije después.

-Verás -me dijo mi padre mientras bebía su rutinaria taza de café caliente- Vamos a comentarte algo que tu madre y yo llevábamos hablando unas cuantas semanas.

Yo asentí y me senté en una silla dispuesto a escuchar.

-A tu padre le han ofrecido un trabajo mejor en Madrid y hemos pensado en mudarnos.

- ¿Qué? -Pregunté, quedándome helado-. ¿Y me lo decís ahora? -grité.

-Consideramos que no te lo tomarías bien, por lo que creímos que sería mejor decírtelo una semana antes.

- ¿Una semana? -grité histérico, provocando el llanto de mi hermana pequeña.

Cogí aire, suspiré , y, tras coger a mi hermana Lucía en brazos para que se calmara, continué hablando.

-No quiero ir -dije- Me quedaré aquí con la abuela -añadí ya más relajado.

-Eres menor de edad -recriminó mi madre- Vendrás.

-Pero... ¿Qué pasa con mi vida, mis amigos, mi instituto? Tengo todo aquí joder, ¡tenía planeado hasta en qué universidad quería estudiar!

-Podrás rehacer tu vida en Madrid, hijo -intentó convencerme mi madre.

-Claro, como si fuera fácil -dije, volviendo a perder los nervios de nuevo-. Lo que importa aquí es el puto dinero. ¡Qué más da que tu hijo se separe de todo lo que le importa! -dije irónico.

-¡Álvaro, ya está bien! -Me regañó mi madre- A tu cuarto, vamos.

-Ya lo hablaremos -dijo mi padre bajo la mirada de desaprobación de mi madre.

Me fui a mi habitación y me senté en el borde de la cama. No podía creer que mi vida fuera a dar un giro de un momento a otro.
Me negaba a asimilarlo, ni siquiera quería pensar en ello.

Tenía demasiadas cosas aquí en Galicia como para mudarme a Madrid, y mi novia era una de ellas.

Decidí ducharme para así relajarme y olvidar un poco los momentos de tensión que acababa de vivir, y ya de paso prepararme para ir a sorprender a Martina.

Me metí en la ducha y, con el agua helada resbalando por mi cuerpo, comencé a pensar en qué les diría a mis padres para lograr convencerlos de que estaría mucho mejor aquí.

Salí de la ducha y tras arreglarme, llamé a mi mejor amigo para quedar con él y contarle todo, necesitaba desahogarme.

Tras varios intentos sin resultados, me di por vencido y dejé de intentar comunicarme con él. Era imposible. A saber que habría hecho con su móvil.

Reí al recordar lo despistado que era mi mejor amigo y decidí ir directo a casa de Martina para felicitarle por nuestros seis meses juntos.

Me despedí de mi familia, menos de mi padre, que ya se había marchado a trabajar, y me dirigí a la floristería más cercana.

Compré seis rosas rojas y me encaminé a casa de mi novia.

Cuando llegué, una empleada me abrió la puerta y me comunicó que Martina estaba en su habitación. Me dijo que subiera sin problema, como de costumbre.

Llegué a la habitación y, sin llamar a la puerta, me adentré en esta.

Mi corazón dio un vuelco al presenciar aquello.

Me imaginaba a mi novia dormida o en plena sesión de cotilleos con sus amigas, pero nunca me pude imaginar que tras esa puerta mi novia podría encontrarse practicando sexo con mi mejor amigo.

-Serás cabrón -grité, provocando así que se percataran de mi presencia y pararan- Con razón no me cogías las llamadas -dije.

Mi mejor amigo, tapado ahora por tan solo una sábana, me miraba agobiado y sin saber muy bien cómo reaccionar.

- ¿Cómo has podido? -le pregunté a Martina.

-Cariño, yo... -intentó excusarse.

-Déjalo -interrumpí-. No importa, nada importa ya -respondí mientras arrojaba las seis rosas al suelo.

- ¿Y tú qué? Éramos mejores amigos tío -le reproché.

-Lo siento tío, joder, han sido solo unas cuantas veces... -comenzó a decir.

Resoplé.

No podía creer que esto ya hubiera ocurrido en más de una ocasión.

Me sentía traicionado, engañado, débil, ¿cómo había podido ser tan ingenuo?

-Álvaro enserio, perdóname -suplicó-. Solo llevamos acostándonos tres meses -dijo mi novia- Perdóname -volvió a repetir mientras intentaba juntar sus manos con las mías.

La aparté de mí y tras mirar con desprecio a ambos y propinar un puñetazo a mi mejor amigo, me marché de aquella casa.

Llegué a mi casa destrozado, y no, tal vez no lloraba, pero dolía, dolía y mucho. ¡La mitad del tiempo mi relación con Martina se había basado engaños!

- ¡Mamá! -dije tras entrar en casa.

-Estoy en el salón -respondió mi madre.

Me dirigí hacia allí temblando, sin saber muy bien si lo que haría a continuación sería lo adecuado.

-Dime Álvaro -me dijo mi madre cuando me vio aparecer.

-Lo he estado pensando y creo que lo mejor será que me marche con vosotros a Madrid.

-Me alegra que hayas recapacitado, hijo -me abrazó.

Subí a mi habitación mentalizado de que debía olvidar todo y comenzar una vida nueva, ¿pero cómo olvidar todo cuando era lo único en lo que podías pensar?

Me tiré en mi cama y comencé a eliminar de mi móvil todas las fotos que tenía con Martina y con mi mejor amigo.
Eliminé incluso hasta sus contactos.

Después, lleno de ira, comencé a arrancar de la pared de mi habitación todas aquellas fotos que tenía con quienes hasta ahora, habían sido unas de las personas más importantes de mi vida.

Cuando terminé, suspiré aliviado. El arrancar y romper aquellas instantáneas no había hecho que todo el dolor se esfumara pero por lo menos me había hecho sentir mejor por un rato.

Volví a tumbarme en mi cama y contemplé las paredes de mí habitación, ahora vacías, como yo.
Qué irónico era todo.

Una llamada de un número que no tenía guardado interrumpió mis pensamientos.

- ¿Sí? -Descolgué.

- ¡Gonzalo tío! Sigues por Madrid, ¿no? He pensado un plan para joder a Jessica que buah -comenzó a decir una voz grave.

-Yo no soy Gonzalo -le interrumpí-. Pero casualmente me mudo a Madrid en una semana y no me importaría divertirme un rato -reí y aquel misterioso chaval rió conmigo.

Y no, quizás no estaba haciendo lo correcto, pero quién sabe, quizás el causar dolor me haría olvidar el mío.

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¡Hasta aquí el primer capítulo de "AUNQUE TÚ NO LO SEPAS". Necesito que me déis vuestra opinión, esto recién empieza y para mi son muy importante vuestros votos y comentarios!
Aprovecho también para deciros que subiré capítulos con mucha frecuencia y que mañna seguramente publicaré el segundo. ¡Gracias por todo! ❤

AUNQUE TÚ NO LO SEPAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora