Me desperté temprano, ya que había quedado con Jessica para ir a clase y yo tardaba en prepararme.
Una vez estuve listo salí del piso y mi vecina ya me esperaba.
El camino hacia el Instituto fue lento y aburrido; en él apenas conversamos nada interesante.
Al llegar, Jessica se marchó con sus amigas y yo me acerqué a donde Adam se encontraba para ponerle al día.—Hola —saludé.
—Chaval —saludó Adam a la vez que daba unas palmaditas en mi espalda— ¿Que tal ayer?
—Genial, creo que ya la tengo loquita —reí.
—Perfecto tío —chocó su mano con la mía— Pues a seguir trabajando, no me defraudes —dijo y cambió su expresión de buen rollismo por otra más intimidante.
Acto seguido me marché a clase, pues el timbre que indicaba el inicio de estas acababa de sonar.
Tras más de seis horas interminables al fin éramos libres.
Jessica y yo pusimos rumbo a nuestro portal.—¡En nada está aquí el finde! —comentó Jessica.
—Sí. ¿Tienes planes? —pregunté con desgana.
—La verdad es que no. A mis amigas y a mí nos gustaría ir a alguna discoteca o a alguna fiesta... —dijo.
—Yo el viernes voy de fiesta a la casa de un colega. Si quieres puedes venirte —la invité, al ver en aquella fiesta una ocasión de continuar con el plan de Adam.
—Pf... No sé... —dijo, haciéndose de rogar —Tampoco quiero ir de acoplada.
—¿Qué? Oh, vamos Jessica. No irías de acoplada, es más, ya sabes cómo son en esas fiestas, cuanta más gente mejor. Si quieres puedes invitar a tus amigas —propuse; sabía qué así accedería.
—Está bien, me has convencido —Sonrió y yo lo hice con ella al ver que todo funcionaría con éxito.
—¿Te parece si el viernes quedamos todos a las diez de la noche en el portal y nos vamos juntos a la fiesta?
—Por mi perfecto —respondió a la vez que nos topábamos con nuestro portal.
—Hasta mañana vecina —dije mientras salía del ascensor.
—Hasta mañana feo —se despidió Jessica con una gran sonrisa.
Era jueves por la tarde, pero al llevar pocos días de curso apenas tenía deberes, por lo que decidí salir a dar una vuelta.
Y no, no conocía Madrid y la última vez que divagué por sus calles Gonzalo acabó acompañándome a casa, por lo que opté coger el metro, que pillaba a apenas dos calles de la mía.
Me las apañé como pude para aclararme al coger el billete y al elegir qué tren cogería, ya que ni yo mismo sabía dónde ir.
Baje por numerosas escaleras, sin saber muy bien si llegaría a algún andén. Una vez abajo, monté en el primer vagón que vi y me quedé de pie en una esquina, alarmado por la cantidad de gente que había ahí dentro.
Nada tenía que ver Madrid y sus prisas con la tranquilidad de Galicia a la que llevaba diecisiete años acostumbrado.
Miré el cartel de paradas y debatí entre bajarme entre Ópera o Callao, pero al percatarme de que también paraba en Gran Vía decidí bajarme ahí.
Una vez llegué a la estación deseada, salí a la superficie y traté de orientarme, recordando el lugar exacto de Gran Vía en el que había estado hace unos días.
Tras mucho buscar, llegué justo al lugar dónde me perdí la otra vez. Miré mi reloj y al comprobar que la hora era semejante a la del domingo, me puse como loco a buscar entre los locales del lugar. Hasta que por fin la encontré, y sin saber muy bien porqué mi corazón comenzó a latir con fuerza.
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AUNQUE TÚ NO LO SEPAS.
Novela JuvenilPorque todos escondemos secretos y Álvaro no iba a ser menos. Secuela de 'NUNCA ME VERÁS CAER'', por lo que se recomienda leer primero dicha primera obra.