¿cuándo aprenderás,flaca?

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Simón hizo como lo dijo, aunque debía soportar a mi tía, quien hacía preguntas mientras Simón me dejaba sobre la cama; sobre mi cama. Traté de no mostrar que me dolía mucho la rodilla, así no preocupaba a mi tía más de lo que estaba. Cuando vi a Simón cubrirme con el edredón quise matarlo, mas me comporté, me quedé quieta y me detuve a ver cómo sus labios se curvaban en esta típica sonriasa burlona. Respiré hondo sintiendo una gran frustracción y debilitamiento al ver a esas dos personas tan distintas haciéndose cargo de mí: mi tía preocupada hacienso preguntas un pelín estúpudas, y Simón sin mostrar tanta preocupación, o sin mostrar ningún tipo de preocupación pero luciendo una sonrisa que me dejaba con el aliento hasta los pulmones.

Traté de ignorarlo y seguir a mi tía con la mirada.

Cuando mi tía fue a tomar él teléfono que estaba gritando en él pequeño taburete que había junto al sofá largo del salón miré a Simón con amargura.

-creo que ya te puedes ir.-él río y se sentó a mi lado. Mi corazón salto en mi pecho con fuerzas,mas tragué saliva. Con él a mi lado me sentía tranquila,protegida....incluso ¿querida?-. Ya no tienes nada que hacer aquí.

-No te vas a librar de mí fácilmente ¿sabes?

-¿Y por qué no?

Él se puso en pie cuando mi tía entró con él teléfono en la mano diciendo que es Paula quien deseaba hablar conmigo. Simón se detuvo en una esquina de mi pequeña habitación, junto a mi escritorio, mi tía se sentó sobre mi cama...tenía muchas explicaciones que darla, mas mediante el camino había pensado en una excusa, una excusa que realmente esperan que la convenciera.

Después de la escueta charla con mi amiga, le devolví el teléfono a mi tía.

-Ahora, señorita, dame una explicación.-dijo levantando una ceja.

Simón pareció interesarse en lo que yo le iba a decir a mi tía, más que interesado, intrigado y ansioso por conocer la gran explicación que tenía en mente.

Suspiré con pesadez..

-Me caí.-dije convincente de que ahí se acababa el asunto, mas estaba completamente equivocada.

-¿Dónde?

-¿Tiene importancia?.-pregunté casi en un susurro. Simón rió por lo bajo y eso hizo que mi rabia aumentara.

-Sí...

No había pensado dónde iba a decir que me había caído... Debía inventar algo cuanto antes, de todas formas, ella no veía la herida.

-Se cayó en el aparcamiento del instituto y se hizo daño en la rodilla, mas no es grave.-dijo Simón con tanta seriedad y seguridad que incluso, sino yo no conociera el suceso de los hechos diría que era verdad.

Él se acercó y se detuvo junto a la cama.

Mi tía me miró a continuación...

-Está bien.-dijo. Dolía mucho que confiara en un completo desconocido. Se puso en pie con el teléfono-. Creo que es mejor que descanses.

Asentí.

Mi tía, toda una diva, avanzó hacia la puerta con sus delgadas y largas piernas. Se detuvo en ella y nos miró con una media sonrisa...

-Otra cosa.-levanté la mirada hacia ella, pero me sonrió divertida, mas la devolví una desconcertada-. No recuerdo la última vez que trajiste a un chico guapo en casa.... O,nunca has traído un chico en casa.

A Simón se le escapó una pequeña risotada y yo lo golpeé con una almohada furiosa.

-No me lo puedo creer,tía...-alarme en la cama, furiosa.

-Perdona.-dijo ella y salió de la habitación cerrando la puerta. Intenté decirle algo desagradable a Simón, pero después se volvió abrir la puerta y mi tía asomó la cabeza-. Portense bien,EH..

-Sin problemas.-aseguró Simón con esa sonrisa deliciosa en los labios.

Mi tía asintió y cerró la puerta.

Rodé los ojos y traté de relajarme. Debía ver cómo volver al bosque, a lo mejor esta chica que quiso atacarme podía darme una explicación, no estaba segura de cómo iba a conseguir hablarla antes de que me devorara, ni siquiera sabía si hablaba o no.

UF...nunca en la vida me había sentido tan incompetente en algo y al mismo tiempo inútil, sí...estos dos sinónimos me definían en este momento.

-Espero que esta vez te quedes acá...-dijo Simón.

Negué.

-No..

-Prometí que iba a ayudarte hablar con una persona que sabe de todo eso.

-¿Por qué he de creerte sino confío en tí? ¿qué me afirma que no me estarás mintiendo?

Se sentó a mi lado y me miró a los ojos.

Maldito corazón....

Dije en lo más profundo de mí cuando mi corazón otra vez estaba haciendo de las suyas.

-Nunca miento, voy ayudarte para que dejes de lastimarte.

-¿Te interesa a caso lo que me pueda suceder o quieres que abandone de una vez?.

Ambos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos...

La tensión que ahora había entre nosotros me abrumaba y al mismo tiempo me dejaba como una chica incapaz de pensar con claridad. El sonido de su móvil volvió todo a la normalidad, él miró la pantalla al quitar el celular del bolsillo de su chaqueta de cuero.

-He de irme.

Hice una mueca...

-...mañana te veo a las cuatro.-aseguró antes de echarse por la ventana.

Me preocupé bastante y me sentí mal al no poder moverme, salir de la cama y correr hacia la ventana a ver si se había salvado de la caída. Sólo a jn demente se le ocurre hacer las cosas que hacía Simón.

El segundo problema en toda esta salida por la ventana sería que debía pensar en cómo explicarle a mi tía que Simón se había ido.

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