Capítulo 2.

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-Te aseguro que te divertirás -me dijo aquella voz cuando terminó de reír.

- ¿Puedo preguntar tu nombre? -me atreví a decir.

Por unos segundos un silencio se apoderó de la conversación hasta que al fin aquel chico, aún misterioso, decidió contestar.

-Me llamo Adam, Adam Rodríguez.

-Yo soy Álvaro Fernández -dije-. ¿Qué se supone que debo hacer?

-Te lo diré más adelante, todavía no te conozco y no me fío de ti.

Acepté, algo extrañado e intrigado, pero acepté. Con suerte pronto haría amigos en Madrid y me podría olvidar toda esta mierda.

(...)

- ¿Álvaro hijo, llevas todo?

- Si, mama -respondí de nuevo, era la sexta vez que me lo preguntaba.

-Mira que el camión de mudanzas se marcha ya y como se te olvide algo deberás dejarlo aquí -me avisó mi madre.

Resople y volví a comprobar que tenía todo.

Después de revisar por última vez que no dejaba nada y de despedirme de mi familia, monté en el coche junto a mis hermanas y esperé a que mis padres montaran.

Tras cinco horas de viaje en las que reinaron los llantos de mi hermana, canciones de Dora la Exploradora y múltiples pensamientos sobre como cambiaría mi vida a partir de hoy, llegué a Madrid.

Era apenas media tarde cuando terminé de instalarme en nuestro nuevo hogar. Se trataba de un piso acogedor, situado en la sexta planta de un gran edificio y aparentemente cercano al que según mis padres sería mi nuevo instituto.

Decidí llamar a Adam, quién me había dicho que lo avisara en cuanto llegara a Madrid para comenzar a preparar la venganza contra esa tal Jessica.

-Adam tío.

-Que pasa chaval -saludó.

-Ya estoy en Madrid.

-Perfecto, ¿sabes ir a Callao?

-Creo que en estos momentos no sabría ni ir a comprar el pan -reí.

-Está bien, dame la dirección y en un rato me tienes allí.

Asentí e informé a Adam sobre la calle en la que me encontraba.

En poco menos de media hora recibí una llamada de Adam, que me indicó que bajara y fuera al comienzo de la calle.

Me despedí de mis padres, a quienes engañé diciendo que saldría a tomar un poco el aire y observar la zona, y me encaminé hacia el principio de dicha calle.

Caminé a paso lento y dubitativo, pensando que aspecto tendría aquel misterioso chaval que, por equivocación, me llamó pidiendo venganza para una chica de la que, por ahora, solo sabía el nombre.

Llegué a la esquina de la calle y en esta se encontraba un chaval alto, más o menos de mi edad, con un pequeño tupé y de semblante serio.

Ambos nos miramos por un momento antes de decir nada. Pude notar en sus ojos cierta expresión de rabia, ira e incluso dolor. Sus ojos mostraban una mezcla de sentimientos que, a primera impresión, decían por si solos lo que él callaba.

-Hola -saludé, casi convencido de que él sería Adam- ¿Adam verdad? -pregunté para asegurarme.

-El mismo -respondió y ambos estrechamos nuestras manos.

-Álvaro -me presenté.

- ¿Que tal el viaje? -preguntó amablemente.

-No podría haber sido más largo -reí.

AUNQUE TÚ NO LO SEPAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora